Por la mañana temprano, el desayuno en la plaza ya auguraba una buena jornada. Mientras unos corrían y jugaban, otros esperaban el inicio de la marcha.
Una vez iniciada la caminata, empezaba lo bueno. Ya en el barranco de Santiago, vimos el desvío a la "Espelunga Zorna", esto dio pie a que Elia me propusiera la posibilidad de ir a cenar allí, e incluso ¡a dormir!.
Para Elia era su cuarta participación en la "marcha senderista" y estaba contenta e ilusionada por estar realizándola. El buen día hacía que en la subida la ropa estorbase y tuviéramos que quitarnos la chaqueta para avanzar más cómodos. El ascenso al avituallamiento lo realizamos rápido, aunque no tanto como Pedro Luis de Hecho, que nos adelantó como una "furrumbia".
En la llegada al espectacular avituallamiento, Javi nos pidió el número de senderista para tenerlo todo controlado. Lo apuntó perfectamente, ya recuperado de su corte en el dedo que se hizo al preparar las varas con las que nos obsequió el Club Linza como regalo de la marcha. Un original regalo que aunque no costó dinero si que costó sudor y sangre, además de las horas invertidas en recogerlas y prepararlas.
En el avituallamiento no faltaba de nada, y mientras unos decidían si hacer el recorrido corto u optar por el largo, ya que este era el punto donde se separaban ambos, otros se dedicaban a seguir jugando.
Elia tuvo sus momentos de duda en cuanto al itinerario a elegir, pero finalmente optó por realizar el corto y disfrutar jugando con su amigo Martín.
Tras observar de cerca una oruga y ponernos el pantalón corto, como era de esperar, en la bajada las carreras fueron las protagonistas. Elia y Martín (y hasta algún rato Sonia) no paraban de correr y los adelantamientos llegaban a rozar la temeridad. Incluso tanta velocidad hizo que en más de una ocasión la pareja se despistara y se saltara alguna curva de la traza del camino teniendo incluso que retroceder para volver a cogerlo.
Con esta situación, la bajada se nos hizo bastante corta y rápidamente llegamos a Ansó, no sin antes hacer algo de ejercicio en Narancoba, y hacer un poco de gana para la comilona que nos tenían preparada como todos los años en el Trinquete.
Nos dió tiempo a darnos una buena ducha e incluso a disfrutar de algún que otro vermú antes de disfrutar de unas buenas migas y panceta, longaniza y chistorra a la brasa. Algo de queso y fruta completaron la "lifara" bien regada con vino tinto y refrescos para los más pequeños.
La colaboración de ese día resulta imprescindible como es evidente, pero para que todo funcione, incluida esta colaboración, la organización, que recae sobre el Club Linza que lleva varias semanas preparando todo con una ilusión y ganas difíciles de superar, bien merece este comentario.
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