Me acerqué con el coche hasta el Puente de Camín, unos dos kilómetros y medio por debajo de Fago, justo donde se entra para acceder al Barranco de Fago, y tomé, en principio, el camino de la Plana Monteoscuro. Al llegar al Puntal del Capitán dejé este camino y tomé el del Paso del Gato.
Ya hace unos diez años que se quitó el cartel indicador de este recorrido, pero la traza todavía se sigue bastante bien en general, bien es verdad que en algún momento hay que prestar atención para no perderla. Ahora los jabalíes son mayoría en su uso, pero alguno que otro también queremos disfrutar de esos territorios, y lo hacemos. Prueba de ello son los mojones existentes (creo que no más de dos) situados estratégicamente en unos puntos donde realmente se hacen necesarios y ayudan notablemente para seguir bien la traza en los momentos más oportunos.
Los brotes primaverales de arces, tilos y avellaneras, que se mezclan con tremendos robles y carrascas espectaculares que se adueñan de un paisaje alucinante.
Una vez llegado a la base de los paredones y empezando a remontar, los mojones de piedra son más abundantes y no resulta complicado llegar hasta el Paso del Gato.
El paso, corto, con cierta exposición y algo aéreo, no presenta gran dificultad técnica y además tiene instalada una cadena para ofrecer seguridad al que la necesite. A partir de allí, la remontada hasta la Plana Monteoscuro resulta muy intuitiva ya que discurre junto a los paredones que mantendremos siempre a nuestra izquierda.
Pude disfrutar del vuelo del águila real y del de numerosos buitres, aunque no localicé ni al quebrantahuesos, ni al alimoche ni al halcón peregrino, todos ellos abundantes por la zona y no difíciles de observar.
Entre las miradas hacia el sur donde se apreciaban los terrenos agrícolas de la Canal de Berdún y las del norte en donde aún quedaba nieve abundante y en cotas relativamente bajas, me sorprendió una mezcla de silbido y zumbido que terminó en susto cuando un buitre de tamaño normal, pero que al pasar en vuelo rasante pocos metros por encima de mi cabeza, me pareció gigante y me dejó finalmente con la boca abierta viendo como dominaba con su cuerpo y sus plumas eso del arte de volar.
Una vez en la Plana Monteoscuro, observé como los pinos afectados por la plaga de procesionaria de este invierno en la zona, trataban de recuperarse poco a poco. A partir de ahí tomé el camino de vuelta hacia el coche disfrutando del paisaje que ofrece el Barranco de Fago, esta vez por camino limpio, señalizado y cómodo.
Paseo tranquilo en una tarde ideal de primavera por una zona del valle también tranquila y espectacular que merece mucho la pena visitar.
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