viernes, 22 de marzo de 2013

La Paquiza de Linzola con esquís. Se queda en intento

El sábado 16, se esperaba una mañana que permitiera hacer algo de actividad mientras se acercaba hacia la tarde un frente por el sur. Esta vez las previsiones fallaron en cuanto a la llegada del frente. A primera hora de la mañana ya estaba llegando y con Peyo y Javi partimos de Linza entre viento y "bolismas" de nieve.

 
 
Muchos fuimos los que salimos aquella mañana pensando que aquello que veíamos y notábamos no era nada más que un amago y que la mañana aguantaría hasta la llegada del verdadero frente. Con éstas y el forro bien abrochado nos las prometíamos felices.
 
 
 
 
Algún claro nos mantenía con ganas de seguir, a pesar de ver a gente que con tabla retrocedía en la Foya de Petrachema en busca de las laderas del Sobrante de Linza.
 
 
 
 
En principio, nuestra intención era ir a la Paquiza de Linzola para esquiar sus laderas norte de pendientes más suaves que sus sures. El día anterior había sido frío y había indicios de que la ladera sur, muy cargada de nieve por los vientos de los días previos, no había transformado lo suficiente. Para ello teníamos que llegar al collado de Linza y hacia allí nos dirigíamos sin quitarnos nada de ropa.
 


 
 
No parábamos de mirar hacia todos los lados, los claros de sol cada vez eran más cortos y el frente se iba imponiendo con fuerza desde el sur conforme pasaba la mañana.
 
 
 

Al llegar al collado de Linza empezó a nevar, el viento aumentó y se cerró de forma que la visibilidad disminuyó hasta el punto de provocarnos caídas divertidas entre los ventisqueros invisibles de la Hoya de la Solana.
 
 
 
 
La situación se ponía cada vez más complicada y cuando íbamos a remontar por las laderas hacia la Paquiza, en vista del panorama y sin dejar de reírnos, decidimos bajar por el primer collado que vimos hacia la Foya de Petrachema no sin antes hacernos una foto como si hubiésemos llegado hasta arriba.
 
 
 
Después de unos tramos de bajada de supervivencia, en los que nos encontramos nieve de casi todos los tipos, eso sí, predominando la costra, encontramos un buen tramo de nieve compactada por el viento que nos llevó hasta la Foya de los Ingenieros. Allí, al abrigo de las hayas y disfrutando de la nieve pisada de la pista de fondo llegamos al Refugio de Linza.
 
 

 

 

Una mañana sin cumplir con los objetivos, pero que hay que pasarla por el monte como mejor se puede. En eso sí que podemos considerarnos expertos, a juzgar por el dolor de tripas producido por las risas mantenidas durante buena parte de la jornada.

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