El pasado sábado 17 de julio, nos fuimos con Elia al Valle del Aragón, para ascender desde Canfranc Pueblo al Ibón de Ip. Madrugamos lo suficiente para no pasar demasiado calor, ya que la previsión así lo fijaba, y para volver a casa a comer.
Pronto empezó a sobrar la poca ropa que llevábamos para salvar el frescor de la mañana, ya que el camino no da tregua y desde el principio se pone cuesta arriba.
La idea de subir por la umbría resultó de lo más acertada. Desde temprano, ya veíamos como entraba el sol en la otra orilla del
Barranco de Ip, por donde luego descenderíamos.
Nos mantuvimos a la sombra mientras hubo bosque, y el sol en la altura a la que nos encontrábamos era más llevadero.
A cambio empezábamos a disfrutar de las vistas que nos ofrecía el entorno. La brecha que hace el barranco resulta espectacular y en los pastos encontramos la llamativa flor de nieve.
El avance cada vez se va haciendo más cómodo, ya que la pendiente se va suavizando poco a poco, y esto nos permite disfrutar de las vistas de la agresiva cara norte de
Collarada y el contraste con el fino pasto.
Llegando al ibón no para de llamar la atención la cantidad de infraestructura que hay alrededor, casetas, refugios, entradas en forma de túnel, pistas forestales,...y la llamativa presa del ibón así como el sumidero y sus barandillas.
Todo muy artificial y da una sensación de estar en una zona como de rodaje de películas, con un entorno brutal, a más de 2000 metros y todo ese montaje alrededor.
Una vez que vimos todo aquello, buscamos la sombra del refugio para echar un bocado. A Elia le encantó la instalación y ya se veía pasando el día e incluso durmiendo allí.
Una vez que terminamos el almuerzo, cogimos el camino de vuelta. Esta vez por la solana y margen orográfica derecha del
Barranco de Ip.
Las vistas, tanto del tramo por el que habíamos subido, así como del propio barranco y las barranqueras pendientes abriéndose camino entre las empinadas laderas boscosas de la margen que teníamos enfrente, no paraban de llamarnos la atención.
Un entretenido descenso a la sombra del bosque y con también entretenida conversación con un par de ganaderos de la zona, pusieron la guinda a una bonita excursión por el
Valle del Aragón.
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