jueves, 25 de junio de 2020

Circular desde Oza. Sirviella-Sayéstico-Tortiella-Estriviella

El pasado sábado 20 de Junio decidí acercarme a la Selva de Oza para dar un paseo. El tiempo estaba tormentoso pero el calor todavía no había empezado a apoderarse de la situación. Esto, unido a la frescura del bosque permitieron que caminara cómodamente.




Un hayedo-abetal espectacular permite empaparse de bosque mientras se avanza poco a poco por antiguas trochas de sacar madera hacia la Plana de Sirviella




Desde este punto, y en el tramo más amojonado de la ascensión, se busca la salida del bosque bajo la punta de Sayéstico.




Justo el límite del bosque es el que delimita los términos cheso y ansotano como indica tanto la mas moderna señalización de mugas como las antiguas cruces talladas en la piedra.




Adentrándome ya en terreno ansotano y ganando un poco de altura se coge la  perspectiva suficiente que permite situarse en el entorno que hacía poco estaba tapado por la cobertura vegetal. Así, podemos observar desde la pradera de Oza en el fondo del valle, hasta llamativa cima del Castillo de Acher.




Bajo la punta de Sayéstico ya se observa el paso, cabañera, que une Tortiella y Sayéstico y hacia el me fuí dirigiendo para dar vista al puerto de Tortiella.




En un resguardo del solano de Tortiella aún se acierta a observar los restos del antiguo "muidero". Curiosidades de otro tiempo que aún la gente mayor acierta a contarte como se ordeñaban ("muían") las ovejas en el monte para hacer el queso.




Tras rebasar el Barranco de Tortiella y moviendo sarrios por el Codero de Tortiella disfruto de las vistas de Peñaforca, Lenito y la Punta del Ricón de Alano antes de dar vista al puerto de Estriviella.




Una bajada obligada hacia Estriviella, donde el paso esta adaptado para que las vacas tengan menos dificultades al pasar, permite llegar junto al cauce del Barranco de Estriviella por donde discurre el GR 11.1 que me conduce cómodamente hasta Oza desde donde he iniciado la ruta.




Una mirada de vez en cuando y con cuidado al cauce del potente y ruidoso Barranco de Estriviella permite hacerse la idea de cómo disfrutan los barranquistas en su descenso.


Una mañana bien aprovechada por una ruta poco conocida y poco transitada que permite disfrutar de la combinación de bosques y pastos en pleno Parque Natural de los Valles Occidentales






martes, 2 de junio de 2020

Ansó-Siresa

El pasado domingo, para terminar el mes de mayo, nos fuimos con Elia a Siresa. En los días pasados había estado yendo alguna que otra tarde para ver a su amiga Raquel. Le propuse ir caminando por el camino del Vedau de Ansó y pasar la mañana con ella, después la logística dictaba que Elena vendría a buscarnos con el coche y porque no, podría traer comida y pasar el día por allí.




A Elia le pareció estupendo y más con lo de comer por allí, con lo que le gusta. 




Aunque se preveían abundantes tormentas por la tarde, que se confirmaron, la mañana salió despejada, y las primeras rampas por "O Trestallo" hicieron que el calor apretara desde un principio.




Los primeros tramos de camino ya eran conocidos para Elia. Ya conocía la Borda Catalán, la Borda Techinero y la Espelunga Pabirrio, sobre todo gracias a las Marchas Senderistas Otoño Valle de Ansó que organiza el Club de Montaña Linza.




La frescura de la Espelunga Pabirrio nos permitió un respiro con respecto al calor reinante, algo que ya se mantuvo durante toda la excursión, con las abundantes sombras y el suave desnivel positivo que a partir de ese punto hay en el recorrido.




Elia se entretenía con todo lo que encontraba como suele ser habitual, tan pronto se refrescaba en las fuentes, como comprobaba la posibilidad de escalar una roca.




También le interesaba mucho conocer el camino hasta Siresa porque cuando fuera mayor y le dejáramos, iría ella sola a visitar a su amiga. Se llevaría ropa para cambiarse en la mochila y así estar en Siresa con ella, me decía. Al terminar de contarme todo eso y de manera inmediata me dijo: "¿cuando me dejaréis?"




En la Borda Botero hicimos una parada. Le conté la cercanía de las Bordas de Bizén y de Capuch, y que su bisabuela nació en esta última. Desgraciadamente los caminos, existentes y preciosos, como la mayoría de los del monte de Ansó están casi impracticables y lo que es peor, sin perspectivas de recuperarlos.




Los caminos en el valle son auténticas vías de comunicación espectaculares y con unas posibilidades tremendas de cara a generar puestos de trabajo y beneficios, incluidos los económicos, ligados a un desarrollo socioeconómico que en Ansó, indiscutiblemente ha de estar basado en naturaleza y su aprovechamiento ya sea ganadero, cinegético, educativo, lúdico, deportivo o turístico.




Pasada la muga, comenzamos el descenso, y después de refrescarnos en la Fuen d´a Cruz, pronto vimos nuestro objetivo bajo nuestros pies. Elia no se lo podía creer, "¡pues Siresa está muy cerca de Ansó!", comentaba mientras se fijaba bien en las zonas donde se podría despistar si iba sola e iba tomando nota.




Poco nos costó bajar hasta las inmediaciones del barranco del Hospital donde Elia intentaba localizar los saltos que sabe que allí hay y que también tiene ganas de hacer.




Al llegar a Siresa, Elia desapareció con su amiga Raquel. Entre tanto, yo me tomé una cerveza bien a gusto en la terraza del bar de siempre que ahora se llama "Lo salto la Vieja", con muy buenas vistas,  mientras llegaba Elena. Comimos juntos como habíamos acordado y pasamos la tarde hasta que la tormenta nos empujó a volver a casa. 
Día redondo, en el que todos disfrutamos de lo lindo.