jueves, 16 de agosto de 2018

Circular desde Linza, Ansó. Chinebral de Gamueta-Pico Gorreta

El pasado sábado 11 de agosto, ya pasada la ola de calor, decidimos ir de excursión con Elia. Esta vez le tocaba el turno al Chinebral de Gamueta por aquello de ir completando los picos pendientes de hacer. En la previsión había probabilidad de tormentas por la tarde pero en principio había tiempo para disfrutar de la mañana.





Salimos de Linza por el Achar del Caballo con la intención de dirigirnos hacia la Plana Diego para coger el largo lomo del Chinebral.




El monótono cerro del Chinebral lo pasamos entretenidos. Elia no paraba de contarme como ella y sus amigos, iban a preparar un zoo en Ansó donde solo habría animales de la zona. Tenían todo pensado desde quien era el vendedor de entradas, hasta como el capturador de animales iba a pillar cada uno de los bichos.




Al acercarnos a la cima y empezar el ambiente, el tema del zoo y los animales se calmó. La verdad es que tuve que desconectar un poco, aunque a todo le decía que si, que muy bien. Tanto detalle de como cuidar a los bichos, echarles de comer, preparar cercados para retenerlos, preparar trampas para cogerlos, cuidarlos para que no quisieran escaparse, conseguir alimento, mantener los vallados para que la gente que lo visitara no pudiera entrar a su recinto a molestarlos, ....era un sin parar de hablar que se hacía difícil seguirlo manteniendo la atención.





Los balcones con buenas vistas y la ruptura de la monotonía del largo cerro, se rompieron en los últimos tramos del pico. Elia iba reconociendo picos y ya le iban quedando menos por conquistar por la zona. Aunque el cielo estaba algo cubierto, no parecía que la lluvia fuera a ser inminente y parecía que daba algo de tregua.




Después de disfrutar un rato de la cima y comer algo, le propuse a Elia bajar por otro lado en lugar de repetir el trazado de ascenso. Para ello había que hacer unos destrepes desde la punta. Eso es lo que realmente le convenció pese a la posibilidad de que nos cayera algún chaparrón al alargar el recorrido.




Realmente se lo pasa en grande por ese tipo de terreno. Tanto es así que quedó pendiente volver por la zona solo por recorrer la afilada arista que separa el Chinebral de Gamueta del Pico Gorreta y que descartamos por la climatología. Eso si, subimos al Pico Gorreta para completar la excursión.




Otro pequeño destrepe nos puso en el Collado de la Gorreta, desde donde, por terreno conocido para ella, iniciamos el verdadero descenso.




Me comentaba que en estos descensos tan empinados las piernas se le ponían muy duras, "para que luego digan que en las bajadas no se hace esfuerzo", decía.




Pronto llegamos a la suavidad del pasto en la Foya de Gamueta, y de allí al bosque y al Refugio de Linza, donde decidimos recuperar fuerzas con una buena comida. No nos mojamos y tampoco pasamos el calor de la semana anterior. Recorrimos tramos nuevos y tramos conocidos, estuvimos en otros picos que nos faltaban, disfrutamos de otro día por el monte y nos quedaron ganas de pensar en volver en cuanto pudiésemos. ¿Que mas se puede pedir?











jueves, 9 de agosto de 2018

Circular desde Gamueta, Mallo Anzotiello. Ansó

El domingo pasado, 5 de agosto, nos fuimos con Elia a dar una vuelta por el monte. Ya se había recuperado del todo de su esguince y tenía ganas de hacer una excursión. El calor durante esos días apretaba, así que decidimos madrugar para realizar la ruta más cómodos.




Salimos frescos por la pista de Gamueta y cogiendo energía a base de abrazos a los abetos que había más a mano. Una vez fuera del bosque Elia no se pudo detener ante la provocación de los "zapillones", como siempre, y hasta que no cogió el más gordo no paró.




Antes de llegar a la Foya de Gamueta, el sol apretaba de lo lindo y una vez superada ésta una suave brisa suavizaba el calor. Pronto entramos en sombra, bajo el Mallo del Paco de Gamueta y de nuevo la cosa mejoró notablemente permitiendo un ascenso fresco y cómodo.





El año pasado en la excursión que hicimos a la Gorreta de los Gabachos nos quedó pendiente acercarnos a ver una cueva en la subida a Anzotiello. Este año tocaba pasar por allí y fue todo un aliciente para Elia. Enseguida sacó su linterna frontal y se puso a investigar como los espeleólogos. Encontramos varias chimeneas y escuchamos en silencio el ruido de las gotas de agua que se filtran entre la roca formando estalactitas.




Poco nos costó remontar hasta la Collada de Anzotiello donde ya teníamos nuestro objetivo a la vista. Pese a que estábamos a pleno sol, la altitud y la hora permitía no pasar calor y Elia se daba cuenta que lo de madrugar no era mala idea, según me explicaba.




Conforme se ampliaba la vista al ir ascendiendo al Pico Anzotiello, Elia iba observando y reconociendo otros picos en los que ya había estado y disfrutaba acordándose de sus ascensiones. "Cada vez me quedan menos, aunque no me importaría repetir alguno para ver lo que hacía de pequeña", me comentaba.




Con la foto de rigor de la cima en la punta de Anzotiello y con el fondo del Chinebral de Gamueta, que es el que le queda por hacer por esta zona, nos dirigimos de nuevo hacia la Collada de Anzotiello para iniciar el descenso.




Encontramos una familia que buscaba la frescura de la sombra junto al único nevero que se veía por la zona y a Elia, como siempre, el que más le llamaba la atención era el pequeño de la casa.





Había decidido realizar una circular y bajar por el Barcal de Gamueta, más ventilado, en lugar de por la Foya de Gamueta por donde habíamos subido y por donde, pese a madrugar habíamos pasado calor. 




Fue todo un acierto la decisión en cuanto a la temperatura se refiere, ya que el ventilado cerro evitaba que pasásemos calor pese a haber superado el mediodía y encontrarnos en cota baja. Solo tuvo un "pero", que fue que la abundante hierba seca iba echando semillas en las botas de Elia y le pinchaban lo suficiente como para decidir descalzarse y limpiar los calcetines para evitar la incomodidad. Cuando le comenté que si hubiese llevado pantalón largo no le hubiesen entrado, me contestó rápidamente que "a buenas horas me lo dices".




Una vez en el bosque, hablando, hablando... y unas cintas negras y amarillas que señalizaban alguna ruta, hicieron que me desplazara de la bajada habitual. Me di cuenta rápido que no íbamos bien y le propuse rectificar a la brava para "resituarnos" o retroceder unos metros y coger bien el camino. La respuesta fue contundente, "papá...ya sabes que esto de hacer el jabalí me encanta", así que corregimos el error de la manera más divertida posible y aparecimos en el coche como estaba previsto sin encontrarnos a nadie por el monte pese a estar en pleno agosto.