Una vez cruzado el barranco de Pacozalboch el camino remonta por el solano permitiendo salir del "agujero" y empieza a permitir ver algo. Aún quedan colores otoñales por el monte y meteorológicamente hablando, más de lo mismo en estos últimos días, nubes amenazadoras por la cabecera.
Como cuando llegué a la pista aún me daba el sol, decidí acercarme hasta la caseta de Archibú. Entré en la caseta y observé que está en un estado bastante aceptable y tiene leña por si a alguien necesita encender el fuego.
Una vez allí, la amenaza del tiempo hace que me decida por coger el camino que, pasando por la Borda Romo, me puede llevar hasta el cerro Baquera o hasta Archincha. Conforme avanzaba, otra vez el tiempo dió una tregua y lo que parecía que se iba a convertir en un infierno, se calma.
Esta bonanza me dió pie a mirar con buenos ojos la salida de agua que fluye desde el interior de la Cueva del Oso. Hacía algún tiempo que no había estado por allí y decidí subir, cambiando de nuevo el itinerario previsto.
Tras pasar la pedreguera y alcanzar las hayas grandes cercanas a la salida del agua, me asusté de observar el estado en el que se encuentra una de ellas. No sólo por estar a punto de caerse, sino porque acababa de pasar por debajo de ella escuchando unos crujidos bastante sospechosos, lo que me hace pensar que la próxima vez que vuelva por aquí la encontraré en el suelo. Una vez pasada el haya, me costó un poco encontrar el mejor paso para entrar en la cueva debido a la cantidad de "gabarderas" pinchudas que allí se concentraban, pero una vez dentro,... ¡a disfrutar de la Cueva del Oso!
Antes de salir, decidí llenar la cantimplora, con la intención de que me sobrara agua y así darle un poco a Elia cuando llegara a casa y le contara donde había estado. También le contaría lo que les decían los pastores a sus "repatanes" sobre esta salida de agua: "...si te agachas a beber y notas algo fresco en el culo, has de saber que es el morro del oso". Imagino que más de uno se aguantaría las ganas de beber, y si alguno decidía agacharse, dudo mucho que no echara algún vistazo hacia atrás o acortara el trago por si las moscas.
Antes de bajar la pedreguera que me llevaba al camino para cruzar al Cerro Baquera, esta vez en su parte alta, recordé el estado del haya antes mencionado y lo rodeé lo suficiente como para que, en caso de caer, no me pillara debajo. Una vez en el cerro, alcanzo a ver la Borda Chimena, y en vista de que el tiempo sigue dándome tregua, allí decido dirigirme. Aunque el camino se queda por debajo de la borda, me acerco para echarle unas fotos.
Estando en la borda, empiezó a nevar y decidí emprender el camino de bajada. No me pude resistir y, bajando por el solano de Archincha, cojí unos "revichuelos" ya que supuse que serían, seguramente, los últimos de la temporada. Al llegar al desvío, que cruzando el Barranco Maidoguí y el Cerro Baquera, me podría llevar por la Borda Romo hasta Archibú, lo tomé hasta el cerro y por allí bajé hasta el coche sin necesidad de recorrer ni un metro de carretera.
La zona es espectacular, y pese a que conforme bajaba, los copos se iban transformando en agua, no paré de disfrutar de todo lo que por allí veía. Hasta un corzo me hizo un quiebro, a muy pocos metros, para esquivarme escondiéndose rápidamente en la espesura, ¡lo que faltaba para redondear la tarde!.
Durante todo el recorrido que anduve para llegar al coche que estaba aparcado en la parte más baja del Barranco Marcón, junto a la Borda Saletas, el bosque presentaba una estampa impresisonante.
Es fascinante este reportaje,ni sabia que existia una cueva del oso y menos una leyenda de esa cueva.Gracias Iñaki
ResponderEliminarFernando de Bizén.
Me alegro que te haya gustado. Todavía hay muchos "cados" por descubrir en nuestro monte.
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