Llegamos pasado el mediodía a Riglos y Pablo buscaba la sombra para echar un pequeño bocado antes de acercarnos a la Aguja Roja. La única sombra que había era la de los muros del cementerio de Riglos y allí que fuimos para aprovecharla.
Sin perder mucho tiempo nos dirigimos hacia nuestro objetivo con ganas. La Aguja Roja es uno de los mallos pequeños y se puede acceder a ella desde el pueblo o como hicimos nosotros desde el aparcamiento del cementerio o el centro de interpretación. Interesante opción cuando el aparcamiento de abajo está saturado.
Pablo había memorizado la reseña de Korkuerika y arrancó por el primer largo vigilando donde se agarraba y apoyando el culo en la aguja Gómez Laguna para subir al puente de roca que une las dos agujas y donde se encuentra la primera y cómoda reunión.
Mientras Pablo arranca en el segundo largo, otra cordada estaba bajando. Al llegar a la reunión se encontró con Daniel, con el que coincidimos en los cursos de esquí de travesía de Peña Guara del año pasado. Le preguntamos por su tabla y nos confesó que prefería la escalada. Desde la primera reunión le pedí que hiciera un posado y ahí está el resultado.
Frente a los 25 metros del primer largo de IV grado y a los 20 de IV+ del segundo, llegan los casi 40 metros del tercer largo de IV+ que son de lo más disfrutones. Este largo discurre por un diedro- chimenea hasta un collado formado por un espolón que permite montar la reunión en unas sirgas que lo abrazan. Buenas presas para manos y pies facilitan lo que a priori parece más complicado.
El último largo es el más sencillo. Una tirada de 25 metros de III+ o IV nos llevan a la cima de la Aguja Roja completando sus 120 metros de escalada y ofreciéndonos unas vistas espectaculares.
El descenso se hace en tres rápeles, el primero hasta el collado formado por el espolón, el segundo hasta la R2 y el tercero desde ésta hasta el suelo.
Una vez abajo, el puente de roca enmarca a Pablo en nuestro retorno hacia el coche. Un último vistazo a la aguja por su cara sur que oculta la vía realizada por su cara norte, equipada con chapas blancas.
Otro vistazo a los Mallos grandes es inevitable para terminar un primer día de escalada de la temporada de lo más acertado.
Llegamos a Ansó a la hora de cenar con muy buena gana y con la sensación de haber disfrutado del fin de semana de la mejor manera posible, pese a que fastidia un poco no haber podido aprovechar la abundante nieve que todavía queda en el Pirineo.
Le pegais a todo, sois unos autenticos fieras.
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Fernando de Ansó
Gracias Fernando, me alegra que el blog te sirva de entretenimiento. A ver si hacemos algo juntos, hay muchas cosas pendientes por hacer disfrutando del monte como siempre.
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