miércoles, 26 de febrero de 2014

Fondo, raquetas y travesía en Linza. Ansó

Estos días los niños de la escuela de Ansó suben a aprender esquí de fondo a Linza. El Lunes salió un día espectacular. A las doce del mediodía comenzaba el cursillo para el grupo en el que está Elia y sus compañeras. Era momento de aprovechar para foquear un rato y disfrutar, así que cojí los esquís y tiré ladera arriba.




Todo estaba a favor, el sol, la nieve, la temperatura,... así que casi sin darme cuenta me planté debajo de la cornisa de La Paquiza. Allí decidí quitar pieles y bajar antes de que Elia terminara su clase de esquí de fondo.





La bajada la hice rápido para que me diera tiempo a cambiarme y tomar una caña antes de empezar a comer a las dos, que era cuando terminaba el cursillo.
Después de la comida, Elia quiso probar sus nuevas raquetas. Pero como las condiciones de nieve eran muy buenas, y lo prometido es deuda, coloqué sus pequeños esquís y sus botas de alpino en la mochila y empezamos a remontar por la ladera del Sobrante con idea de bajar después esquiando por el monte "como hacen los que van de travesía".





Pese a que a esas horas ya no lucía el sol de la mañana y las nubes habían ganado terreno en el cielo, la ilusión de subir con las raquetas para luego bajar con esquís superaba cualquier traba que nos encontrásemos. Además, no solo es que desaparecieran todas las trabas sino que aparecían nuevas fuentes de entretenimiento como el iglú que nos encontramos a mitad de camino.




La pequeña construcción dio para mucho. Jugar y preguntar eran todo uno, incluso provocó algún atasco en las respuestas.




Después de esto, solo faltaba encontrar el lugar ideal para cambiar las raquetas por los esquís y buscar la pendiente perfecta para disfrutar de la primera bajada de Elia por nieves sin pisar por las máquinas. De ello me había encargado ya por la mañana en la rápida bajada de La Paquiza y todo estaba previsto para el estreno de Elia.





Sus gritos de júbilo se dejaban oír, "¡estoy haciendo travesía!", gritaba, "¡esto es chachi!". En un momento de parada me comentaba que esto era mejor que esquiar en pista porque no había que estar pendiente de que nadie se te llevara por delante al hacer los giros.



Satisfecha con su nueva experiencia, y después de recoger todo, decidimos tomar un cola-cao en el refugio. Además así le contaría a Beni que ya había hecho travesía. Acababa de hacerlo y ya tenía unas ganas terribles de contarlo, Beni fue el primero en recibir la noticia, después Eloy,...
Nos despedimos de Linza no sin antes ver desde primera fila como la máquina pisa pistas planchaba la nieve para que el día siguiente el cursillo volviera a ser todo un éxito como hoy.
Bajando hacia Ansó, y como el día ya empieza a alargar decidimos parar en el entorno de la Cueva de Los Cuchareros.





Antes de hacer la visita de rigor a la cueva, nos abrazamos al impresionante fresno que hay en sus cercanías, visitamos el monumento con el "mosquetón gigante" que recuerda a un escalador que se quedó para siempre en el circo de Ezacaurri, nos metimos en el bosquete de tejos que está al lado, descubriendo que pese a su alta toxicidad no pasa nada por tocarlos y finalmente bajamos a la cueva antes de despedirnos del día y bajar a Ansó para contarle a mamá todo, todo y todo.


domingo, 23 de febrero de 2014

Quimboa Bajo con esquís. Ansó

El jueves pasado todas las previsiones indicaban que iba a hacer un día espectacular, con un sol que estamos echando mucho en falta por estos valles. Al ir subiendo valle arriba con Pablo nos dimos cuenta de que estaba toda la divisoria fronteriza tapada y bien tapada. Antes de llegar a Linza decidimos parar en las Eras y subir hacia Quimboa que parecía que tenía alguna posibilidad más de despejar.



Aprovechamos el circuito de Raquetas de Las Eras para subir por el Paco de Las Eras hasta el Cerro de Pinaré. Allí, aún albergábamos esperanzas de tener el día previsto al ver unos rayos de sol e incluso pensamos que igual despejaba y habíamos metido la pata por ser en exceso conservadores y no confiar en los servicios meteorológicos.




Avanzamos hacia Pinaré Alto con ilusión y con las dudas de la meteorología. Dos personas que habían decidido hacer lo mismo, nos llevaban ventaja y decidimos seguir su huella.




Mientras se empezaba a cerrar otra vez, observamos bastantes coladas en todas las orientaciones, pero las de Ruzquía eran las que más nieve habían movido.



Después de un rato de niebla que incluso dificultaba seguir la huella de los que iban por delante de nosotros y casi sin danos cuenta, nos plantamos en la punta de Quimboa Bajo. Nuestra intuición sobre la meteorología nos ha dado la razón, no es que estemos contentos por ello ya que nos hace falta tener algún día despejado por fín, pero al menos no hemos metido la pata y hemos acertado en la toma de decisiones.



Después de echar un bocado y dar un poco de tiempo para ver si despejaba, decidimos quitar las pieles y tirar hacia abajo sin saber muy bien por donde. Incluso en algún momento nos orientamos con el GPS ya que la visibilidad era muy pobre.




Al ir bajando de cota, la niebla iba desapareciendo y la visibilidad aumentaba. No tuvimos un bello día soleado, pero al menos veíamos por donde íbamos. Incluso tuvimos la posibilidad de observar de cerca el vuelo de un quebrantahuesos sobre nuestras cabezas, justo antes de meternos en el bosque.



Rápidamente llegamos al coche. El día no había resultado como esperábamos, pero ante la situación que nos habíamos encontrado, aprovechamos una mañana más como muchas de las que llevamos este invierno. 





miércoles, 19 de febrero de 2014

Ansó-Hecho por alternativas al GR-15

El lunes pasado por fin salió un día espectacular. Sol y buen rehielo nocturno hacían un día perfecto para ir a esquiar. Las obligaciones mandan y tuve que pasar una preciosa mañana por Jaca haciendo recados. Después de volver a Ansó para comer, recordé que tenía el coche en el taller y que había que ir a buscarlo hasta Hecho.



Decidí arrancar casi con el último bocado de la comida en la mano para aprovechar la tarde soleada. También decidí no repetir la ruta del viernes y evitar en lo posible el GR para recorrer caminos olvidados, para unos más que para otros.




Subí por el paco de la Fuente Alta, en principio por camino limpio y señalizado hasta la Borda Catalán.




A partir de este punto, en lugar de seguir por el GR-15 tomé el antiguo camino que llevaba a Hecho. El camino es precioso y se sigue sin dificultad en sus primeros tramos pese a estar totalmente descuidado, y lo peor, sin ningún interés en recuperarlo pese a algún intento de hace unos años con subvención incluida y concedida que nunca se llevó a cabo. A saber como se justificaría..., ¡que sucia es la política!.




Pasado el cerro de Gato y adentrándonos en el solano llegamos a la fuente de San Salvador. El agua se desploma en una espectacular cascada formando "A Val d´Achar". El paso del camino por este lugar está en estos momentos intransitable salvo utilización de neopreno o botas de pescar ya que el agua ha cogido como cauce el propio camino. Los muros a ambos lados del camino encauzan el agua en todo el tramo. Para salvarlo, paso por los campos de Juan Blas y después para retomarlo tengo que salvar otra zona húmeda que recuerda a los manglares.




Salvado este tramo, sorteo otro barranco antes de llegar a la Plana Monreal. A partir de ahí solo queda el barranco de la Palangosa antes de llegar a la Collada Perpetua. Suele ser habitual en mí un pequeño tituveo para seguir el camino una vez pasada La Plana Monreal, que resuelvo, como siempre, enlazando rápidamente.
El paso por la Palangosa siempre resulta especial para mí. Allí se encuentra la Borda Capuch, lugar donde nació mi abuela y allí acudo habitualmente y me entretengo y me vienen a la mente muy buenos recuerdos. El tiempo allí se pasa rápido intentando hacerme a la idea de cómo viviría allí, en pleno monte, un bebé, una niña, una joven o una adulta que luego se convertiría en mi abuela.





Después de ver el abrevadero, no me aguanto y me meto dentro de la borda hundida con las mismas sensaciones de siempre que lo hago. Recuerdo las historias que me contaba mi abuela relacionando a los vecinos de las cercanas bordas de Bizén y de Botero, y me viene a la mente su risa a carcajadas cuando nos contaba la del "garrotín" en la Borda Botero. Miro por una de las ventanas y pienso en cuántas veces se asomaría por allí mi abuela en días soleados, nublados, con calor, con frío,...

Cuando me doy cuenta son las seis de la tarde. Con seguridad se me hace de noche antes de llegar a Hecho. Subo por el cerro sin apenas dar vueltas y alcorzando todo lo que puedo para llegar cuanto antes a la Collada Perpetua. Que es fiel a su nombre pese a las toneladas de escombro que se depositaron cuando arreglaron la carretera. 




Como sigo en mi empeño de evitar pisar la carretera, aún remonto hasta la borda Guallar para descender por el camino limpio del paco del Barranco Arbesa (creo que se llama Paco Abati), ahora sí a la carrera. "Prisa mata, amigo"..., pues sí, cuando llego al área recreativa de la Fuente Churdana, me doy cuenta de que me he dejado atrás el camino limpio, como veo una traza decente sigo adelante y poco a poco se va espesando y ensuciando. Tras unos cuantos pinchazos y de combinar trochas sucias,  con aguaderas de los campos y trozos aún más sucios y vestidos, vuelvo a empalmar ya sin luz con el camino en las cercanías de la Plana del Escultor. Cruzo la carretera y remonto hacia La Cuesta para llegar a Hecho por camino cómodo y ya sin correr porque la noche había llegado.



La aventura resultó agradable y entretenida, como siempre que se va al monte. Recogí el coche en el taller y volví a casa pensando en todo lo que me había pasado y había visto, ....
La conclusión fue positiva incluidos los despistes, las carreras, los pinchazos y los recuerdos.