Nos decidimos por la Chimenea Oeste al Gran Pitón de Ezcaurri y utilizamos la reseña de la Guía de Escalada en Roca de Picazo.
Desde Zuriza nos dirigimos hacia la base de la "arista este", para después entrar al circo de Ezcaurri por el "Paso del Pino". Paso estrecho y pendiente que nos introduce en el espectacular circo de Ezcaurri y por donde remontamos hacia la Chimenea en una aproximación tan bonita como dura.
En la aproximación en busca de la sombra, eliminamos, con seguridad, todas las toxinas acumuladas la tarde anterior. Pero lo que teníamos alrededor merecía la pena y disfrutábamos de los paredones que teníamos a nuestro alrededor.
Poco a poco nos fuimos acercando a la Chimenea y accedimos con ganas a la tan codiciada sombra, donde nos quitamos las camisetas mojadas por el sudor y no quedó más remedio que ponernos la chaqueta mientras esperábamos echando un bocado a ver si se secaban al sol.
Las camisetas no se secaban y la sombra era tan potente que hizo que decidiéramos ponernos en marcha para no quedarnos demasiado fríos,...¡que contrastes!.
Ya conocíamos la descripción de Picazo sobre esta chimenea, de la cual comenta en su guía: "...corta y encajonada ascensión con rocalla suelta e itinerario no muy interesante...", ...pero había que probar.
Realmente no es una gran escalada. Unos bloques empotrados con cierto desplome son las dificultades mayores. El resto, cierto es, mucha roca suelta con la que hay que andarse con ojo. Pero la sombra es extraordinaria, tanto que no sobraba la chaqueta con la que habíamos comenzado las trepadas. El entorno realmente es imponente, y la ascensión a mi me resultó muy entretenida, aunque se me hizo corta.
Llevábamos los pies de gato pero no los utilizamos, tan solo en algún momento puntual me acordaba que los llevaba colgando del arnés. Entre la estrechez de la chimenea y que en algún momento me metía en algún pequeño abrigo de la roca para evitar que me cayera alguna piedra movida por Pablo o por la misma cuerda, escuchaba un pitido en el GPS que indicaba que perdía señal.
Una vez en el collado, de nuevo amplitud, luz, sol y calor. Nos pusimos las camisetas y accedimos al gran pitón por su cara norte semicaminando o semitrepando entre roca y hierba para disfrutar de todo lo que teníamos alrededor.
Tanto disfrutábamos que empezamos a bajar sin haber hecho la habitual foto de cima. Hice volver a Pablo y, no sin refunfuñar, volvió para hacerla. Finalmente volvimos al collado para descender por el lado opuesto de donde habíamos llegado por una larga pedreguera hasta buscar otra vez la sombra del bosque.
Completamos una circular impresionante con un tramo de escalada no complicada y a la sombra, mientras los de la Camille Extreme corrían sin parar por la zona.
El GPS ya pitaba con motivos. Al mirar el track, y justo en el tramo de la chimenea, la traza parecía volverse loca. Intenté arreglarlo como pude y realmente no se muy bien como habrá quedado ese trozo pero el resto del track está correcto y la circular merece la pena. Además en la chimenea una vez que entras las opciones son realmente pocas para equivocarse.
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