miércoles, 22 de enero de 2014

Esquí de travesía en Ansó. Garganta de Ezcaurri-Collado de Estriviella.

Ayer, aprovechamos la ventana pronosticada de buen tiempo y nos fuimos a dar un paseo y a disfrutar del paquete de nieve recién caída. Salimos Pablo y yo por la mañana, anticipándonos a la salida del quitanieves, lo que provocó que no pudiésemos llegar hasta Zuriza con el coche. A la altura del Km 12 aproximadamente, tuvimos que abandonarlo y calzarnos los esquís.




Al llegar a Zuriza vimos como estaba todo y disfrutábamos. Conforme avanzábamos íbamos viendo como estaba Mazandú, nada que ver con lo que había hace justamente un mes y sobre la marcha decidimos dirigirnos hacia el Collado de Estriviella.




Todo estaba inmaculado y la nieve polvo hacía de la apertura de huella se convirtiera en un auténtico disfrute. Después de echar un trago de agua en la fuente de Tachera, un bocado rápido y rellenar la cantimplora, arrancamos por el bosque donde íbamos comprobando la inclinación de la ladera con los bastones.




Mientras ascendíamos, observábamos que el paquetón de nieve también iba aumentando. Pablo llegó a medir 80 cm de nieve reciente nada más pasar el barranco de Mazandú (cota 1600 aproximadamente). También vimos que no sólo nosotros abríamos huella, un potente ciervo se abría camino como podía al otro lado del barranco de Chipeta.




Los relevos para abrir huella se sucedían. Siempre los míos más cortos que los de Pablo, que tira como un auténtico jabalí. Continuamente le tenía que decir que me dejase un poco más, ya que aunque el esfuerzo es grande, también resulta gratificante abrir una huella de la que nos sentimos orgullosos.




Tras un momento que se nublo un poco, volvió a lucir el sol. Al llegar a la parte más alta, vimos como se ha había formado alguna placa por el viento, cosa que hasta ese momento no había ocurrido. 




El esfuerzo había merecido la pena. Arriba perdimos poco tiempo ya que el ascenso había sido lento. Echamos un bocado, foto, fuera pieles y para abajo. El paquetón de nieve, junto con su apelmazamiento unido a la poca pendiente, hacía que esquiar resultase trabajoso. En los tramos más suaves de pendiente, el mejor recurso era meternos en el cajón de la huella que habíamos abierto en la subida para poder deslizar y avanzar.




Volvimos a poner pieles para remontar el barranco, ya que la cantidad de nieve no facilitaba las remontadas. Tras disfrutar por el bosque, nos metimos en la huella para bajar por la pista de Tachera hasta Zuriza donde, como ya suponíamos, el quitanieves había pasado dejando la carretera totalmente limpia. 




Nos echamos los esquís a la mochila y caminamos por la carretera en busca del coche. Habíamos disfrutado de una buena "calzoncillada" sin haberla preparado y habiendo salido con la intención de dar un paseo con esquís por nieve virgen.