lunes, 29 de septiembre de 2014

BTT en Ansó. Segarra

El pasado sábado 27, ante un sinfín de tareas, encontré un hueco para dar una vuelta con la bici. Tenía ganas de probar la nueva pista abierta en Segarra y allí que me dirigí antes de comer. Al ir subiendo por la carretera observé el Pozo Mancho y ví que estaba realmente tentador, pero las bajas temperaturas de los días pasados, rozando la helada al amanecer, me quitaron la idea de echarme un baño.



Además de las temperaturas más bajas y que los días son más cortos, pequeños rebaños con ovejas pariendo en las cercanías del pueblo, resultan buenos indicadores de que el cambio de estación ha llegado.
Para estrenar la nueva pista, antes hay que coger la pista de Picoya que lleva hasta Archibú y tomar un desvío a la derecha a unos cuatro kilómetros.



No obstante, su reciente apertura no deja lugar a la duda y resulta fácil su localización. aunque no he pillado nada de almuerzo, como siempre, el monte nos ofrece bastantes cosas aprovechables.



El arranque de la pista está muy bien y el piso espectacularmente liso. En breve la cosa empieza a empinarse y hay que empezar a apretar.



Cualquier excusa es buena para tomar un descansillo, las vistas, una foto,...



Rampas exigentes para el que quiera ponerse a prueba. Tan exigentes que llega un momento que para mi resultan imposibles de aguantar y tengo que parar a relajar las piernas. No creo que sean los excesos de la semana anterior en las Fiestas de Ansó, donde las comidas y las bebidas, además de los bailes, fueron los protagonistas. Realmente son duras y uno ya no está para estas exigencias. 



Tras un par de muros espectaculares, donde la misma pendiente permite apoyar el pedal para sostener la bici colocada transversalmente a la marcha, la pendiente se suaviza e incluso hay una pequeña bajada. ¡Menudo engaño!, yo que pensaba que ya se había acabado lo duro me encuentro con otro muro que hace que el ritmo cardíaco aumente considerablemente.



Una vez superada la última rampa, la recompensa no puede ser mejor. Una vez arriba dejé aparcada la bici, y también el casco y la mochila y disfruté de un relajante paseo por la tasca. Se hacía necesario después de la presión acumulada en las piernas.



Ganas tenía también de probar la bajada, así que me puse los "aparejos" y arreando para abajo.



La bajada resulta cómoda por el piso tan liso, pero en los muros en los que antes me ha costado buenos esfuerzos subir, no hay que descuidarse a la hora de sujetar la bici.



Tras las fuertes rampas, en un pis-pas me planté en la pista de Picoya donde los pinos de porte espectacular no pasan desapercibidos.


No sabemos cual será la justificación de la inversión realizada en esta nueva pista, ni tampoco nos queda claro como teniendo tantas pistas forestales descuidadas en el valle se realiza una nueva en la que sospechamos que el mantenimiento no será fácil, pero de momento disfrutamos de ella y pensamos en que este invierno puede resultar un buen recurso para bajar con esquís desde Segarra, por pendiente no será.