Pablo y yo continuamos hacia arriba trampeando por nieve muy muy justa hasta alcanzar la continuidad blanca algo más arriba.
En el Collado de Lo Foratón la cosa cambiaba de aspecto y lo que veíamos ya era otra cosa. Incluso al poco de arrancar en la pala paramos a poner cuchillas para subir más cómodos.
Había una huella muy buena de subida, con amplias diagonales entre la multitud de pisadas que habían quedado del fin de semana y que habían dejado la pala con un aspecto de campo de labor recién labrado. Solamente al final se perdía entre tanto rastro, pero permitió subir cómodamente buena parte del tramo.
Al ir ganando altura, como siempre que se sube a este pico, todo va quedando abajo muy pequeño, las vistas se van ampliando en el horizonte e incluso las nubes también se quedan más bajas.
Arriba perdimos poco tiempo, el aire era frío y no apetecía parar y comer algo. Decidimos bajar hasta el collado y allí tranquilamente almorzar.
En la bajada vimos como alguien nos hacía gestos con el bastón levantado... era Nieves que había cambiado las herramientas y se dirigía hacia la cima con raquetas. Pese a haber perdido poco tiempo en la punta, la transformación de la nieve había sido muy bestia. Habíamos pasado de subir con cuchillas a bajar, con cuidado, por una nieve podrida que se hundía por todos los lados. Eso favorecía a que Nieves pudiera avanzar sin riesgos por la pala y con raquetas hacia el Bisaurin.
En el collado, además de echar un buen tentempié, decidimos completar la jornada subiendo al Puntal Alto del Foratón. En la bajada normal hacia Lizara sabíamos que tendríamos que descalzar esquís antes de llegar. Desde el Foratón parecía que podríamos apurar un poco más esa circunstancia.
La elección fue de lo más acertada. En la bajada nos encontramos una nieve mucho más dura que la de la pala del Bisaurín y que nos permitió disfrutar de lo lindo. Además, haciendo un poco el jabalí, apuramos la nieve casi hasta el cauce del barranco de la Cueva del Oso, desde donde, por un cómodo camino, llegamos a las inmediaciones del refugio con muy poco porteo.
En el refugio esperamos a Nieves disfrutando de unas buenas cervezas y de una también muy buena acogida por parte de Jorge que acababa de llegar. Después de un rato de "charradeta" y de otra cerveza con Nieves volvimos a casa tan contentos.
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