domingo, 23 de diciembre de 2018

Primeros metros y giros de la temporada. Arette-La Pierre Saint Martin

Ayer por fin pude quedar con Pablo y Aro para ir a esquiar. Mientras que ellos llevan acumulados unos cuantos miles de metros yo no había podido estrenarme en esta temporada todavía. Muchas faenas, formación y estudio durante los últimos dos meses han tenido una pequeña tregua en estos días y eso había que aprovecharlo.




El día no salió muy bueno, encapotado en la base de la estación de Arette-La Pierre Saint Martin y con temperatura bastante suave. Pablo y Aro pese a haber estado el día anterior, estaban sorprendidos de la situación que se veía. La temperatura suave había hecho que aparecieran muchas calvas por la base de la estación. 




Conforme íbamos subiendo la niebla se hacía cada vez más espesa y el chirimiri empezaba a mojar, pero para mí estaba todo muy bien. Las ganas que tenía de salir al monte me hacían disfrutar como si estuviera esquiando sobre nieve polvo en un día espectacular.




Poco tiempo perdimos en la parte alta de la estación. El tiempo no favorecía pero las ganas que tenía de dar los primeros giros si. No me había llevado las gafas de ventisca y al final, probando, decidí bajar sin gafas, ...total para lo que había que ver. Pero aún así y aunque Pablo y Aro comparaban la nieve y el día con el anterior, y en la comparación la cosa no salía nada a favor del día, para mi seguía siendo buenísimo.




Por la mañana no tenía claro que pudiera dar un par de vueltas en el tiempo previsto ya que tenía comida familiar, y mi estado de forma no sabía como iba a responder, pero al llegar a la parte más baja de la estación me vi con ganas de más. Así que volvimos a poner las pieles y remontamos para arriba de nuevo.





Otra vez, al ganar cota, la niebla se hacía cada vez más espesa, pero la sensación de foquear, y además cómodo por el ritmo suave que pusieron Pablo y Aro, hacían que estuviera disfrutando como un crío con zapatos nuevos. Incluso les conté que mi felicidad podría ser comparable a cuando Elia en su primer viaje en coche en el asiento delantero me aseguró que era el día más feliz de su vida.




Un descenso hasta el coche sin pérdida de tiempo y hasta con algún pequeño y divertido pique, nos permitió celebrar el día con una cerveza artesana en El Ferial, y aún pude llegar con tiempo sobrado a la posterior comida familiar que formaron parte de un buen día. La nieve húmeda y algo justa, la niebla y el chirimiri no pudieron con las ganas que tenía de pasar un día por el monte disfrutando como pocas veces. ¡Muy contento!












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