domingo, 10 de enero de 2021

Raquetas de nieve por Ezpelá, Ansó. Eslinaderas-Barranco Barcarea

El pasado 5 de enero, víspera de reyes, amaneció despejado en Ansó. Una capa de nieve nueva, como casi todos los días últimamente, tapaba a la de los días anteriores. Decidimos aprovechar las condiciones reinantes y en familia, Elena, Elia y yo, nos calzamos las raquetas en la puerta de casa con la intención de dar un paseo.




La cabecera del valle se veía tapada por las nubes, así que no merecía la pena ir a buscar la nieve en cotas altas teniendo lo que teníamos sin movernos de casa y con el cielo despejado, que en los últimos días no era lo habitual. 




Nos dirigimos hacia el Paco de Ezpelá donde, además de los caminos señalizados, tenemos un montón de opciones para combinar la pista y las trochas existentes.




Al llegar a las Eslinaderas, las vistas del pueblo y del valle resultan espectaculares, como siempre, pero con el añadido de la nieve que envuelve todo.




También el bosque, con la nieve parece diferente, y era como si estuviésemos en otro lugar desconocido para nosotros.




Antes de la Fuente de Romo, utilizamos una antigua trocha de sacar madera para acudir a la pista de Ezpelá dejando el camino que nos lleva a Lomarrón d´o Toro, y así combinar una circular buscando el camino que sube hacia Changarrapán y el Campo del Morral, utilizándolo de bajada.




En la pista, mucho más transitada, había huella hecha. Resultaba mucho más cómodo el avance, pero quizá menos entretenido.




Pronto volvimos a los caminos y a abrir huella de nuevo. Además, de bajada, Elia cogió la delantera para abrirnos la huella. ¡Que diferencia de bajar con la bici a bajar con raquetas!, decía.




En este tramo a Elia, también le resultaba entretenido golpear las ramas cargadas de nieve con el bastón y observar cómo estas, al liberarlas del peso se levantaban rápidamente. También alguna vez le tocaba acabar rebozada como una albóndiga, pero eso formaba parte del juego.




Una vez cruzado el puente del Barranco de Ezpelá, llegamos a la Tejería, trago de agua en la fuente y a remontar hasta la pista de nuevo.
 



Tan solo restaba la última remontada por la cabañera hasta casa desde el Puente Veral.




Un paseo precioso por los alrededores de Ansó con un día espectacular y una nieve de calidad, completaron una mañana entretenida de disfrute con lo que tenemos por aquí, sin necesidad de desplazarnos a ningún lugar.









miércoles, 30 de diciembre de 2020

Circular desde casa con raquetas de nieve. Narancoba, Ansó

Esta mañana, y aprovechando un descuido de la meteorología que ha hecho que parara de nevar, hemos decidido con Elena dar un paseo con las raquetas de nieve. Resulta ventajoso tomar una decisión de este tipo y poderla realizar de inmediato sin desplazamientos en coche hasta el lugar de inicio de la actividad.




Ya no solo ha parado de nevar, sino que además hemos llegado a ver el sol y con ello observar como se encuentra todo lo que nos rodea después de una noche de nevada.




No hacía viento y la temperatura era ideal para caminar y disfrutar. Echando la vista atrás, el pueblo parecía un belén.




Elena iba cómoda tras la huella que le abría al ir yo por delante. Los pinos estaban cargados de nieve y el camino solo se intuía, pero resultaba suficiente.




La imagen de los montes cercanos a Ansó, Ezpelá, Usarna, Lopetón, Calveira y el mismo Narancoba estaban espectaculares.



Cuando estábamos en el punto más distante del paseo y quedando aproximadamente la mitad para volver a casa, el cielo se cerró de nuevo y volvió a nevar con ganas. Daba igual volver que seguir y completar la circular, así que continuamos con el plan inicial




Elena insistía en que ella siempre tiene suerte y, como por arte de magia o una pizca de brujería que también debe de haber algo, de nuevo paró de nevar.




Hasta el sol volvía a hacer amagos de querer salir otra vez.




Poco a poco, al ir bajando ya se veía de nuevo civilización y veíamos a los niños, y no tan niños, jugar con la nieve disfrutando.




La vuelta a casa por la carretera fue más cómoda pero menos entretenida. Ya le decía yo a Elena que siempre, como dice Jose Mari, "mientras haya matas iremos por las matas"... ¡mucho mejor, donde va a parar!.




De nuevo en casa con las raquetas hasta la puerta, después de haber dado un precioso paseo, haber disfrutado de la nieve y también de haber hecho buena gana de comer. ¡Todo un lujo!.