martes, 26 de diciembre de 2017

Circular invernal al Chinebral de Gamueta desde Linza, Ansó

El pasado 21 de diciembre, antes de la lotería, los villancicos, los vinos y las comilonas, decidimos con Pablo dar una vuelta por el valle. Subimos a Linza con la intención de calzar los esquís sin porteos, y tal y como estaba la cosa, el Barcal de Linza es un valor seguro.




Entramos por la umbría de la pista de esquí de fondo y, siguiendo por el fondo de valle alcanzamos la Foya Manaté. Allí en lugar de hacer la diagonal que cruza alta la Foya decidimos subir por la pedreguera del fondo a la vista de lo que observábamos. Calzamos allí las cuchillas y ya no las quitamos salvo para pasar al "modo alpinista" con los crampones.




Aunque la vista que nos ofrecía el Sobarcal era imponente, lo cierto es que en la zona falta bastante nieve y las piedras afloran creando una situación complicada por la dureza de la nieve. Esta situación nos hace avanzar con cautela y prudencia.




Pese a que lo habitual al ir por esta zona es ascender el Mallo de Lacherito, ya habíamos salido con la idea de dirigirnos hacia el Chinebral de Gamueta y esquiar sus palas sures que ya habíamos visto que tenían buena pinta. También sabíamos que la nieve escaseaba por las partes bajas y que nos tocaría portear de vuelta a Linza, pero eso iba a ser al final de la jornada.




Al salir al sol, entrando en el puerto de Plana Diego veíamos como el Mallo de Lacherito o Punta Plana Diego se mantenía semitapado por la niebla, lo que nos hacía pensar en que la pala quizá no transformara lo suficiente. Esto nos reafirmaba en la idea que ya llevábamos de dirigirnos hacia el Chinebral. Y aunque ya estaba mas o menos claro desde el principio, la vista del Mallo y su pala siempre resultan tentadores.




Así, nos dirigimos de nuevo por la umbría, con nieve helada y con un viento bastante molesto y que daba una sensación de frío poco agradable, a buscar el lomo del Chinebral.




Descalzamos los esquís y nos fuimos directos para salir al sol cuanto antes. Un trozo empinado antes de saltar a la arista puso algo de ambiente a al día. 




El viento mantenía la nieve dura también en el largo cerro del Chinebral de Gamueta, con lo que decidimos no calzar los esquís y alcanzar la punta con los crampones, disfrutando al sol de todas las vistas.




Perdimos el tiempo justo para recoger los crampones y preparar los esquís para bajar. La pala estaba perfecta como habíamos planeado ya que el sol había hecho bien su trabajo.




El hecho de deslizarnos por una nieve crema, como si fuese marzo o abril, nos dejó tan satisfechos que asumimos la porteada prevista de una manera mas amable.



Contentos de haber disfrutado de un recorrido poco habitual, pero disfrutando del hielo y de la nieve primavera en diciembre, completamos una jornada de lo más provechosa con unos huevos fritos en el Refugio de Linza, preparándonos para todo lo que pueda venir en estos días que se acercan.










jueves, 21 de diciembre de 2017

Un Bisaurín de incertidumbre con esquís

Ayer miércoles, 20 de diciembre, quedamos para ir al Bisaurín Pablo, Iñigo, Miguel y yo. En Lizara nos recibió algo de aire por la mañana y asumíamos una mínima porteada por las imágenes que habíamos visto en la webcam del refugio.




Antes de la Fuenfría ya habíamos calzado los esquís y con un poco de trampeo y de esquí-hierba te librabas de descalzar para subir. 




Antes de la llegada al Collado de Lo Foratón la mitad de la expedición decidió pasar de los esquís y ponerse los crampones, ante la dureza de la nieve. Los que mantuvimos las cuchillas, justo en el collado, decidimos pasar también a crampones.




En el ascenso al collado, nos cruzamos con varios montañeros que se daban la vuelta en su intento de subir al Bisaurín. Nos informaban que las rachas de viento eran muy fuertes y que les impedían seguir con seguridad. Al llegar al collado nosotros, ante el viento y la dureza de la nieve pensamos hasta en dejar los esquís allí e intentar subir solo hasta donde se pudiera.




Finalmente echamos los esquís a la mochila, y acertamos. Hasta el punto de que, excepto Pablo que no quiso quitar el "modo" alpinista, a mitad de pala volvimos a calzar esquís y pudimos foquear hasta la cima.




Una nieve polvo prensada por el viento nos permitía avanzar bien por la pala y nos dejaba pensar que la bajada, al menos en esos tramos, iba a estar bastante aceptable para lo que se preveía en el collado. Y, desde luego, ya con lo que veíamos, no nos arrepentíamos de haber subido los esquís.




Una vez en la cima, además de las vistas de siempre, un voluntario se ofreció para hacernos la foto a los cuatro, dejándonos bien claro que si tuviera que esforzarse para picar piedra no hubiera sido lo mismo.




Salvados unos primeros tramos algo irregulares, nos enfrentamos a la pala sabiendo que la íbamos a disfrutar. Todavía mejor de lo que esperábamos encontramos la bajada por una nieve uniforme que permitía más de lo que pensábamos.




Buena sorpresa nos llevamos cuando al llegar al Collado de Lo Foratón, la nieve dura de la subida había trasformado y también permitía disfrutar de lo lindo. Así, algunos nos animamos a llegar con esquís hasta el refugio, mientras otros mas conservadores cuidaban los esquís en la mochila.



Un día en el que las expectativas no eran de lo más halagüeñas, pero que poco a poco la jornada fue dando de sí,...y mucho.
Unas cañas en el Refugio de Lizara, para comentar los mejores momentos, culminaron una buena jornada de monte en muy buena compañía.