miércoles, 16 de enero de 2013

Raquetas de nieve en Ansó. El Vedau

Al observar que la intensidad de la nevada de ayer había disminuido hacia el mediodía, se me empezó a pasar por la cabeza el salir a dar una vuelta y disfrutar de la nieve.
Después de comer, y aunque era ya un poco tarde, decidí calzarme las raquetas y dar un paseo por el Vedau.

 
 
 
No hacía frío lo que permitió la rápida transformación de la nieve humidificándola bastante. Vamos, que en las calles había bastantes zonas de lo que aquí conocemos como "charpaleta".
 
 
 
 
Estaba bastante nublado pero hacia el sur del valle parecía que el cielo luchaba por dejarse ver. Esos "mini claros" me inspiraban bastante desconfianza de cara a una mejoría temporal. Conforme iba ganando altura por "O Trestallo" la cantidad de nieve iba aumentando a la vez que disminuía su humedad.
 
 
 
Al llegar a la  Borda Techinero la cantidad de nieve era considerablemente mayor. Desde la Borda Catalán parecía que avanzaba en cámara lenta, mientras que el reloj iba demasiado acelerado. Decidí entonces subir a la pista del Vedau por la trocha que desde este punto la enlaza de forma directa.
 
 
 
 
Al llegar a la pista, observé la mala pinta que tenía la cabecera del valle meteorológicamente hablando. En este punto, que corresponde a la cota 1150 aproximadamente, y tras varias mediciones obtuve un espesor medio de entre 80 y 85 centímetros. Todo esto, unido a que el reloj parecía que se hubiese dopado por su espectacular avance, hicieron que me decidiera a ir en busca de la Espelunga Pabirrio olvidándome de otras opciones más largas.
 
 
 

 

El hecho de coger la pendiente a favor ayudaba a romper con más facilidad la nieve y a la vez frenar un poco las dichosas agujas del reloj.
 

 

 
 
El camino estaba espectacular pero ya empezaba a tener ganas de llegar a la Borda Techinero para coger la huella que había hecho al subir, eso haría que necesitase menos esfuerzo para avanzar.
 

 
 
 
 
 
Una vez en mi propia huella realizada en la subida, la cosa mejoraba. La cantidad de nieve siempre iba disminuyendo, la pendiente siempre era a favor y el esfuerzo era menor. Pese a todo, la noche en este tiempo llega demasiado rápido y más en un día nublado.
 

 
 
 
Aunque el camino está limpio tuve que hacer uso de la linterna para evitar golpearme con alguna rama doblada`por el peso de la nieve. También se disfruta paseando por la nieve en la oscuridad y más cuando las luces del pueblo te guían.
 

 
 
 
Pese a haber invertido más de tres horas en un recorrido que en condiciones normales cuesta la mitad o menos, el disfrute ha sido total, hasta el punto de animarme a hacerme un retrato antes de llegar a las calles de Ansó.