Elegimos Linza para arrancar y nos dirigimos hacia la Foya de los Ingenieros por la pista de esquí de fondo.
Para nuestra sorpresa, nos encontramos con la parte de la pista que sube a la Foya de los Ingenieros sin pisar por la máquina. Por un lado, me recuerda otros tiempos en los que no existía máquina y la visión de la zona, totalmente virgen, resultaba espectacular, pero por otro lado, preocupan el esfuerzo y las inversiones hechas para que el esquí de fondo en Linza se consolide como actividad.
Los raquetistas han disfrutado por la zona abriendo huella por muchos sitios, pero en la diagonal de la Foya Manaté ya no tenemos huella y toca ponerse el mono y medir nuestras fuerzas en este principio de temporada.
Una vez superada la diagonal, José Manuel decide buscar un sitio cómodo al sol y esperarnos mientras José Antonio y yo decidimos alargar un poco más el paseo.
Pese a que este año he reparado los esquís, observo que algo tendré que hacer con las pieles. Para seguir subiendo tuve que hacer uso de la cinta americana, ya imprescindible en la mochila.
Poco antes de llegar al Collado de Petrachema, José Antonio cumple uno de sus objetivos, que era localizar un quebrantahuesos que campa por la zona. ¡Que ojos más agudos tiene el jodido!. El bicho sobrevolaba la punta del Sobarcal y no estaba lo suficientemente cerca para localizarlo de manera fácil, ... pero dicen, que la experiencia es un grado.
En el collado, justo en el límite fronterizo, vemos como la pala de Petrachema anda algo escasa de nieve por culpa del viento que hizo posteriormente a las nevadas. No obstante, observamos que aún se podría trampear la bajada. Después de echar un trago de agua, de la botella de José Antonio, ya que a mí se me había olvidado la cantimplora, y unos trozos de chocolate, decidimos bajar al encuentro con José Manuel.
Disfrutando de una nieve espectacular, nos encontramos con José Manuel, al que seguramente se le había hecho larga la espera.
Nos espera la inclinada pala de la Foya Manaté para ir poniéndonos a tono al inicio de la temporada.
El día era muy bueno y mientras veíamos como en las orientaciones sur la nieve se iba transformando, la "nevera" en la que se convierte el Barcal, por su orientación, mantenía una nieve polvo alucinante.
Llegando a la Foya de los Ingenieros, otra vez nos acordamos de que la máquina no ha pasado por la pista de esquí de fondo, esta vez con un sentimiento más egoísta, al tener que imprimir un mayor esfuerzo en las cortas y suaves remontadas.
En un "pis-pas" llegamos al Llano de Linza, donde ya encontramos la huella de la pista, y completamos un arranque de temporada que nos deja con ganas de repetir cuanto antes.
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