viernes, 7 de febrero de 2020

Pico Garmo Negro con esquís desde el Balneario de Panticosa

El lunes pasado, 3 de febrero, fuimos con Pablo a esquiar al Garmo Negro. Después de pernoctar en el Refugio "Casa de Piedra" del Balneario de Panticosa salimos con los esquís en la mochila hasta el paraludes donde ya los calzamos.




El día amaneció despejado y el rehielo nocturno había funcionado. La nieve estaba dura pero quedaban horas por delante para que fuera transformando.




A tenor de los innumerables rastros de esquí que había, era fácil pensar que el fin de semana mucha gente había elegido la zona para disfrutar del esquí de travesía, nada extraño por otra parte dadas las condiciones de nieve que hay.




Una muy buena huella de subida permitía subir cómodamente. La única pega para mi era el medio resfriado que llevaba, o los kilos de más, o la inactividad de los últimos días, o los años.... o todo junto y que no me permitían avanzar como a mi me gusta. Teniendo que bajar el ritmo para subir sin sufrir. Mientras, Pablo se iba y se iba, y cuando me esperaba decía que iba paseando... para animar.




Poco a poco fuimos ganando altura, y como siempre, las miradas hacia atrás para ver lo que hay invitan a hacer fotos sin parar.




Llegando a arriba, en la última pala, esas sensaciones aumentan y el balcón que ofrece el Garmo Negro es impresionante.




En la cima coincidimos con un navarrico bien majo Eden (creo que se llamaba) quien nos hizo una foto, y enseguida llegaron dos oscenses que subían todo el rato detrás de nosotros y que resultaron ser Javier Olivan "Suli" y el mismísimo Lorenzo Ortás, un par de fenómenos del montañismo. 




Los cinco charlamos un rato en la cima del Garmo antes de iniciar el descenso, no sin antes tirar unas cuantas fotos, hacia el Vignemale, hacia el Midi, hacia los Infiernos,...





La esquiada estaba asegurada. Mucha mejor nieve que el día anterior en el Sanchacollons, donde el nulo rehielo nos hizo trabajar en la bajada mas de la cuenta.




Conforme íbamos bajando encontrábamos tramos labrados y algo más pesados, pero la amplitud del espacio permitía buscar zonas menos machacadas y nieve más dura, con lo que el descenso fue todo una gozada.




Los últimos tramos de bosque también merecen ser comentados. La bajada hasta el paraludes estaba en muy buenas condiciones y resultó de lo más entretenida.



Pese a mi lentitud subiendo, en poco mas de cuatro horas y media estábamos en el punto de partida con la faena hecha y habiendo disfrutado de un día espectacular y conociendo gente bien maja. ¡Todo un lujo!.













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