Recientemente ha sido repasada su señalización y seguir su trazado resulta realmente sencillo. A Elia le hacía ilusión realizarlo de nuevo ya que desde la última vez habían pasado ya unos años.
Tras ver y palpar los lapiaces del Achar del Caballo, Elia disfrutó de unas carreras por la tasca hasta que se llevó entre susto y sorpresa al encontrarse en el camino a una ardilla que, a buen seguro, ella sí se llevó susto a la vista de sus derrapes en el arranque de su huida.
Aunque la escalada estaba prevista para la tarde, cualquier oportunidad de probar resultaba entretenida e interesante.
Por el camino, Elia veía con buenos ojos la Gorreta de los Gabachos, Anzotiello y el Chinebral. Son sitios donde todavía no ha estado pero que ya los tiene apuntados en su agenda para poderlos tachar.
Todo es conversación, yo la verdad es que desconecto en algún momento y luego Elia me reprocha que no me entero de nada. Hasta unas simples mariposas dan pie a contarme una serie de dibujos en los que unas mariposas negras encarnan el mal o algo así, y se apoderan de las actitudes de los protagonistas, que por supuesto son buenos......
Después de una detallada descripción de la serie de dibujos, junto a unos pastos con una hierba espectacular y bajo la sombra de unas hayas de ensueño, echamos un bocado antes de descender hacia el barranco de Gamueta.
Por el camino Elia recuerda lugares donde se divirtió la vez anterior y se entretiene con cualquier cosa, un tronco viejo y hueco, el puente sobre el barranco, los tritones, los "zapillones", ...
Una vez en la pista, la búsqueda de fresas es el mayor objetivo, pero nos damos cuenta de que por aquí la cosa va un poco retrasada y para comer fresas maduras y abundantes habrá que esperar un poco más. También nos fijamos que había abundantes "chordones" así que habrá que dar una vuelta por aquí otro día para darnos un festín de frutos silvestres.
Pasamos el tramo carretero entre Gamueta y Linza sin muchos apuros de calor, pese a que el sol lucía como un día de verano de verdad. Un trago en la Fuente de los Clérigos facilitó la llegada a Linza donde disfrutamos de la comida, la sombra, la tranquilidad y el paraje.
Después de comer tocaba darle caña a los "gatos" que Gerardo regaló a Elia para su cumpleaños. Nos acercamos a las Placas de Linza donde empezamos a probarnos.
Tío Pedro que apareció por allí, nos acompañó y también se probó en las tres vías en las que estuvimos y repetimos las veces que fueron necesarias hasta que quedaron totalmente controladas.
La tarde iba avanzando pero nosotros no nos dábamos mucha cuenta ya que el disfrute era total. Se había pasado la hora de merendar y casi la de echar un baño en Zuriza.
Lo de la merienda lo solucionamos rápidamente acercándonos al Refugio de Linza donde, mientras Elia tomaba un buen colacao, tío y el que escribe aprovechamos para tomarnos una cerveza bien fresca.
Y lo del baño lo resolvimos al pasar por Zuriza, donde un chapuzón en el pozo del puente, con agua algo más fresca de lo esperado, terminaron un día de lo más entretenido y donde incluso nos faltaron horas para seguir disfrutando.
Existen reseñas de las "Placas de Linza" en el Refugio de Linza y en el Camping de Zuriza donde podréis consultarlas con toda tranquilidad.
Nosotros hicimos las tres vías de la derecha de la reseña, empezando por la vía Peques y pasando después a la Christine y Sofi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios