Como ya es habitual, encontramos a más gente que estaba disfrutando del circuito, y tuvimos que aparcar en el ensanche de abajo pese que habíamos elegido el recorrido "Barranco de Las Eras" para iniciarnos en esta nueva experiencia.
Dimos los primeros pasos, no sin titubeos, pero pronto Elia descubría como los "pinchos" de las raquetas permitían salvar desniveles sin resbalar. Después de pasar por la "Casa Blanca"...!!!, entramos en calor y a Elia empezó a sobrarle algo de ropa.
Además de llamarle la atención los rastros que dejaba ella con sus nuevos pies en la nieve, no paraba de observar con atención los numerosos rastros habituales por la zona de corzos, jabalís, ciervos. Entendió muy bien, con los rastros de los corzos, el porqué no se hundía tanto en la nieve como ellos al apoyarse con una superficie mucho mayor. "¡Pobretes!", decía, "se hunden tanto por tener las patas tan pequeñas", después de habérselo explicado y para dejar claro que se había enterado.
Seguíamos encontrando huellas, de gato montés, de ardillas, de sarrios,... También se daba cuenta de que los mismos animales dejaban sus huellas de distinta forma según fueran andando, corriendo, saltando,... y quiso comprobar si las huellas de sus raquetas dejaban diferentes formas si andaba, saltaba,...
... o corría.
A pesar que el recorrido "Barranco de Las Eras" no llega hasta el puente del barranco, Elia quiso subir para cruzar por encima del puente. Se acordaba de cuando subimos en verano buscando la sombra. También se acordaba de la merienda debajo de un abeto, de las fresas que comió por el camino donde ahora hay 40 cms de nieve y hasta del escarabajo verde brillante que encontramos "justo aquí". Podéis verlo pinchando aquí.
La vuelta se convirtió en seguir probando, "guárdame los bastones que me estorban para correr", "dámelos para pasar mejor por aquí", "te echo una carrera",...
Alguna vez daba explicaciones del porqué de sus caídas, otras no. Pero seguía disfrutando y probando.
Tras un rápido cambio de ropa por su mojadura en una caída en medio de una barranquera, en la parte más baja del recorrido, donde se mojó los guantes y la camiseta, llegamos al coche. Elia le dijo a su tío que si le podría traer unas raquetas, eso si, dejó claro que sólo para poder ir juntos con su amigo Martín.
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