jueves, 31 de enero de 2013

Por Berdoloquí con esquís. Ansó

El lunes pasado, mientras estaba acabando de comer recibí una llamada de Pablo. Me comentó si me apetecía ir a dar una vuelta con los esquís. Yo, no se muy bien porqué, le pregunté hacia donde quería ir, me dijo que igual dábamos una vuelta por Berdoloquí, ...¡vale voy!, le dije. En realidad me daba igual el sitio a donde ir.

 
 
Dejamos el coche en el aparcamiento de la Borda Chiquín y comenzamos a foquear por la trocha que nos lleva al Cubilar de Atanasio. No hacía frío y la nieve estaba húmeda en esos primeros tramos. Conforme íbamos subiendo ganábamos en vistas y observábamos como venteaba por las puntas más altas, mientras nosotros seguíamos cómodamente al abrigo del bosque.
 
 
 
 
Una vez en el Cubilar de Atanasio, decidimos remontar por el cerro que nos lleva al puntal más alto de Berdoloquí, en busca de los últimos rayos de sol del día.
 
 
 
La sombra, unida al aire del cerro, hizo que tuviese que ponerme ropa para no tener frío pese a estar en pleno esfuerzo de subida. Esas condiciones meteorológicas hicieron que nos encontrásemos con un tramo de nieve costra que para subir no nos influyó demasiado.
 
 
 
 
Antes de llegar al final del cerro ya nos iba entrando el sol. Ésto, unido a que el bosque volvía a protegernos y a que elegimos un tramo un tanto duro, por donde había habido unas cuantas coladas de nieve, para llegar arriba, hicieron que entráramos pronto en calor, aunque decidimos no quitarnos ropa ya que estábamos muy cerca de la punta y no había mucho tiempo que perder.
 
 
 

Antes de llegar arriba, la divisoria con Navarra nos ofrecía una vistas impresionantes con el sol de la tarde. En la punta, el aire no invita a estar mucho rato, aunque a Pablo aún le daba tiempo a probar la consistencia de las cornisas. Mientras, yo tiraba alguna foto desde ese mismo punto a la Mesa de los Tres Reyes.
 


 
 
 
Decidimos continuar por la divisoria, valle arriba para elegir el mejor cerro de bajada y completar así una circular hasta el Cubilar de Atanasio y terminar la tarde bajando por la trocha de subida hasta la Borda Chiquín.
 
 
 
 
La pista que sube desde Garde, apenas se intuye en alguno de sus tramos y avanzamos hasta que decidimos el punto de quitar pieles y disfrutar de la bajada.
 

 
 

 
En principio, tanto el lugar elegido como la cantidad y calidad de la nieve nos permiten disfrutar de la esquiada entre las hayas. Poco después y a lo largo de un tramo que se nos hizo más largo de lo que en realidad era, una nieve costra nos hizo sufrir más que otra cosa. El asunto, hasta el Cubilar de Atanasio, resultó difícil y aunque "lo blanco se esquía", no podemos decir que disfrutáramos con esa nieve.
 
 
 
Una vez en la trocha de ascenso, aunque la nieve estaba húmeda y pesada, resultó mucho más llevadero que el tramo anterior. 
Rápidamente llegamos al coche, y salvando esos tramos de nieve costra que hicieron difícil el descenso, disfrutamos de un paseo con esquís por el valle de Ansó, además de unas vistas espectaculares en toda la divisoria hacia todos los puntos que dirigíamos la vista.
 
 

 
 

 

lunes, 28 de enero de 2013

Esquí de travesía en Ansó. Punta del Raso 1670 mts.

El viernes 25 por fin vimos el sol en Ansó. Aprovechando la huella abierta el día anterior decidimos ir hacia la Punta del Raso saliendo desde la puerta de casa. Esta vez se unieron a nosotros Fran, Dani, Oscar y Javiertxo que se acercaron en coche hasta Capité. Con Pablo, Castán y yo formamos un equipo de siete, necesario para seguir abriendo huella desde el punto donde nos habíamos quedado la tarde anterior.

 
 
Los primeros 200 metros de desnivel los hicimos cómodamente por la huella abierta y comentando lo bien que nos lo habíamos pasado la tarde anterior. A partir de la Loma Chunillas tocaba abrir huella nueva, pero la meteorología acompañaba y no había ninguna prisa con todo el día por delante.
 
 
 
 
No hay muchas oportunidades de realizar esquí de travesía por estas zonas y esta vez hay que aprovechar. En realidad no se trata de ninguna tontería con respecto al desnivel. Partimos de la cota 860 y alcanzamos la 1670. Si a eso añadimos la apertura de huella y las dificultades-entretenimiento que provoca el bosque,... la jornada promete.
 
 
 
 
El paisaje está espectacular con el paquetón de nieve que hay. Esto hace que el monte que tan bien conocemos esté desfigurado con respecto a lo que es habitual y provoca incluso algún pequeño despiste en Los Planos, solucionándolo rápidamente con un par de vueltas maría por encima de los artos para retomar el camino correcto.
 

 

 

 
Pese al paquetón de nieve, aún podemos repostar agua en la fuente antes de llegar a la Collada Baja.
 
 
 
Al llegar a la Collada Baja la recompensa es grande. Observamos con atención las vistas que nos ofrece el cordal que une Segarra con la Punta del Raso, y que vamos a recorrer en parte, hasta ésta cima. Alucinamos con la cantidad de nieve que cubre todo lo que vemos, Ezcaurri, Segarra, Peña Forca, Lenito, Castillo de Acher, Agüerri, Bisaurín, Collarada,...
 
 
 
 
En este punto, Castán recibe una llamada y hace que tenga que abandonarnos y bajar a casa. Nada grave pero trunca la ilusión de llegar los siete hasta la punta. El resto, seguimos disfrutando con la nieve, la huella, las vistas, el ambiente,...
 
 
 
 
 
Al llegar la Punta del Raso, todos coincidimos en comentar la cantidad de nieve que hay acumulada en cotas altas y el respeto que produce. Nos autofelicitamos por la elección de la excursión, el día y todo lo demás. Pero rápidamente y sin pérdida de tiempo nos ponemos a comer de buena gana. Catamos una espectacular tortilla de patata que trajo Fran y nos repartió para todos, probamos longaniza de jabalí que trajo Pablo, comimos jamón, queso, fruta, .... Echamos unas risas y continuamos pasándonoslo en grande.
 
 
 
 
Mientras nos preparamos para bajar, observamos con muy buenos ojos el Pueyo de Segarra, otro de los objetivos que hay que aprovechar en situaciones como las que estamos. Ya veremos que nos depara la semana que viene, pero lo que tenemos claro es que es un objetivo a tener muy en cuenta. También vemos en el fondo del valle las casas de Ansó que nos esperan ahí mismo, solo queda bajar buscándonos la vida y siguiendo nuestra propia huella.
 


 
 

 

 
Entre algún que otro bofetón, esquivando pinos, artos y gabarderas vamos bajando y disfrutando. Observamos la entrada del frente anunciado, tranquilos porque ya no nos pilla y contentos de haber aprovechado un día como el que ha salido, con nieve abundante, sin riesgos, buen ambiente en buena compañía, buena comida y casi casi sin salir de casa,...uff, ¡que pasada!
 
 
 
 

 
 

jueves, 24 de enero de 2013

Esquiando en Ansó. De casa a la Loma de Chunillas

Llevamos varios días con nevadas y más nevadas. Esta mañana me he cruzado con Pablo en la calle. El ya ha roto la pala de tanto palear nieve y yo la voy a dejar en casa. Hemos comentado la posibilidad de calzarnos los esquís por la tarde si el tiempo lo permite. Después de comer y tras intercambiar unos pilocazos con Castán, él desde la calle y yo desde la lucana y cogiendo la nieve del tejado, le comento la idea que llevamos con Pablo. Castán se apunta. Así que rápidamente cogemos los esquis y salimos a la calle.

 
 
 
Sin dudarlo mucho, decidimos no coger el coche para ir hasta Capité. Seguro que tenemos nieve por los cantos de la carretera.
 
 
 
El tímido sol que pretendía salir se ve vencido, como de costumbre en los últimos días, por las nubes y la nieve, pero lo de la Loma Chunillas ya no tiene vuelta atrás. 
 
 

 
 
Los dos "máquinas" con los que voy garantizan la apertura de huella. La nieve es abundante y el esfuerzo repartido se lleva mejor.
 
 
 
Realmente yo no he hecho, ni con mucho, el tercio de la huella que me correspondía, pero como se decía en la "mili", la veteranía es un grado. Y además me he dedicado a sacar fotos.
 
 
 
Pese al esfuerzo, Pablo y Castán se disputan la llegada, hasta el punto de ...
 
 

 

 

 
...echar unas buenas risas.
 
 
La bajada tenemos que hacerla por la propia huella de subida, ya que las condiciones de la nieve no permiten otra cosa, pero la diversión está asegurada. Es como bajar por un cajón de unos 25 cm de ancho por 35 o 40 cm de alto. Y para animar el asunto un poco más, en el último tramo seguimos esa máxima que deben de decir los "jabalís" de: "mientras haya matas, iremos por las matas". Nos comemos unos cuantos bojes, pinos y gabarderas por la cara, pero bajamos en un pis pas a la carretera. 
 
 
 
Antes de llegar a la calle Mayor, comentamos la posibilidad de repetir mañana. Ya hay huella hecha, el esfuerzo será menor, y la diversión mientras sea como la de hoy, merece la pena. Una vez en la calle Mayor Miriam, que salía del Estanco, nos hace esta foto para despedirnos.