domingo, 6 de mayo de 2018

Circular desde el Balneario de Panticosa. Tablato, Brazatos y Bacias con esquís de travesía

El pasado martes día 1 de mayo, aprovechando el día festivo, nos fuimos con Pablo a Panticosa. Ya intuimos al ver la previsión meteorológica, que nuestra zona estaría cubierta por aquello de "nuboso en la divisoria" y por eso decidimos desplazarnos hacia el oriente en busca de los claros de sol.




Después de un porteo de poco más de quince minutos nos calzamos los esquís en medio de un ambiente puramente invernal a pesar de estar en primavera. Frío, nieve polvo y sol eran la combinación perfecta para pasar un buen día por la zona.




Tan solo con la decisión de dejar la zona del Garmo Negro por mayor probabilidad de encapotarse, poco a poco y casi sin darnos cuenta nos dirigimos hacia el Tablato




Vimos una huella que se dirigía hacia la diagonal, pero no continuaba hacia arriba. Las condiciones no parecían malas y decidimos probar. Vimos posibilidades de subir, la única pega era abrir huella por la diagonal hasta arriba con un buen paquete de nieve nueva.




Pablo, que está como un toro, abrió una huella de la que nos aprovechamos todos los que pasamos por detrás de él. Dejamos los esquís al final de la diagonal y nos acercamos a pie hasta la cima.




Tantas ganas había de pillar esa nieve polvo por la Diagonal del Tablato que perdimos poco tiempo en la punta y nos pusimos a bajar antes de que llegaran los que venían detrás de nosotros. Hubo que bajar con cuidado porque con el montón de nieve que había les echábamos alguna que otra colada a los que ascendían. Agradecidos los que subían por la huella trazada por Pablo y girando con cuidado para evitar echarles coladas, todos contentos.




Alucinando de esquiar por abundante nieve polvo a estas alturas de temporada, y viendo que había huella abierta hacia Brazatos, pusimos pieles y decidimos aprovechar la mañana. En vista del sol que estaba dando, decidimos ponernos otra vez un poco de crema. 




No se si me puse demasiada o que es lo que pasó, pero lo que sí que se es que al subir al Brazatos pasé un mal rato por el escozor en los ojos que tuve al entrarme en ellos parte de esa crema arrastrada por el sudor. Hasta que no me limpié con agua apenas podía abrir los ojos.




Pasado ese mal trago, otra vez a disfrutar de una bajada por nieve polvo a principios de mayo. De nuevo, otra vez enfilados, decidimos poner pieles y acercarnos al Bacias para disfrutar de otro ascenso con huella abierta y esperando disfrutar otro descenso por nieve polvo.




Una huella muy bien trazada nos permitió llegar al Bacias casi sin enterarnos. La nieve aún se mantenía en buenas condiciones por el ambiente frío que reinaba por la zona, lo que nos permitió otra bajada por nieve polvo en la que volvimos a disfrutar como en las dos anteriores.




Poco a poco, en la bajada hacia el Balneario, y con la pérdida de cota, la nieve iba transformando. Pese a esa transformación, en ningún momento se puso tan pesada como para quejarse y trampeando entre pinos fuimos acercándonos al coche.



Al final, una pequeña porteada puso fin a una mañana de disfrute total por el monte con unas condiciones de nieve buenísimas e inesperadas. Elegimos un buen momento para acercarnos al Balneario y disfrutar por la zona.










martes, 17 de abril de 2018

Petrachema ...y vale

Ante la buena previsión meteorológica que había para el fin de semana pasado, quedamos Pablo, Miguel y yo con la intención de ir a esquiar. Entre las ganas que había, la previsión de buen tiempo, la cantidad de nieve acumulada, la provocación de Kuestas con la entrada de su blog, añadido al buen recuerdo de la "Travesíansó 2005" organizada por el Club de Montaña Linza de Ansó y de la que, aunque arrugada, aún guardo la camiseta del evento, nos propusimos hacer el domingo 15 Petrachema, Mallo y Chinebral.
Me apetece poner una foto de la camiseta diseñada por José Amezua y que quedó bien maja. Iniciativas locales como estas deberían ser atendidas desde las instituciones locales, pasan los años y desgraciadamente no es así, deja de generarse ilusión y a la vista está que no se avanza como se debería.





Salimos temprano para cumplir nuestro objetivo con buena hora y decidimos apurar el ascenso por el Sobrante de Linza que, aunque no permitía bajar esquiando, si que nos dejó subir tras portear unos 200 metros. Ya no descalzamos los esquís en todo el trayecto de subida, pero probablemente sería el último día que esto ocurriera.




Conforme ganábamos altitud, lo blanco iba ganando terreno pero el día no terminaba de despejarse como esperábamos.




Pasado el Collado de Linza veíamos como el día no solo no mejoraba sino que se ponía cada vez peor. Pablo nos confesó que había mirado los modelos y la información que daban era de cielos encapotados. La previsión se cumplía pero nosotros seguíamos ilusionados a buen ritmo para completar la trilogía desde Linza.




La abundante cantidad de nieve y la niebla reinante en la arista hacían que se perdieran las referencias salvo cuando el sol intentaba imponerse entre las nubes sin éxito.




En la punta, mientras colocábamos crampones para bajar la pala en dirección al Collado de Petrachema, aún manteníamos esperanzas de completar la trilogía pensando que al llegar al collado todo mejoraría.




Fue una bajada lenta y sin referencias que nos hacían dudar en todo momento donde nos encontrábamos. 




Yo aún mantuve los esquís sin pasar a crampones, pero mis únicas referencias eran Pablo y Miguel hasta llegar a un pino cercano al collado. Así que tenía que avanzar junto a ellos todo el rato para no despistarme.




Al ir perdiendo cota, poco a poco íbamos ganando visibilidad. El tiempo perdido en el descenso, unido al estado de la nieve y la pérdida de la motivación e ilusión inicial, hizo que decidiéramos hacer la trilogía en el Refugio de Linza pagando una caña cada uno.



Un día en que lo mejor fue una jornada en el monte y un ambientazo entre los tres que allí estuvimos. Al final, risas y otra vez será el momento de completar la trilogía desde Linza....¡queda pendiente!












martes, 27 de marzo de 2018

Prueba popular de Orientación en Unzué

El domingo pasado decidí acercarme a Unzué para participar en una prueba de orientación. Nunca había estado en una prueba de este tipo y ya iba siendo hora de probar.




Las previsiones meteorológicas daban algo de lluvia, y los dos días previos con un catarro monumental hacían que pereceara algo a la hora de acudir a la cita, pero finalmente me animé a ir. La cosa no empezó mal, sin haberlo previsto, allí me encontré con Gabriel "el riojano" llevándonos ambos una buena sorpresa. El había quedado con Gema y los tres nos inscribimos a la prueba.




Nunca había usado la dichosa pinza y todo era una sorpresa, desde su reseteo antes de empezar, su activación y el fichado en cada una de las balizas de la prueba, todo era nuevo para mí.





Una vez activada la pinza y con el mapa en la mano, a por las 22 balizas perdidas en el monte. Todo un reto y cada uno por su lado.




Cierto es que el tiempo no me importaba y lo que quería era localizar todas las balizas, pero algún trote ya eché, animado por la sucesiva localización de cada punto. 


Foto organización

Una escala que nunca había usado (1:7.500) me permitió mantener la brújula siempre en el bolsillo. Iba localizando las balizas de forma rápida con las referencias del mapa, pero había que estar concentrado con la multitud de caminos que allí había. Tanto es así que cuando más confiado iba, al intentar localizar la número 17 me despisté y tuve que reorientarme buscando una buena referencia para, empezando de nuevo, localizarla. Esto me supuso una buena pérdida de tiempo, pero lo que a mí me interesaba lo había conseguido y me quedé contento.

Foto organización

Foto organización

Foto organización

Además el tiempo nos respetó y no llovió, lo que permitió disfrutar de una jornada de lo más entretenida organizada por el Club Deportivo Navarra en su sección de Orientación. Felicidades a la organización por permitirme descubrir este mundillo. 



Un tentempié al final de la prueba permitió recuperar fuerzas para llegar a Ansó con tiempo suficiente para tomar un vermú antes de comer. Un día diferente donde conocí gente nueva, tuve también buenos reencuentros con viejos conocidos y me quedaron ganas de repetir en otra ocasión.