martes, 9 de abril de 2013

Vuelta al Bisaurín con esquís

El domingo pasado Pablo, José Antonio, Javi, Antonio, Agus y yo nos pusimos en movimiento a las seis de la mañana en Ansó. La noche anterior nos habíamos acostado con la intención de ir al Aspe por Aísa, pero al pasar por Jasa vimos un cartel de carretera cortada, que no era de broma, puesto que lo comprobamos no haciéndole caso y encontrándonos con dos grandes excavadoras cruzadas hacia la mitad del puerto en dirección a Aísa.
Rápidamente buscamos la alternativa del Bisaurín. Decidimos atacarle por la norte y descenderlo por la pala. Sin pausa nos pusimos en marcha desde Lizara en busca del sol, en una mañana bastante fresca, pero que pintaba muy bién después del invernal y desapacible día anterior.

 
 
 
 
Una vez en la Plana Mistresa el sol nos recibe como suele hacerlo en abril. Decido quitarme el gorro que me había regalado mi amiga Mila y que me protegió las orejas del frío de la umbría a las mil maravillas.
 
 
 

 
Sin perder tiempo y después de ponernos crema, atacamos las primeras rampas hacia la amplia canal que, con orientación noreste, nos lleva directamente a la arista cimera después de salvar los casi 700 metros que nos faltan.
 
 
 
 
Antes de entrar en la canal, problemas técnicos hacen que Antonio tenga que abandonar y se baja hacia el refugio de Lizara para esperarnos.
 
 

 
Pablo visualiza el terreno y rápidamente decide por donde trazar. Él disfruta haciendo zetas y los demás, de la traza tan buena que hace. Nadie había subido por la mañana y había que dejar un buen y cómodo rastro.
 

 
 
 
 
Después de poner cuchillas para salvar las últimas rampas más pendientes nos lanzamos a por la tremenda cornisa que hay formada en la arista cimera. Las vistas ya son espectaculares y mientras miramos, nos quitamos los esquís para saltar la cornisa y ver la cima.
 
 
 

 
En mala hora me puse por delante de Pablo para abrir huella a pie hasta la cima. Cada paso me costaba un gran esfuerzo por la acumulación de nieve fresca que había, pero compensaba con lo que teníamos alrededor.
 
 
 
 
Una vez arriba, la típica foto de cima. Comimos un poco de chocolate y sin perder mucho tiempo decidimos atacar el descenso por la pala.
 
 
 
Mientras que por la norte habíamos subido solos, la pala estaba trillada de huellas con nieve fresca y profunda, sobre todo en su mitad superior. Era difícil coger tramos sin tocar, pero alguno aún se encontraba a costa de romper alguna traza de subida.
 
 
 
Pasado el collado de Lo Foratón la nieve sufre la transformación lógica del mediodía y las tiradas en chus para llegar sin remar a la fuente, hacen que sigamos disfrutando pese a los sorprendentes frenazos que hacen que a unos les afectan más que a otros, ...y sino que se lo pregunten a Javi.
 
 
 
 
 

Después de un buen trago en Fuenfría, bajamos al Refugio de Lizara donde dimos buena cuenta de unas muy buenas viandas y estuvimos estupendamente atendidos por Xaro. Nos reencontramos con Antonio y el buen ambiente y las risas continuaron durante toda la tarde.