domingo, 29 de julio de 2012

Excursión en Ansó. Circular por Archincha. Borda Chimena

El sábado 14 fuimos con Elia y su tío Pedro al monte. Desde hacía días, Elia quería ir a la Borda Chimena. El tiempo era el idóneo para ir por esta zona en esta época del año, ya que corría cierzo y eso se agradece en un lugar tan resguardado.



Elia arranca con ganas como siempre, está contentísima de ir al monte y más a la Borda Chimena.



En este bosque todo es grande, los bojes, las cardoneras (acebos), los chaparros, las hayas, los tremolines, los abetos,...
Elia ha aprendido a distinguir los bojes de las cardoneras y le llama la atención el brillo de las hojas de las cardoneras, además de curiosear todos los agujeros que encuentra por el camino.





Como le llaman tanto la atención las cardoneras, decide enterrar todos los frutos rojos que se encuentra por el camino para que crezcan nuevas. Le contamos que hay muchísimos frutos y que si no para de sembrar cardoneras no podremos llegar a la Borda Chimena. Eso hace que ella sola decida arrancar otra vez y seguir con la excursión.





El juego siempre está presente, y ahora es la vara de tío Pedro lo que hace de improvisado tren.




Así como avanzamos, los carteles indicadores se suceden haciendo bien su papel, además de entretener a Elia. Ella se da cuenta de que conforme avanzamos, nos acercamos más a nuestro objetivo. Todos tenemos ganas de llegar, ya que el hambre nos empieza a apretar a los tres, pese a que Elia ya se ha tomado un bocado por el camino.




Por fin en la Borda Chimena, Elia se queda con la boca abierta de ver lo que ve, aunque eso me pasa a mi cada vez que llego a este sitio, no solo por la borda en si, sino por el entorno que le rodea.





Después de echar un bocado en la borda, como veo que Elia está animada, le propongo bajar por otro sitio para no repetir el camino de subida, ella acepta ilusionada como siempre. Nos vamos a dirigir hacia la Loma Paulín pasando por la Plana Cazo. En este tramo la hierba ha crecido mucho y esconde alguna pequeña zarza que cruza el camino, ésto en lugar de convertirse en un inconveniente, se transforma en un verdadero entretenimiento. Yo piso la zarza, y hasta que Elia no pone su pie encima de ella, yo no voy a por otra,...¡que divertido es pisar estas malditas zarzas!, comenta mientras avanzamos.



Al llegar al Cerro de Maidoguí, fuera mochila y a rodar ladera abajo, en busca de la Loma Paulín,...¡mira papá, igual que Heidi!





En la bajada hacia el río se impone, como siempre, alguna carrera y más cuando le digo que le voy a enseñar unas cuantas badinas donde uno se puede bañar. Pese a la frescura del día (y del agua) se empeña en meterse al río, aunque solo sean los pies.



Hemos cumplido uno de los objetivos que Elia tenía, aún queda merendar en casa, y luego jugar en la plaza con sus amigas. Elia esta contenta de haber conocido la Borda Chimena, y yo también estoy contento de que la haya conocido, y de que haya disfrutado por el monte como lo ha hecho.