Dejamos los coches en la Fuente de los Clérigos y arrancamos en dirección al Pico Gorreta por una fina capa de nieve reciente sobre una base dura.
Antes de llegar a la Foya de Gamueta, observamos como la nieve de las laderas del Chinebral se había movilizado como es habitual y habían dejado un buen rastro de aludes y coladas.
Mientras subíamos, nos íbamos encontrando con bastante gente por la zona, pero la mayoría se dirigían hacia el Chinebral de Gamueta por las múltiples variantes que ofrece para subir o para bajar.
Hacia la mitad de la canal que asciende al Collado de la Gorreta, y en un buen resguardo, decidimos pasar al "modo alpino", ya que la mezcla de nieve reciente con la base dura no nos aguantaba lo suficiente para avanzar cómodamente con los esquís.
Los crampones nos permitieron avanzar cómodamente y con seguridad. Cada vez se nublaba un poco más, pero aún nos dejaba disfrutar de las vistas que teníamos.
Jugamos un poco en un paso entretenido para remontar hasta el Pico Gorreta disfrutando con las trepadas, pero cuando saltamos a la parte final nos dimos cuenta de que no podíamos perder tiempo para bajar con visibilidad, aunque confiábamos en que nos dejara disfrutar al menos la pala tan maja, y que a mi tanto me gusta, que tiene el pico.
No fue así. Y en un pis-pas se echó a nevar,... ¡sálvese quien pueda!. No se veía ni torta, tanto es así que me pegué un par de chufones como pocas veces, por desequilibrios tremendos que me hacían moverme cuando estaba parado y pensar que estaba parado cuando aún estaba en movimiento. Uf, que sensación mas mala y que no había notado tanto desde hacía tiempo,...¿tendrían que ver algo los vinos del día anterior?.
Poco a poco fuimos bajando y la nieve pasó a ser lluvia. Llegamos a los coches y nos acercamos al Refugio de Linza para templarnos un poco. En la bajada, Miguel reconoció a Isa y Rober y los seis comentamos las mejores jugadas en el Refugio de Linza, con una conversación de lo mas agradable.
La charrada con esta pareja tan maja adornó el día que se había quedado un poco cojo por el cambio de tiempo repentino.
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