martes, 17 de abril de 2018

Petrachema ...y vale

Ante la buena previsión meteorológica que había para el fin de semana pasado, quedamos Pablo, Miguel y yo con la intención de ir a esquiar. Entre las ganas que había, la previsión de buen tiempo, la cantidad de nieve acumulada, la provocación de Kuestas con la entrada de su blog, añadido al buen recuerdo de la "Travesíansó 2005" organizada por el Club de Montaña Linza de Ansó y de la que, aunque arrugada, aún guardo la camiseta del evento, nos propusimos hacer el domingo 15 Petrachema, Mallo y Chinebral.
Me apetece poner una foto de la camiseta diseñada por José Amezua y que quedó bien maja. Iniciativas locales como estas deberían ser atendidas desde las instituciones locales, pasan los años y desgraciadamente no es así, deja de generarse ilusión y a la vista está que no se avanza como se debería.





Salimos temprano para cumplir nuestro objetivo con buena hora y decidimos apurar el ascenso por el Sobrante de Linza que, aunque no permitía bajar esquiando, si que nos dejó subir tras portear unos 200 metros. Ya no descalzamos los esquís en todo el trayecto de subida, pero probablemente sería el último día que esto ocurriera.




Conforme ganábamos altitud, lo blanco iba ganando terreno pero el día no terminaba de despejarse como esperábamos.




Pasado el Collado de Linza veíamos como el día no solo no mejoraba sino que se ponía cada vez peor. Pablo nos confesó que había mirado los modelos y la información que daban era de cielos encapotados. La previsión se cumplía pero nosotros seguíamos ilusionados a buen ritmo para completar la trilogía desde Linza.




La abundante cantidad de nieve y la niebla reinante en la arista hacían que se perdieran las referencias salvo cuando el sol intentaba imponerse entre las nubes sin éxito.




En la punta, mientras colocábamos crampones para bajar la pala en dirección al Collado de Petrachema, aún manteníamos esperanzas de completar la trilogía pensando que al llegar al collado todo mejoraría.




Fue una bajada lenta y sin referencias que nos hacían dudar en todo momento donde nos encontrábamos. 




Yo aún mantuve los esquís sin pasar a crampones, pero mis únicas referencias eran Pablo y Miguel hasta llegar a un pino cercano al collado. Así que tenía que avanzar junto a ellos todo el rato para no despistarme.




Al ir perdiendo cota, poco a poco íbamos ganando visibilidad. El tiempo perdido en el descenso, unido al estado de la nieve y la pérdida de la motivación e ilusión inicial, hizo que decidiéramos hacer la trilogía en el Refugio de Linza pagando una caña cada uno.



Un día en que lo mejor fue una jornada en el monte y un ambientazo entre los tres que allí estuvimos. Al final, risas y otra vez será el momento de completar la trilogía desde Linza....¡queda pendiente!