Hacía algún tiempo que no acudíamos por la zona y a la vista de la huella que había, debíamos de ser de los pocos que no habíamos acudido por allí en este arranque de temporada. No habíamos decidido a donde acudir y la comunicación no era del todo fluida. Si Pablo me preguntaba a mi hacia donde ir, yo le decía que donde hubiera nieve y, seguramente como venganza, cuando yo le preguntaba a él, su respuesta era "múltiples opciones".
Por fin nos encaminamos hacia el Pico de Aneou, seguramente por las huellas tan tentadoras que se veían. En el arranque del ascenso, paramos. Pablo preguntó: ¿que huella cojo?, a lo que yo respondí: la que quieras. De repente me entró la risa porque ante tanta huella y tan "múltiples opciones", Pablo decidió crear la suya propia. Recordé los elementos de la comunicación que estudié por última vez en COU (emisor, receptor, mensaje, canal, código y contexto) y creo que no faltaba ninguno, pero la comunicación, estaba claro que seguía sin ser fina.
Al final se impuso la lógica y, poco a poco sin decir nada, tomamos una cómoda huella que nos plantó arriba sin darnos cuenta y disfrutando de lo que íbamos viendo.
Incluso podíamos echar un vistazo a nuestros Petrachema, Sobarcal y Mallo de Lacherito que, de momento, no los visitamos hasta que a la nieve no le de por bajar un poco más.
Quitamos pieles y lo único que teníamos claro era bajar, además de las "múltiples opciones" que podíamos hacer después. Así que nos echamos para abajo. La nieve polvo cada vez escasea más, aunque en algún tramo corto aún pudimos disfrutarla. En las partes bajas la nieve empeoraba y la nieve dura y labrada por la cantidad de gente que había pasado por allí, se combinaba con algo de costra, haciendo que sacáramos la estrategia de supervivencia.
Una vez abajo y entre las "múltiples opciones" decidimos subir al Cuyaralet ya que lo habíamos visto desde arriba y no tenía mala pinta. Tomamos otra de las muchas y muy buenas huellas y remontamos hacia su cima.
No era poca la gente que había tomado la misma decisión, así que sin perder tiempo quitamos pieles y bajamos disfrutando por una nieve transformada y, aunque trillada, resultaba de lo más facilona.
En vista de esto y que la cima del Gralleras estaba vacía, paramos para poner de nuevo las pieles y remontar otra vez por buena huella y completar el día como se merecía.
Acertamos. Después de disfrutar de las vistas sobre la Campana de Aneou volvimos a trazar unos pocos giros sobre nieve polvo que, aunque algo venteada, se dejaba esquiar muy cómodamente.
En la parte mas baja, otra vez la nieve se encostraba y endurecía. Además de esto, una pequeña embarcada para cruzar el barranco y no aparecer en la frontera del Portalet en lugar de donde teníamos el coche, completó una jornada con una comunicación especial y de lo más entretenida.
Buen retorno al Portalet en donde disfrutamos de lo lindo en un día espectacular y manteniendo la negativa al porteo... de momento.
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