viernes, 23 de diciembre de 2016

Cueva Cucos, Fórcala. Ansó

El domingo pasado, 18 de diciembre nos fuimos de paseo Martín, Elia, Miguel, Sonia y yo. Elia ya hacía días que me echaba en cara que no la llevaba al monte, así que convenció fácilmente a Martín y a sus padres y todos nos fuimos a la Cueva Cucos.




Teníamos que volver a comer a casa, así que madrugamos lo necesario para llegar a tiempo. El primer tramo hasta la Plana Monteoscuro es umbrío durante gran parte de la mañana y más en estas fechas, donde en estas zonas, al sol le cuesta entrar.




Salvo en zonas de resguardo, la escarcha lo cubría todo. Pero el ambiente fresco ayudaba en la subida, en donde para nada se sudaba y poco apetecía ir despojándose de ropa.




Al llegar a la Plana Monteoscuro la situación cambió por completo. No había nada que se interpusiera entre el sol y nosotros, las vistas hacia la Canal de Berdún eran amplias y ya empezaba a apetecer quitarse algo de ropa. 




Elia y Martín tomaron la iniciativa en el tramo de suave descenso que trazaba el antiguo y espectacular camino que iba de Fago a Biniés y que une los dos espacios protegidos de las Foces de Fago y Biniés. Lástima que desde la Cueva Cucos el camino no esté limpio hacia Biniés y no resulte cómodo recorrerlo mientras no se limpie. (Más información sobre el camino)




La pequeña cueva hizo las delicias de Elia y Martín y disfrutaban intentando encontrar pasadizos secretos, incluso movían palos y troncos por si alguna piedra se pudiese mover y dar pie a encontrar alguno. Nos hicimos una foto de grupo y nos dirigimos a los paredones de enfrente desde donde teníamos buenas dimensiones del tamaño de la "zingla" que forma la cueva.






Emprendimos el camino de vuelta y la pareja de jovencillos seguían buscando pasadizos secretos. El que busca encuentra, y aunque no todo lo que ellos hubieran querido, aún localizaron un buen agujero entre piedras que sirvió para que quedaran satisfechos y pasaron y volvieron a pasar unas cuantas veces.



Aunque la mañana había sido fresca, el sol de mediodía resultaba de lo más agradable, permitiendo así disfrutar del paisaje característico de la zona.




Las carrascas crean formas que no paran de llamarme la atención y dan lugar a estampas que contrastan con lo que estamos habituados a ver en la mayor parte de la zona alta del valle.




En los tramos de sombra que por la mañana estaban llenos de escarcha ya entraba también el sol. Este había hecho desaparecer la escarcha, pero ésta aún se resistía en pequeños recodos donde el ambiente también se mantenía fresco.


Tras un agradable paseo en buena compañía llegamos a comer a Ansó, como estaba previsto. Habíamos disfrutado por el monte como siempre, en lugares escondidos y resguardados, ideales para esta época del año.