Cuando llegamos al refugio el viernes por la tarde, Elia estaba tan contenta que a todo el que veía le decía que al día siguiente iba a subir al Garmo Negro y que era la primera vez que subía un "tresmil". Coincidimos en una mesa con otros dos niños, Violeta e Imanol, que estaban en la misma situación y pronto congeniaron bien.
Tras la cena y contarse unas cuantas anécdotas, solamente les paró la necesidad de ir pronto a dormir para el objetivo del día siguiente. Nosotros empezamos a caminar a las ocho de la mañana y ellos ya habían salido porque madrugaron algo más.
El ascenso es muy directo y poco a poco veíamos como el Balneario se iba quedando cada vez más abajo. Elia no paraba de recordarme que estaba subiendo su primer "tresmil", pero cuando nos íbamos acercando a la cima preguntaba por Violeta e Imanol y me decía que si los veríamos. Yo le comentaba que si no los veíamos arriba, nos los cruzaríamos en su descenso, y aunque se conformaba, no se si lo veía muy claro.
Pese a haber parado a mitad de camino a echar un bocado, en los últimos tramos, además de preguntarme si ya estábamos a más de 3000 metros, me decía que le apetecía comer un trozo del salchichón que llevábamos. Ante la cercanía del objetivo y la posibilidad de ver a sus nuevos amigos, no me costó mucho convencerla para no parar hasta arriba y comer tranquilos, disfrutando de la cima un buen rato, con el día que hacía.
Efectivamente, allí estaban Violeta e Imanol. No paraba de repetir por lo bajini "ya estoy en un tresmil" con una tonadilla que le permitía repetirlo sin parar en todo el último tramo. Alegría por todos los lados, por el "tresmil", por el Garmo Negro, por el encuentro con sus amigos, por las vistas, ...y por el salchichón que se iba a comer.
Pese al buen día que hacía, en esas cotas el fresco se dejaba notar y sus amigos decidieron bajar, ya que llevaban allí un buen rato. Nos quedamos un rato más para acabar de comer a gusto y disfrutar de su primer "tresmil". La vista de los Infiernos desde el Garmo es espectacular, pero a Elia siempre se le va la vista al Midi, que le encanta.
Tras casi una hora de cima, decidimos iniciar el descenso con la tripa bien llena. Elia decía que ya había estado en un "tresmil", yo le comentaba que aún quedaba bajarlo, pero ella seguía en sus trece y me decía que ya había estado, aunque siguió preguntando unas cuantas veces por la altitud que me marcaba el altímetro hasta que dejamos los 3000 por arriba.
Una parada obligatoria para sacar dos pequeñas piedras molestas de la bota, y solo un par de paradas para beber agua hicieron que bajáramos sin entretenernos.
Una visita a la Cascada de Argualas nos puso en el Balneario con ganas de reponer fuerzas y con la ilusión de haber cumplido objetivos y sueños. Otro reencuentro con Violeta e Imanol mientras nos comíamos unos bocatas en el Refugio Casa de Piedra redondeó la jornada.
También hubo un brindis por nuestro primer "tresmil" juntos y al final intercambio de teléfonos con Violeta e Imanol para próximos encuentros por el monte. ¡Todo una gozada!
verte crecer, verte madurar.....!!!! :)
ResponderEliminarPoco a poco vamos avanzando
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