El tramo de pista inicial ya estaba en sombra, lo que era de agradecer. En los tramos de orientación sur, la vegetación pinchuda, contrasta con la frondosidad del paco Ezpelá.
La pista de Ezpelá siempre da gusto recorrerla con la bici por sus sombras, sus suaves pendientes mantenidas, sus vistas y, hasta si tienes suerte, puedes ver algún corzo, jabalí, ardilla,....Desde el final de la pista, unos cincuenta metros de llevar la bici de la oreja, me llevaron a la plana trocha de la zona conocida como el Planaz, por donde el martilleo del pájaro carpintero me acompañó todo el rato.
Pronto me vi metido en el tramo de camino recién recuperado. Resulta interesante tener pericia con la bici para bajar más cómodo de lo que yo bajé. Algunos tramos atrincherados y con abundantes piedras hacían que tuviera que echar el pie al suelo en más de una ocasión. Mientras, en otros tramos el disfrute es total.
Justo antes de que el camino llegara a la pista me paré para ver el enlace. Se trata de una diagonal corta y pendiente por el terraplén de la pista. Me envalentoné y decidí bajarla montado. No me caí pero allí no disfruté, más bien me acojoné, viendo como el mojón de la cuneta se acercaba demasiado rápido hacia mí, o eso me parecía.
Una vez en la pista y sin percances me vi contento. Tras recorrer los pocos metros que separan la entrada del otro tramo hasta la tejería, me metí en zona conocida. El camino se suaviza y todo él resulta un paseo agradable y del que ya hemos dado cuenta en este blog.
La frescura del paco resultaba agradable y más viendo como a las casas aún les estaban dando los últimos rayos.
En menos de dos horas había dado la vuelta y me había duchado, listo para ayudar en las cenas de casa. Resulta una ventaja vivir en un sitio como Ansó, que permita estos disfrutes nada más salir por la puerta de casa y, aunque no dispongas de mucho tiempo, lo puedas aprovechar al máximo.
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