viernes, 28 de julio de 2017

Gorreta de los Gabachos desde el cargue de Gamueta. Ansó

El pasado domingo 23 de Julio nos fuimos Elia y yo a la Gorreta de los Gabachos. El tiempo estaba estable y las ganas de ir al monte estaban como tienen que estar.




Aunque Elia no había estado en la Gorreta, comenzamos a caminar por terreno conocido para ella desde muy pequeña, pero cuando entramos en el Barranco del Chinebral hacia la Foya de Gamueta todo era nuevo para ella. 




En la Foya de Gamueta nos encontramos con unas novillas bien agrupadas a las que Elia saludaba, aunque a mi me parecía que su actitud no era del todo confiada y avanzaba el paso conforme las rebasábamos para dejarme atrás.




Lo que al principio parecía un objetivo muy lejano, poco a poco se nos íba acercando. Elia estaba contenta y decía "si ya estamos, con lo lejos que parecía que estaba". La convencí para echar un bocado antes de atacar la pedreguera que termina en el collado y mientras, ¡que raro!, encontró una piedra que le gustó mucho. Ya tenía un tamaño considerable y le propuse, como tantas otras veces, que la dejara para recogerla a la vuelta. Accedió, pero esta vez ella tomo unas cuantas referencias con la intención de localizarla a la bajada.




Sin parar de observar piedras de todos los tamaños, formas, colores y texturas, fuimos remontando hacia el collado. 




Allí corría aire fresco y Elia decidió ponerse algo de ropa antes de afrontar las últimas trepadas hasta la punta. Buscamos el resguardo de las piedras y, como si de una cueva se tratara, las utilizó para ponerse la chaqueta y los pantalones largos.




Ya le voy dejando que decida ella por donde ir más cómoda en sus trepadas y eso le encanta. Lo que no le gusta nada es que le diga las palabras prohibidas que son "muy bien", y a mi se me escapan continuamente, con la consiguiente reprimenda que me toca aguantar.




Una vez arriba, foto de rigor y a disfrutar de las vistas de los picos, valles y abismos cercanos, eso si con cuidadín.




Los destrepes también le gustan y entretienen y los realiza con bastante soltura. Realmente me gusta ver como avanza. Con la caída casual de una piedra suelta, localizamos una sima de considerable profundidad, y aunque esta cerca de los pasos habituales, para mi también fue novedad. Nos acercamos con cuidado para observarla de cerca y retomamos los destrepes hacia el collado.




Encantada de haber subido a la Gorreta de los Gabachos, lo único que no le gustaba era que se habían terminado las trepadas y destrepes en esta salida. Pero tocaba bajar y deshacer el camino trazado.




En el inicio de la bajada Elia comentaba que la pendiente hacía que tuviera que apretar las piernas y me decía que se le estaban poniendo muy duras y fuertes, "más que en la subida". Conforme disminuía la pendiente comprobaba que se caminaba más fácil y sin tanto esfuerzo incluso en algún tramo de la pedreguera podíamos saltar y dar zancadas de gigante que nos ayudaban a bajar de forma más fácil y cómoda.




Las referencias que había tomado cuando dejó la piedra que quería llevarse le funcionaron ante mi sorpresa y la piedra llegó hasta casa, eso si en su mochila que como dice ella "ya soy mayor".


Una pequeña modificación en el trazado desde la Foya de Gamueta, con el fin de buscar la sombra y la frescura del Barranco de Gamueta en los últimos tramos de la excursión, pusieron fin a una salida al monte de lo más entretenida. El disfrute fue mutuo, ella se queda con las trepadas y con haber hecho otro pico más y yo con ver como evoluciona afrontando las ascensiones con cada vez más facilidad.







lunes, 24 de julio de 2017

BTT en Ansó. Circular por Barcarea, Paco de Ezpelá

Elia se acordaba que antes de irse de campamentos le prometí dar una vuelta con la bici más larga que la anterior por el Barranco de Ezpelá. El sábado 22 de julio por la tarde fue el día elegido para hacerlo y subir un trozo más por la pista de Ezpelá y alargar, tanto el tramo de subida por la pista como el tramo de bajada por camino.




Salimos desde casa y tras cruzar el Puente Veral por la carretera cogimos la pista de Ezpelá para recorrer el tramo elegido. Compartimos paseo con Maria Jesús y comentábamos lo bonito que es el Paco de Ezpelá, lo cerca que lo tenemos y como lo podemos disfrutar en cualquier época del año.




Pronto llegamos a la empinada entrada del camino. Esta forzada entrada que tenemos que hacer con la bici de la oreja es consecuencia de la ruptura del camino al hacer la pista, una ruptura puntual que no evita poder disfrutar de las lazadas que traza el camino hasta el Barranco de Barcarea.





Antes de empezar a bajar recordamos que ya habíamos estado por allí en otra ocasión. Era la primera vez que cogía la bici por el monte y también elegimos esta zona. Pero aquella vez dejamos las bicis escondidas, subimos caminando por donde ahora íbamos a bajar y entonces bajamos con la bici por la pista. Era más pequeña y no podía hacerlo como ahora bajando con la bici por el camino.





Como le pasa a muchos, incluido a mi, Elia me decía que se le hacía más fácil girar para un lado que para otro en las sucesivas lazadas con giros de 180º que tiene el camino. Se convenció de que eso era normal y que era un buen sitio para aprender a solucionar el problema, ya que el camino gira continuamente tras los tramos rectos en donde disfrutaba esquivando piedras y pequeños desniveles.





En cada tramo le preguntaba que tal iba, si le gustaba y si se le hacía corto como la vez anterior. Al ¡que pesau! habitual, seguía la pregunta rápida: ¿ya se acaba?, y al decirle que todavía quedaba un trozo respiraba aliviada. 






Conforme avanzaba la bajada y un poco antes de llegar al Barranco de Barcarea, me enseñaba los dedos de las manos y me comentaba que le estaba pasando como la primera vez que bajó con la bici por la pista. Se le cansaban de frenar continuamente pero le daba igual porque estaba "super" contenta de bajar por el camino con la bici.






En el Barranco de Barcarea, Elia sorprendió a un jabalí que campaba por allí. Aunque no lo llegó a ver si que escuchó como se escapaba monte adentro y me explicaba que pensaba que alguien subía por el camino y por eso se había parado. Le comenté que si no hubiera parado quizá lo hubiera visto y no hubo más comentario por su parte, lo que me hace dudar de si le hubiera gustado el encuentro o no....??




Al dar vista al Barranco de Ezpelá, Elia ya se situó y a la vez que comentaba contenta que ya sabía donde estaba, también expresaba su tristeza comentando que se acababa. 





Un poco de chapoteo en la fuente y una entrada triunfal en casa gritándole a su madre lo bien que lo había pasado completaron una tarde de sábado donde los dos disfrutamos de lo que habíamos visto y hecho.