Ya sabía que el ayuntamiento de Hecho había invertido en la señalización de numerosos caminos recuperados en la zona de Santa Lucia, la Sierra de los Rios y las Pardinas. También sabía que se habían interesado en reponer la señalización vieja deteriorada, y justo antes de arrancar ya comprobé que las cosas se habían empezado a llevar a cabo...¡cuanta ventaja nos llevan por los alrededores!.
El monte estaba como corresponde a un mes de enero, por muy anticiclónico que sea. Las huellas del trabajo incesante del agua también se dejaban notar en alguna barranquera que cruza el camino.
Tras pasar por las viejas escaleras que invitar a "alparcear" los restos de la Borda Volante, otra vez me quedo perplejo observando el trabajo del agua, ¡que maravilla!. Observar el fluir del agua resulta gratificante siempre, pero si además las coincidencias dan lugar a cosas como estas, es para dar un bofetón a los que dicen que da lástima el agua que "se pierde" cuando la ven bajar por los ríos, ...¡hasta los niños pequeños han oído hablar del ciclo del agua!.
Cambiando rápidamente los pensamientos por otros más positivos voy dando vista a las cuevas de Susuei, tan imponentes como siempre.
Superada la zingla que las forma, las vistas proporcionan mucha más amplitud y jugando con esos contrastes se sigue disfrutando de lo lindo.
Grandes chaparros acostumbran a acompañar a las bordas por aquí tan numerosas. Además, los años que el clima ha sido favorable, la producción de bellota es abundante como ocurre este año a tenor de lo que voy viendo por el camino. Los jabalís bien lo saben y se aprovechan de ello. También deben saber que estamos en temporada de caza ya que al sorprender a uno, éste salió corriendo en estampida sin importarle hacer ruido con las piedras al correr, ni sin mirar si chocaba con alguna mata de boj en su escapada.
Para mí, una de las bordas más bonitas de la zona es la Borda Iguarte. Su situación, su orientación sus lastras, sus campos, sus fajas, la era, ... cada vez que voy me quedo un buen rato pensando como viviría allí la gente, lo que les costaría construir todo eso, la relación con sus vecinos de las numerosas bordas cercanas,...
Bajando, y aún habiendo pasado hacía rato el mediodía, observé como en las umbrías eternas de invierno la acumulación de escarcha se mantenía, aunque también vi como el sol empezaba a entrar donde hasta ahora no lo había hecho, ganando terreno a cada día que pasa.
En el río también se veían las influencias de la orientación como en el monte. Todo el medio resulta como una enciclopedia gigante e intensa dispuesta a enseñar a todo aquel que quiera aprender, ¡allí que volveré siempre que pueda!
Para haber improvisado la ruta sobre la marcha los resultados fueron espectaculares como siempre en cualquier salida.
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