martes, 26 de noviembre de 2013

Raquetas de nieve en Ansó. Las Eras, temporada 2013-14

Ayer, viendo que podía salir un rato y después de cinco días arrestado en casa,  decidí acercarme al Circuito de Raquetas en Las Eras. Me había comprometido con AND Turismo Rural para grabar los tracks con GPS de cada uno de los recorridos del circuito y esa fue la excusa perfecta para hacer algo al aire libre.
Arranqué hacia el mediodía con frío y viento en Ansó, pero despejado. Cuando llegué al aparcamiento salí del coche con toda la ropa puesta y de ninguna manera apetecía quitarse nada. Decidí empezar por el recorrido más corto, el denominado:
"Barranco Las Eras". (Track del recorrido)
Observando, me doy cuenta de que me va a tocar abrir huella por todos los recorridos ya que todo está virgen.


Aunque se trata de un recorrido con poca distancia y poco desnivel, antes de llegar a la mitad tengo que parar a quitarme ropa.




Rápidamente doy la vuelta y llego al inicio del camino. Sin pensármelo dos veces, me lanzo a por el más largo de los recorridos, el conocido como:
"Cerro de Pinaré". (Track del recorrido)
Al principio ya se nota el tramo abierto, pero hasta el cerro queda mucha huella por abrir.




En cada parada que hago, miro para atrás para ver que tal queda la huella y la verdad es que lo que se ve, me gusta. Dentro del bosque se está bastante bien, pero se intuye el frío viento reinante y, antes de salir al cerro, decido ponerme la chaqueta.




La decisión es un acierto y ya no me quito ropa en toda la bajada. Observo como el aire ha hecho de las suyas en las zonas más expuestas, dejando los cerros pelados.




El esfuerzo de abrir huella en la bajada es menos duro y para cuando me doy cuenta, ya he completado la vuelta. Tras grabar el "track", me tomo una barrita y un trago de agua, y arranco sin pensármelo a por el tercero de los recorridos, esta vez el elegido es el que hemos bautizado como:
"Olmos y serbales". (Track del recorrido)
Cada vez se va notando la huella abierta, pero en este recorrido aún me falta abrir un tramo, el más alto.



En la parte baja se notan las pasadas, mientras que en la parte de los olmos y los serbales la apertura de huella cada vez cuesta más. Esto hace que, pese al frío, se me empañen las gafas y no sea necesario añadir más ropa al cuerpo.




De nuevo la bajada la hago rápidamente y otra vez me encuentro en la salida dispuesto a realizar el siguiente recorrido:
La verdad es que la huella se está quedando como a todo el mundo le gusta. Pero aún quedará otra pasada además de la que voy a hacer.




El día va avanzando y tengo que repostar, un par de mandarinas y un trozo de chocolate hacen que tire para adelante. Ahora ya no tengo que abrir huella nueva, solo repasar lo ya abierto.


Vuelvo a llegar al aparcamiento y la tarde va avanzado. Aún me queda otra vuelta y la huella se va mejorando cada vez más. Esta vez le toca el turno al recorrido:
"Paco Las Eras". (Track del recorrido)
Pese a haber hecho la operación de guardar el "track" e iniciar uno nuevo cuatro veces, no me fío y sigo tirando de chuleta para la última vez.




En la última vuelta se me hacen las cinco de la tarde en el primero de los cruces de los recorridos, pero la huella ha quedado impresionante. Vuelvo a pillar la bajada con ganas y termino el día contento de haber machacado el circuito para empezar la temporada en condiciones.



Tras casi 15 Kilómetros y más de 1000 metros de desnivel positivo llego a la carretera y, sin pérdida de tiempo, me pongo toda la ropa que llevo y bajo a casa a preparar corriendo el primer parte de la temporada del estado del circuito.


Mas información sobre el circuito

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Circular en Ansó. Bco. Marcón-Cueva del Oso-Chimena-Bco. Marcón

Ayer por la mañana, y viendo que el tiempo aún permitía una tregua, decidí dar un paseo por uno de los rincones más bonitos del valle. Solo tenía claro al principio, que me iba a adentrar por el Barranco de Marcón, con la intención de llegar a la pista de izquierda del Veral y una vez allí decidiría que hacía en función del tiempo.



Una vez cruzado el barranco de Pacozalboch el camino remonta por el solano permitiendo salir del "agujero" y empieza a permitir ver algo. Aún quedan colores otoñales por el monte y meteorológicamente hablando, más de lo mismo en estos últimos días, nubes amenazadoras por la cabecera.



Como cuando llegué a la pista aún me daba el sol, decidí acercarme hasta la caseta de Archibú. Entré en la caseta y observé que está en un estado bastante aceptable y tiene leña por si a alguien necesita encender el fuego.




Una vez allí, la amenaza del tiempo hace que me decida por coger el camino que, pasando por la Borda Romo, me puede llevar hasta el cerro Baquera o hasta Archincha. Conforme avanzaba, otra vez el tiempo dió una tregua y lo que parecía que se iba a convertir en un infierno, se calma.



Esta bonanza me dió pie a mirar con buenos ojos la salida de agua que fluye desde el interior de la Cueva del Oso. Hacía algún tiempo que no había estado por allí y decidí subir, cambiando de nuevo el itinerario previsto. 



Tras pasar la pedreguera y alcanzar las hayas grandes cercanas a la salida del agua, me asusté de observar el estado en el que se encuentra una de ellas. No sólo por estar a punto de caerse, sino porque acababa de pasar por debajo de ella escuchando unos crujidos bastante sospechosos, lo que me hace pensar que la próxima vez que vuelva por aquí la encontraré en el suelo. Una vez pasada el haya, me costó un poco encontrar el mejor paso para entrar en la cueva debido a la cantidad de "gabarderas" pinchudas que allí se concentraban, pero una vez dentro,... ¡a disfrutar de la Cueva del Oso!




Antes de salir, decidí llenar la cantimplora, con la intención de que me sobrara agua y así darle un poco a Elia cuando llegara a casa y le contara donde había estado. También le contaría lo que les decían los pastores a sus "repatanes" sobre esta salida de agua: "...si te agachas a beber y notas algo fresco en el culo, has de saber que es el morro del oso". Imagino que más de uno se aguantaría las ganas de beber, y si alguno decidía agacharse, dudo mucho que no echara algún vistazo hacia atrás o acortara el trago por si las moscas.



Antes de bajar la pedreguera que me llevaba al camino para cruzar al Cerro Baquera, esta vez en su parte alta, recordé el estado del haya antes mencionado y lo rodeé lo suficiente como para que, en caso de caer, no me pillara debajo. Una vez en el cerro, alcanzo a ver la Borda Chimena, y en vista de que el tiempo sigue dándome tregua, allí decido dirigirme. Aunque el camino se queda por debajo de la borda, me acerco para echarle unas fotos.




Estando en la borda, empiezó a nevar y decidí emprender el camino de bajada. No me pude resistir y, bajando por el solano de Archincha, cojí unos "revichuelos" ya que supuse que serían, seguramente, los últimos de la temporada. Al llegar al desvío, que cruzando el Barranco Maidoguí y el Cerro Baquera, me podría llevar por la Borda Romo hasta Archibú, lo tomé hasta el cerro y por allí bajé hasta el coche sin necesidad de recorrer ni un metro de carretera.



La zona es espectacular, y pese a que conforme bajaba, los copos se iban transformando en agua, no paré de disfrutar de todo lo que por allí veía. Hasta un corzo me hizo un quiebro, a muy pocos metros, para esquivarme escondiéndose rápidamente en la espesura, ¡lo que faltaba para redondear la tarde!.



Durante todo el recorrido que anduve para llegar al coche que estaba aparcado en la parte más baja del Barranco Marcón, junto a la Borda Saletas, el bosque presentaba una estampa impresisonante.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Paseo por Calveira y Forato. Ansó

Ayer, después de felicitar a mi madre por su cumpleaños y de deshollinar la chimenea de su casa con Peyo, decidí desafiar al frente que se pronosticaba que iba a entrar por el norte y arranqué, hacia el mediodía, por el Cerro de Calveira.

 
 
El camino sube por el cerro dando vueltas y ganando altura rápidamente, ofreciéndonos vistas espectaculares desde el principio. Aunque parece imposible, éstas mejoran cada vez, conforme avanzamos por la Loma Malcarau y Borda Alterau.
 
 
 

Al saltar al Cerro de Calveira el aire se deja notar pero el ascenso fuerte y rápido evita que me tenga que poner algo de ropa. Aún así me da tiempo para observar como la vegetación, sin el freno de la carga ganadera, se apodera de la tasca y permite pensar que, en pocos años, el bosque se apoderará definitivamente de esta preciosa loma herbácea.
 
 
 
También me da para ver como el frente anunciado se acerca agresivamente empujado por el cierzo. Este cierzo es aprovechado por las grullas que en sucesivos bandos ruidosos bajan por el valle hacia el sur, en busca de temperaturas más suaves, para pasar el invierno que parece que por fin llega.
 
 
 
Ahora las vistas que tengo, tanto del valle, como del pueblo, como de Segarra con su garganta y barranco, así como del barranco de Sansorría y hasta del Bisaurín que asoma por un segundo entre las nubes compensan la incomodidad producida por el fuerte y frío viento reinante.
 

 
 
Arriba en Calveira, justo en la divisoria de aguas, que coincide con la divisoria de Aragón y Navarra, decido ponerme la chaqueta y los guantes. La chaqueta ya no me la quité en el resto del día.
 
 
 
Una vez en el cerro, la llegada a Forato se hace casi obligatoria y pese al cierzo se disfruta viendo todo. Paso por los chamarcallos donde Pablo vió hace un mes el rastro del oso y hoy los disfrutan los jabalís dándose baños higiénicos. Cojo algún que otro caperan, no sin dificultad, pues algunos de ellos, los más expuestos a las condiciones meteorológicas reinantes se encuentran congelados. Sin darme cuenta me planto en la punta de Forato para los ansotanos y Calveira para los navarros, obteniendo nuevas vistas agradables.
 
 
 
 
Decido buscar un buen resguardo para echar un bocado, no vale cualquier cosa ya que llevo buena comida, hay hambre y tengo hasta la bota de vino. Localizo un buen sitio navarro, orientado al sur y a resguardo del cierzo. Mientras el sol me pega de lleno, escucho y veo como el aire empuja y dobla las copas de los pinos cercanos, pero el cado es bueno y a mi no me afecta. Doy buena cuenta de la comida sin prisa por volver, hasta que de repente lo que hacía un poco ya me había parecido, se confirma, ¡está nevando!. Pequeños copos llegan arrastrados por la fuerza del aire y decido ponerme en macha saliendo del resguardo en dirección a la divisoria. Mirando hacia el sur, todo sigue igual, pero hacia la cabecera del valle las cosas se van poniendo cada vez más serias.
 

 

 
En vista de que el aire cada vez es más fuerte, decido bajar por el cerro de Los Ordiales en busca del camino que pasa por la Borda Jacinto y el Campo Liforas para llegar a la parte baja del Cerro de Calveira por el resguardo del bosque.
 

 

 
Justo antes de llegar a los restos de la Borda Jacinto sorprendo a una jabalina con sus dos crías y los cuatro elegimos caminos distintos para continuar, dispersándonos en milésimas de segundos. El resguardo del bosque resulta agradable y cuando llego al cerro, antes de seguir bajando hacia casa, aún me animo a acercarme a la cruz que se va manteniendo por todos los que pasamos y que sabemos porque está allí.
 
 
Se trata de una señal que indica el lugar donde se encontró congelado a un pastor de Ansó, de casa Marcón, al que le sorprendió un cambio brusco de tiempo. La gente del pueblo salió a buscarle al día siguiente sabiendo que no había acudido a casa la noche anterior en contra de lo previsible. Su perro, que no lo abandonó en ningún momento, fue fundamental en su localización.