El pasado lunes 24 de enero me acerque hasta el Somport para dar una vuelta con las raquetas de nieve. Un par de días atrás había caído una ligera nevada de norte y el ambiente anticiclónico y frío hacía pensar que la calidad de la nieve se mantendría en buenas condiciones.
La combinación de la calidad de la nieve y la huella en perfecto estado, unido al precioso día que había salido no permitían otra cosa, tan solo se trataba de disfrutar.
Con la última y ligera nevada la cosa había cambiado a mejor, al menos en estas zonas de pendiente suave. De forma que me permitió asomarme hacia la Espelunguera sin problemas por las zonas sombrías.
También resultó agradable caminar por tramos sin huella y sobre todo avanzar cómodamente y sin sobresaltos ni dificultades. Los crampones y el piolet resultaron pasajeros de lujo en la mochila durante todo el recorrido.
Otro paseo por el Somport antes de pasar a la vertiente española me permitió aprovechar el día a tope. Había merecido la pena el viaje y solo quedaba volver a casa para contarlo.
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