lunes, 3 de septiembre de 2012

Excursión en Ansó. Circular por la Punta del Raso

El sábado 1 de Septiembre quedamos con Javier y mi hermano Pedro para ir a dar un paseo por la tarde. La decisión estaba tomada y salíamos de casa a las tres en punto en dirección al Vedau.


Tomamos el camino, de reciente limpieza, que sube por el Cerro de Santa Cruz en dirección a la borda Cheso. El camino sube en suave pendiente directamente hacia nuestro objetivo, la Punta del Raso.

 
 
 
La recuperación del camino ha sido espectacular, no solo por mantener parte de nuestro patrimonio, sino porque permite ascender y disfrutar de forma suave lo que hasta hace muy poco tiempo solo se podía hacer por trochas de pendientes muy fuertes que quitaban las ganas de pasear por estos parajes tan utilizados por los ansotanos durante años.

 
 
Rápidamente, y casi sin darnos cuenta, pasamos por la Fuente del Raso. Aunque no sale agua por la toma, el abrevadero está lleno y se escurre algo de agua por el suelo. No deja de dar pena ver las fuentes casi secas en este año con tan poca lluvia.
 
 
 

 
Llegamos al Campo Chorchis y las vistas del pueblo son espectaculares. También vemos la Collada Baja casi en la misma cota que en la que nos encontramos. En lugar de subir directamente a la Punta del Raso desde este punto, decidimos llegar en suave paseo hasta la Collada Baja y luego seguir el cordal hasta la punta.
 
 
 
 
Este último tramo de camino no se ha limpiado aunque se sigue muy bien y sin dificultad. En la planificación de los trabajos de recuperación no habrá llegado el dinero, ...o el sentido común.
Las vistas desde el collado son alucinantes, y nos aparecen imponentes los picos del valle vecino como son el Castillo de Acher, Agüerri y Bisaurín.
 
 
 
 
Siguiendo la divisoria de valles llegamos a la Punta del Raso. Su altitud no llega a los 1700 metros pero sus vistas son amplias hacia todos los lados.
 
 
 
Después de echar un trago de agua, decidimos continuar con la divisoria entre los valles de Ansó y Hecho, esta vez hacia el sur. Aunque en otro tiempo estas divisorias creaban verdaderos conflictos, ahora no dejan de crear entretenimiento con nuestros comentarios y acciones.
 

 
 
Pronto llegamos a la pista del Vedau a la altura del GR que une Ansó y Hecho. Lo tomamos en dirección a Ansó adentrándonos en el Vedau por la Borda Botero.
 
 
 
 


Por estos tramos los chaparros son los protagonistas en el bosque, y la agradable pendiente del camino permite continuar con la tertulia.


 
Después de pasar por la Espelunga Pabirrio, y llegar a la borda Techinero comentamos con cierta nostalgia que todavía recordamos a Tio Primo y sus temporadas allí, hoy solo quedan unos pocos restos de ella.
 
 
 
Pasadas las ocho de la tarde llegamos a Ansó habiendo dado una vuelta preciosa sin necesidad de coger el coche. ¡Que bueno es vivir tan cerca del monte!

domingo, 19 de agosto de 2012

Circular en Ansó. Cubilar de Chiquín-Cubilar de Atanasio

El 12 de Agosto decidimos ir con Elia a conocer otros rincones del valle. No era la primera vez que subía por el Cerro Cabañera, pero en la ocasión anterior volvimos por el Solano Las Tablas y el Barranco Piero. Esta vez, el día era caluroso e invitaba a seguir por la sombra en lugar de salir al solano. Partimos del aparcamiento de la Borda Chiquín, y rápidamente nos ponemos en marcha después de ajustarnos las botas.



Elia localiza una manzanera repleta de manzanas, aún están verdes, pero asegura recordar el lugar para venir a cogerlas cuando estén maduras. Por ahora las dejamos y continuamos con el paseo.






La subida no deja de ser entretenida, por el suelo nos encontramos con numerosos brotes de muchas especies vegetales. Concretamente, en un pequeño rincón de apenas medio metro cuadrado, observamos pequeñas planas de cardonera, pino, chaparro, haya, arce, serbal y boj. Esto da una idea de la gozada que es dar un paseo por los espectaculares bosques del valle, en cuanto a riqueza forestal y paisajística se refiere.






Al llegar al alto, le cuento que hace dos años, entonces tenía tres, ya estuvo en este lugar merendando con su amigo Martín. En aquella ocasión el día era más fresco y nos permitió bajar por el Solano Las Tablas. Seguro que su papá también agradeció el cierzo, ya que en aquel tiempo Martín todavía iba en la mochila y no se trataba de un niño precisamente ligero.
Elia no se acordaba de que era ese el sitio en el que merendamos, pero sí que recuerda el haber ido de excursión con su amigo Martín y sus papás. Quiso hacerse una foto en el lugar y continuamos la caminata, esta vez, por la sombra y en dirección  al Cubilar de Chiquín.




Antes de llegar al Cubilar de Chiquín, un ruido en la espesura del bosque alerta a Elia, se escuchan ruidos de ramas y hojas secas. Le comento que posiblemente sea un jabalí al que hemos sorprendido y al que no hemos visto. Ella me tranquiliza diciéndome que los jabalíes, como son más pequeños que nosotros, se asustan al vernos y huyen....





Aprovechamos la sombra del Cubilar de Chiquín para echar un bocado, mientras observamos la caseta hundida, y el musgo que envuelve las piedras de los muros.






En otro pequeño y precioso tramo de camino, aparecemos en la tasca que nos lleva al Cubilar de Atanasio. La hierba alta incordia un poco a Elia que no le gusta que las flores maduras de las gramíneas altas le peguen continuamente en la cara.




Otra caseta hundida, esta vez más pequeña, en el Cubilar de Atanasio, trozo de chocolate y para abajo por Berdoloquí y su selva.






La bajada es rápida hasta llegar al punto de partida. Pese a todo, hoy no nos da tiempo de ir al río a echar un baño porque el reloj ha avanzado bastante rápido y tenemos que llegar a casa a cenar. Otra tarde de disfrute por el monte que acaba, pero que da pie a seguir pensando en la próxima salida.




domingo, 12 de agosto de 2012

Buscando la sombra por Las Eras. Ansó

El último domingo de julio hacía calor en Ansó. Tocaba ir al  monte con Elia pero había que buscar una solución para evitar las altas temperaturas de la tarde. Sin dudarlo, decidí dar un paseo por Las Eras.





En los primeros tramos, cuando entramos por la pista, aún nos pega algo el sol y Elia me recrimina que le había dicho que íbamos a ir por la sombra.




A Elia le gusta el olor que desprenden las mentas, además confirma lo que ha aprendido en otras salidas al monte y es que, donde aparecen estas plantas, el suelo esta muy húmedo y hay alta probabilidad de encontrarnos con un "chamarcallo", que es como llamamos en Ansó a las zonas con fango o turberas en exceso húmedas. Si no se tiene cuidado de rodearlas, las botas pueden acabar enterradas en el barro sin darnos cuenta.





La continua recolección de fresas y la promesa de que para cruzar el barranco hay un puente sin barandillas, añadido a que una oportuna nube oculta momentaneamente el sol, hacen que la llegada a la sombra se pase más rápidamente.



Pese a haber entrado en la sombra continua del Paco de Las Eras, la hidratación es necesaria en estos días de calor.






Si el recorrido resulta espectacular en invierno para hacerlo con raquetas, ahora en verano, el sitio trasmite una frescura y una tranquilidad difícilmente superables.




También resulta difícilmente superable la merienda "de verdad" que le ha preparado a Elia su abuela.







Después de la merienda retomamos la marcha en busca de la bajada. Elegimos uno de los cinco recorridos del circuito de raquetas, completando uno en forma de ocho, lo que no deja indiferente a Elia que se queda pensativa en el cruce, y pregunta con curiosidad, ¿por qué cruzamos otra vez el tramo de subida si estamos bajando?.




La tarde ha ido avanzando, pero al comentarle a Elia que aún podemos echar un chapuzón en el barranco de Petrachema si nos damos prisa, la carrera en la cuesta abajo aparece con naturalidad.





Rápidamente cogemos la toalla y la tabla y bajamos al barranco por el camino más directo, una barranquera que al volver se convierte en una interesante trepada para Elia.



Que gusto da disfrutar de nuestros bosques en cualquier época del año.