jueves, 11 de agosto de 2016

Circular a la Chemin de la Mature. Valle de Aspe, Francia

En esta temporada de calor, como corresponde a principios de agosto, le hemos tomado el gusto con Elia a la vertiente francesa del pirineo y el domingo pasado, día 7, nos fuimos a buscar la frescura de los bosques del Valle de Aspe. Marchamos a la Chemin de la Mature para realizar una circular.




Dejamos el coche en el pequeño aparcamiento de Pont de Cebers y pronto nos quitamos el jersey. No llevábamos mala hora y en la sombra se estaba realmente bien, pero cuando salías al sol la cosa cambiaba.




Desde que le comenté a Elia que íbamos a un camino excavado en la roca no paraba de preguntarme si era ancho o estrecho. Al verlo no paraba de decir o más bien gritar: "¡pero si esto es anchísimo!".




Al girar y entrar en zona de sol, el calor empezó a apretar. Elia decía que sudaba mucho, pero cuando me vio a mi, parece que entendió que todos los que por allí transitábamos estábamos en la misma situación. Al sol se unía el resguardo que proporcionaba la roca y todo unido hacía que el resultado fuera algo agobiante.




Con algún trago de agua aprovechando las pocas sombras, fuimos pasando el tramo al sol para adentrarnos en la sombra definitiva del bosque que no nos abandonaría prácticamente en todo el día.




Antes de volver hacia el Col de Arras, nos acercamos a buscar la frescura del barranco hasta el cercano Pont de Trungas. Merece la pena acercarse, descansar y disfrutar del agua y la frescura. Elia también disfrutó al encontrarse el puente descalzado en uno de sus laterales. Eso de que se moviera y estuviera algo torcido no resultó ninguna desventaja para pasarlo bien.




Al retornar y dirigirnos hacia el Col de Arras para completar la circular, nos encontramos con un curioso cartel que indicaba la existencia de un refugio o café. Era algo que desconocía, pero que todo indicaba que se iba a resolver en un rato.




Algún corto tramo de sol que se hacía mucho más llevadero que el tramo anterior de la Chemin, permitía observar las cotas altas que teníamos alrededor. Incluso reconocíamos el macizo del Aspe y la Zapatilla.




Al final se descubrió el pastel, ... ¡y que pastel!. ¡Vaya sitio!, dentro de un bosque de cuento aparecía otro lugar también de cuento, totalmente inesperado. Original y con unos detalles llamativos y curiosos. La comodidad metida en la misma naturaleza, con posibilidad de comer, dormir o tomar un refresco en un lugar idílico.




Beloute café la guinda perfecta a la excursión en sintonía con el entorno. Un buen lugar para esconderse de las estupideces que nos rodean.


Después de una buena comida, una visita al cercano Parc Ours de Borce completaron una bonita excursión en los Pirineos Atlánticos.