jueves, 25 de agosto de 2016

Circular desde Linza al Mallo de Lacherito. Ansó

Después de unos días de calor, la previsión decía que el domingo 21 la bajada de temperaturas estaba asegurada. Como las oportunidades no están para desaprovecharlas, le comenté a Elia la posibilidad de hacer uno de sus objetivos para este año, el Mallo de Lacherito. Eso suponía no salir por la noche el sábado y madrugar un poco el domingo, ...¡vale, me llamas a las 7:30!. No se lo pensó mucho, lo que garantizaba las ganas por salir al monte.




Las previsiones se cumplían, y después de un buen chaparrón el sábado, el domingo amaneció fresco y despejado. Subimos por la Foya de los Ingenieros y no nos quitamos el forro hasta la Foya Manaté, aunque continuábamos con la manga larga. 




Como siempre, además de caminar a gusto, Elia no paraba de encontrarse cosas. Móviles de piedra, flores, varitas mágicas, cucarachas, saltamontes,...Aunque esta vez localizó una puesta curiosa que no le dejó indiferente y a mi tampoco. Repasando la diferencia de color entre el haz y el envés de determinadas hojas vimos unos puntitos plateados y ordenados que alguien habría colocado allí. Como no lo sabíamos le echamos una foto y ya, al poco de empezar, nos bajábamos tarea de investigación para casa.




Poco después de un tentempié, Elia ya veía la punta de Petrachema y la cantidad de gente que allí había y subía y bajaba por su larga arista. Por nuestro camino también había gente y conforme avanzábamos nos encontrábamos con más.




Justo cuando íbamos a ver nuestro objetivo, un nevero hizo que Elia se callara, que ya es raro, porque siempre tiene algo que contar y va enlazando unas cosas con otras sin parar. Estaba justo debajo del camino y al verla tan paralizada y silenciosa le pregunté si quería acercarse a tocar la nieve. Antes de responder ya se había echado pedreguera abajo como una posesa. Otra vez arrancó a hablar pero esta vez era un monotema: la nieve. "¡Que estamos a final de agosto!", "¡Que montón y que fría está!", "si me monto encima ¿se hundirá?".




Comentando la experiencia vivida, nos plantamos en la punta del Mallo sin darnos cuenta. Otra vez lo que veía hacía que Elia volviera a parar de hablar. El mar de nubes y las vistas desde arriba lo copaban todo.




Otro bocado volvió a hacer reaccionar a Elia y retomó la contínua conversación. Pronto decidimos bajar y volver por la Plana Diego para completar una circular, eso si, después de esconder una varita mágica en la misma punta.




Lo de bajar de un "pico de mayores" por diferente sitio al de subida para completar una circular, le encantó a Elia. Sucesivas carreras y paradas para esconder piedras de multitud de formas se alternaban con el conteo de saltamontes con alas azules.




Desde el Paso del Oso vimos como la sequía de este verano quedaba patente por todos los lados. Mientras la hierba seca dibujaba perfiles curiosos, bandas de hayas con menor cantidad de suelo se secan irremediablemente ante la falta de agua.




Casi teniendo que poner la chaqueta en el bosque, llegamos al Achar del Caballo por un sitio nuevo para Elia. Se puso contenta de llegar a este lugar, en el que había estado tantas veces, pero por otro sitio diferente, tanto como de ver cerca el Refugio de Linza donde íbamos a comernos unos huevos fritos para completar la excursión como mandan los cánones. Día redondo donde disfrutamos del monte y Elia cumplió otro de sus objetivos.









jueves, 18 de agosto de 2016

Paseo circular en BTT por Irati. Casas de Irati-Abodi

El martes pasado 16 de agosto fue el día elegido para acercarme con la bici a Irati. Un día libre no se podía desaprovechar y ya hacía tiempo que me rondaba por la cabeza acercarme hasta allí para dar una vuelta.
Lo primero que hice fue acercarme al punto de información donde me explicaron muy bien las posibilidades que ofrecen los recorridos que allí tienen preparados, además me dieron un plano que sirve de mucho para orientarte por la zona.




Con todo preparado me dispuse a realizar uno de los recorridos señalizados que allí hay. Con las extracciones madereras me quedé embobado. ¡Que abetos y que hayas estaban sacando!, el olor a madera recién cortada me recordaba a cuando en Ansó se realizaban trabajos de este tipo. La pista estaba en muy buenas condiciones e incluso habían limpiado la ramilla y los tronquillos para facilitar el paso.




Cuando me di cuenta, llegué al final de la pista y arrancaba una trocha hacia arriba. Me pareció recordar que en la información me comentaban que solo al final de un largo ascenso por pista, para la bajada se cogía una trocha, ???. Paré y mientras me comía un plátano miré el plano que me habían dado. Justo, la primera liada del día. En algún momento me había pasado la señal de camino equivocado que estaba perfectamente colocada al igual que el resto, pero con esto de los maderos me la había saltado. Media vuelta y unos cinco kilómetros más merecieron la pena por una fresca y buena pista.




Una vez en el camino correcto, y tras pasar un majete tramo de camino, a disfrutar de una subida larga por la parte francesa y por una pista perfectamente engravada que facilitaba el ascenso.




La monotonía del ascenso la vi rota al encontrarme con un corro de alerces que me hicieron parar a observarlos, ya que no es una especie a la que estemos acostumbrados por la zona. Esta vez, atento a la señalización cogí el desvío por la trocha correcta. Un descenso entretenido me metió en una barranquera fresca y decidí que era un buen lugar para parar a comer.




Con la tripa llena y mirando el plano, pensé que podría seguir la bajada pero en lugar de completar el recorrido previsto podría enlazar con otro que me subiera hasta Abodi y así alargar un poco más la jornada.
Al llegar al final del barranco (y antes del desvío hacia Abodi) está la posibilidad de cruzarlo por debajo de una alambrada o de seguir con la bici de la oreja unos 200 metros por el bosque para no cruzarlo. Resultará, esta última, una buena opción si el barranco baja grande y no se puede pasarlo fácilmente.




De nuevo una cómoda pista me lleva hacia arriba casi sin enterarme. Un poco antes de llegar a Abodi vuelvo a mirar el plano y veo que tengo la opción de bajar por bosque o desde el alto de Abodi recorrer los pastos altos para llegar al mismo sitio. Aunque me decanto por bajar por la sombra del bosque, me tienta y subo a tocar chufa al alto.




Una pista larga con suaves subes y bajas cruza varios barrancos hasta decidirse a perder cota y enlazar con un GR. De nuevo la señalización de los recorridos y el plano me ayudan a orientarme. Una bajada disfrutona por camino me acercan al lugar de inicio de la ruta.




Día completado dando un paseo que se alargó más de lo que había previsto, pero que cumplió todas las expectativas de pasar un día por el monte paseando con la bici y disfrutando.


El centro BTT de Irati merece la pena visitarlo por el interés con el que se realizan las cosas. Desde la información, pasando por la señalización y el cuidado de caminos y pistas, e incluso la combinación de aprovechamientos forestales con los turísticos dan buena prueba de que la gestión de los recursos naturales llevada con rigor, planificación y respeto, funciona para todos.