lunes, 29 de abril de 2013

Pico Alba con esquís. Benasque.

El domingo 21, tras pasar la noche en la Escuela de Montaña de Benasque y de compartir habitación sin estar preparados y por sorpresa con Teresa, madrugamos para aprovechar el día tan espectacular que había salido.
Subimos al Hospital y arrancamos en una subida directa hacia el Alba por los tubos de Paderna.


  
Durante la noche había hecho bastante viento pero por la mañana predominaba la calma. Subiendo por los tubos comentábamos, por la calidad de la nieve, que aquello parecía una nevera por lo bien que la conservaba. La temperatura fresca hacía que al salir de éstos la nieve estuviera también en su punto.





Después de remontar un buen trozo y echando la vista atrás observamos perfilado el Sacroux. El día anterior no pudimos ver nada, pero hoy se observa perfectamente y casi adivinamos las vistas que debe ofrecer.





Continuamos ascendiendo metros, avanzando pala tras pala hacia nuestro objetivo. Una de las veces que Pablo saca el mapa para confirmar que vamos por el camino correcto, al retirarlo crea la anécdota del día. Al ir a recogerlo, y siguiendo la línea que llevamos este invierno, se le escurre. Como estaba ya enfundado en el plástico donde lo guarda y pese a que la pendiente no era excesiva en el punto donde nos encontrábamos, el mapa se va ladera abajo. Viendo que tenía alguna posibilidad de pararlo antes de que llegara el cambio de pendiente que hubiera hecho que nos despidiéramos de él para siempre, corro detrás suya con alzas y cuchillas puestas. Lo alcanzo justo a tiempo y le cruzo mis esquís para detenerlo. Cuando lo voy a coger, ya había rebasado los esquís y volvía a irse hacia abajo en busca de la máxima pendiente. Ni corto ni perezoso decido tirarme en plancha para atraparlo con las manos, y ... contra todo pronóstico, hago la parada de mi vida. Si me ve algún ojeador del Madrid o del Barcelona de inmediato me fichan y me solucionan la vida, pero no había ninguno por ahí, ... ellos se lo pierden.


  
Prácticamente en la base del corredor, paramos para echar un bocado y se junta con nosotros Mikel, que ha ido siguiendo nuestra huella y que a partir de ese punto se une a nosotros para coronar.




Para salvar los últimos metros no nos queda más remedio que calzarnos los crampones y echar los esquís a la mochila.




La nieve estaba bastante dura así que decidimos dejar los esquís y continuar con crampones hasta arriba.



Mientras Mikel nos espera, Pablo y yo cruzamos la afilada arista cimera para llegar al pico.

 


La vuelta por la arista para reencontrarnos con Mikel, la hacemos con el mismo cuidado que a la ida ya que aquí no se permiten errores.


   

Al descender a por los esquís, nos cruzamos con varios grupos y cordadas que subían hacia el pico. Mientras los observamos, quitamos las pieles de los esquís y descendemos hacia el pequeño corredor. Tras dudar por un momento si lo bajamos esquiando o con los crampones, finalmente decidimos hacerlo andando y disfrutar del inicio de la gran bajada que tenemos unos pocos metros más abajo.



Mikel, buen conocedor de la zona, nos da unas clases gratuitas de como esquiar, mientras los tres disfrutamos del espectacular descenso del Alba. En la parte baja nos propone esquiar por la Tuqueta Blanca de Paderna para no repetir los tubos y aceptamos. En el Hospital de Benasque nos despedimos de Mikel agradeciéndole sus recomendaciones y nos preparamos para volver a Ansó, no sin antes echar un buen tentempié en Benasque.










jueves, 25 de abril de 2013

IV Trancs de les Maladetes. Sacroux 2671 mts.

El pasado sábado 20 de abril, Pablo y yo acudimos a la habitual cita organizada por la Agrupación Deportiva Hospital de Benasque por estas fechas que es el Trancs de les Maladetes. Esta vez la organización eligió el pico Sacroux, limítrofe con Francia, de menor altura que los gigantes que le rodean pero que resultó ser otro gigante a tenor de la esquiada que nos brindó.




A las 7:30 estaba prevista la salida, y mientras el Sr. Feliu (que parece ser el germen de este acontecimiento) nos daba la bienvenida como en él es habitual, el tiempo no acababa de despejar. Habíamos pasado la noche en el Hostal Parque Natural como el año pasado y habíamos descansado bien después del viaje que ahora es bastante más corto por la apertura de la carretera entre Yebra de Basa y Fiscal.





El inicio en el bosque se fue complicando. A la masiva asistencia de participantes, rondábamos los setenta, se añadía una fina capa de nieve polvo sobre una base dura, que al paso de la gente afloraba originando algún que otro resbalón. Entre patinazos, pinos y algún que otro pequeño atasco, fuimos remontando en busca de la tasca.



Este año, a diferencia de los anteriores, nos permitieron decidir si participábamos en la crono o seguíamos sin parar hacia arriba. Decidimos ir subiendo sin participar en la prueba unos cuantos, lo que nos permitió observar la espectacularidad de la competición en el esquí de travesía.




La meta estaba en las inmediaciones del Ibón de la Solana, y desde allí, mientras nos reagrupábamos con los competidores, observábamos el desprendimiento de un gran bloque de nieve en una de las repisas del Puerto de Gorgutes, antes de proseguir con la marcha.





Valle abajo había ventana de sol, pero las nubes y nieblas que venían de Francia nos lo tapaban todo.



Después de cruzar el Ibón de Gorgutes, la niebla se hacía más espesa en dirección a nuestro objetivo.





En la base del corredor final, la organización decidió que todos debíamos dejar los esquís y calzarnos los crampones. Nos hubiera gustado esquiar el pequeño corredor, pero realmente parecía impensable que setenta personas subiendo y bajando por un sitio tan pequeño pudieran organizarse sin ocasionar un verdadero caos. La decisión nos pareció acertada.



Entramos en el primero de los cortes que se hicieron para que todos pudiésemos disfrutar de la sensación de hacer cima, ya que no podemos decir nada de las vistas que eran prácticamente nulas. Arriba nos reencontramos con Guillem ("jabalí" de la organización) y, esta vez y no como el año pasado, lo celebramos en la punta.





Al llegar a la base del corredor, donde habíamos dejado los esquís, un amago de sol nos animó a no perder tiempo en iniciar la bajada. Mientras, todavía subía gente hacia el pico.



Aunque el sol no llegó a lucir en ningún momento, el amago de despeje nos permitió una buena visibilidad. Esto, unido a una nieve polvo espectacular hicieron que la bajada fuera extraordinaria.



Al llegar al Hospital de Benasque, Jorge nos atendió tan bien como siempre, tomamos un par de cañas y luego a comer bien a gusto y en buena compañía.