jueves, 30 de enero de 2014

Nieve polvo para esquiar por el cerro del Chinebral de Gamueta. Ansó.

El pasado martes nos juntamos Pablo, Jaime, Alberto, José Antonio y yo para aprovechar la tregua seca que se pronosticaba para la mañana de ese día.
Subimos a Linza y, mientras en Ansó había cuatro dedos escasos de nieve, en el aparcamiento del refugio pasaban de 20 los centímetros acumulados.




Nos calzamos los esquís y sin pérdida de tiempo nos dirigimos hacia el Achar del Caballo. La nieve estaba ligera, ligera. Todos estábamos convencidos de que si aguantaba así, el día, aunque corto según la previsión, iba a ser para disfrutarlo. 




Pasado el Achar del Caballo con alguna dificultad provocada por el mimo que ofrecía alguno a sus esquís, ya que la nieve reciente hacía que los cantos rozaran con alguna piedra escondida bajo el manto blanco, nos adentramos en un precioso hayedo salpicado por algún que otro tejo de dimensiones y porte considerables.



Fuera del bosque observamos que los picos estaban todos cubiertos por las nubes, pero nosotros teníamos visibilidad, y margen según las previsiones, con lo que en ningún momento dudamos en seguir adelante.




Ciertamente tenía mala pinta, pero el gris del cielo unido al blanco y negro reinante hacían que Jaime se acordara de su máquina fotográfica que estaba tan tranquila en casa. Toda esta calma se truncó cuando en el cerro del Chinebral de Gamueta entró a la brava y sin pedir permiso el temporal anunciado. La nieve se venteaba por momentos, la visibilidad disminuía y el frío aumentaba. 



Estas circunstancias, unidas a que ya teníamos asumido que la tregua seca era corta y las ganas que teníamos de disfrutar de la nieve polvo en la bajada con un mínimo de visibilidad, hicieron que la decisión de quitar pieles y desistir del pico fueran instantáneas. Rápidamente nos preparamos para el asalto a la nieve virgen.



En el descenso todo eran gritos de júbilo, hasta Jaime que mantiene sus dudas hasta el final, bajaba con una sonrisa en la boca y comentando la suavidad de la nieve polvo. José Antonio nos grabó un video que transmite muy bien lo que a mí me cuesta explicar, lo podéis ver pinchando aquí.
En las partes bajas, todavía no había llegado el temporal y la calma volvía a dejar bonitas imágenes de tonos grises. Al llegar a la carretera a la altura de la fuente de los Clérigos, el mantenimiento habitual de la limpieza de la carretera hizo que nos tuviéramos que echar los esquís a la mochila para llegar a Linza.



El trayecto hasta Linza se nos hizo corto comentando lo bien que nos lo habíamos pasado, pese a llevar los esquís colgados de la chepa. Justo al llegar a Linza empezó a nevar, así que fuimos al refugio a celebrar nuestra decisión de darnos la vuelta y disfrutar de la esquiada con unos pinchos y una cerveza que nos supieron muy, muy buenos ya que no nos había dado tiempo de comer nada con las prisas.



miércoles, 22 de enero de 2014

Esquí de travesía en Ansó. Garganta de Ezcaurri-Collado de Estriviella.

Ayer, aprovechamos la ventana pronosticada de buen tiempo y nos fuimos a dar un paseo y a disfrutar del paquete de nieve recién caída. Salimos Pablo y yo por la mañana, anticipándonos a la salida del quitanieves, lo que provocó que no pudiésemos llegar hasta Zuriza con el coche. A la altura del Km 12 aproximadamente, tuvimos que abandonarlo y calzarnos los esquís.




Al llegar a Zuriza vimos como estaba todo y disfrutábamos. Conforme avanzábamos íbamos viendo como estaba Mazandú, nada que ver con lo que había hace justamente un mes y sobre la marcha decidimos dirigirnos hacia el Collado de Estriviella.




Todo estaba inmaculado y la nieve polvo hacía de la apertura de huella se convirtiera en un auténtico disfrute. Después de echar un trago de agua en la fuente de Tachera, un bocado rápido y rellenar la cantimplora, arrancamos por el bosque donde íbamos comprobando la inclinación de la ladera con los bastones.




Mientras ascendíamos, observábamos que el paquetón de nieve también iba aumentando. Pablo llegó a medir 80 cm de nieve reciente nada más pasar el barranco de Mazandú (cota 1600 aproximadamente). También vimos que no sólo nosotros abríamos huella, un potente ciervo se abría camino como podía al otro lado del barranco de Chipeta.




Los relevos para abrir huella se sucedían. Siempre los míos más cortos que los de Pablo, que tira como un auténtico jabalí. Continuamente le tenía que decir que me dejase un poco más, ya que aunque el esfuerzo es grande, también resulta gratificante abrir una huella de la que nos sentimos orgullosos.




Tras un momento que se nublo un poco, volvió a lucir el sol. Al llegar a la parte más alta, vimos como se ha había formado alguna placa por el viento, cosa que hasta ese momento no había ocurrido. 




El esfuerzo había merecido la pena. Arriba perdimos poco tiempo ya que el ascenso había sido lento. Echamos un bocado, foto, fuera pieles y para abajo. El paquetón de nieve, junto con su apelmazamiento unido a la poca pendiente, hacía que esquiar resultase trabajoso. En los tramos más suaves de pendiente, el mejor recurso era meternos en el cajón de la huella que habíamos abierto en la subida para poder deslizar y avanzar.




Volvimos a poner pieles para remontar el barranco, ya que la cantidad de nieve no facilitaba las remontadas. Tras disfrutar por el bosque, nos metimos en la huella para bajar por la pista de Tachera hasta Zuriza donde, como ya suponíamos, el quitanieves había pasado dejando la carretera totalmente limpia. 




Nos echamos los esquís a la mochila y caminamos por la carretera en busca del coche. Habíamos disfrutado de una buena "calzoncillada" sin haberla preparado y habiendo salido con la intención de dar un paseo con esquís por nieve virgen.



jueves, 16 de enero de 2014

Otro paseo bajo la nieve por Ansó. Fuente Alta-Borda Catalán-Trestallo

El paseo por el Paco de la Fuente Alta me ha gustado tanto que me ha dejado con ganas de algo más. Ni corto ni perezoso, al llegar a la carretera me doy media vuelta y vuelvo al monte. Tomo el mismo camino del Paco pero esta vez subo por donde antes he bajado, en busca del enlace con el GR 15.



Viendo numerosos rastros de ardillas y escuchando las campanas de la iglesia con un sonido sordo, muy típico de los días de nevada, llego al punto donde me desvío del paco mientras vuelvo a tener buenas vistas de Ansó.




Subo por el cerro que da vista al barranco Acharón pasando los tramos donde más altura se gana casi sin darme cuenta y tirando fotos para todos los rincones.




La nieve sigue cayendo y el paisaje cercano resulta espectacular. Intentar ver un poco más allá resulta inútil y no precisamente porque tenga las gafas empañadas. Vuelvo a escuchar ruidos, pero ésta vez no son las campanas de la iglesia. Se trata de las esquilas de las vacas que se encuentran por el Vedau. El sonido también es sordo.




En un placentero paseo por el cordal que me lleva a la Collada de Minerva me encuentro con una de las vacas. No se quien se sorprende más, pero a ella se le ve tranquila y a gusto, y yo también lo estoy.



Cuando llego al cruce con el GR 15 decido bajar a Ansó ya que he dicho en casa que me iba un momento para sacar unas fotos y volvía enseguida. No me asomo ni a la Borda Catalán para no perder tiempo, y bajo todo lo rápido que puedo con algún resbalón que otro incluido por el "Trestallo".



Observo como los abetos de Minerva se van cargando de nieve,..., !esto pinta bien!.




Al llegar a la parte más baja, se nota que la nieve es más húmeda y hay trozos en los que ya se va transformando a "charpaleta". No obstante sigo gozando del paseo.



Al llegar al pueblo otra vez se pone a nevar, y me dan tentaciones de volverme hacia el Vedau, pero por un momento me entra la cordura y decido dar por concluido el paseo.