miércoles, 19 de febrero de 2014

Ansó-Hecho por alternativas al GR-15

El lunes pasado por fin salió un día espectacular. Sol y buen rehielo nocturno hacían un día perfecto para ir a esquiar. Las obligaciones mandan y tuve que pasar una preciosa mañana por Jaca haciendo recados. Después de volver a Ansó para comer, recordé que tenía el coche en el taller y que había que ir a buscarlo hasta Hecho.



Decidí arrancar casi con el último bocado de la comida en la mano para aprovechar la tarde soleada. También decidí no repetir la ruta del viernes y evitar en lo posible el GR para recorrer caminos olvidados, para unos más que para otros.




Subí por el paco de la Fuente Alta, en principio por camino limpio y señalizado hasta la Borda Catalán.




A partir de este punto, en lugar de seguir por el GR-15 tomé el antiguo camino que llevaba a Hecho. El camino es precioso y se sigue sin dificultad en sus primeros tramos pese a estar totalmente descuidado, y lo peor, sin ningún interés en recuperarlo pese a algún intento de hace unos años con subvención incluida y concedida que nunca se llevó a cabo. A saber como se justificaría..., ¡que sucia es la política!.




Pasado el cerro de Gato y adentrándonos en el solano llegamos a la fuente de San Salvador. El agua se desploma en una espectacular cascada formando "A Val d´Achar". El paso del camino por este lugar está en estos momentos intransitable salvo utilización de neopreno o botas de pescar ya que el agua ha cogido como cauce el propio camino. Los muros a ambos lados del camino encauzan el agua en todo el tramo. Para salvarlo, paso por los campos de Juan Blas y después para retomarlo tengo que salvar otra zona húmeda que recuerda a los manglares.




Salvado este tramo, sorteo otro barranco antes de llegar a la Plana Monreal. A partir de ahí solo queda el barranco de la Palangosa antes de llegar a la Collada Perpetua. Suele ser habitual en mí un pequeño tituveo para seguir el camino una vez pasada La Plana Monreal, que resuelvo, como siempre, enlazando rápidamente.
El paso por la Palangosa siempre resulta especial para mí. Allí se encuentra la Borda Capuch, lugar donde nació mi abuela y allí acudo habitualmente y me entretengo y me vienen a la mente muy buenos recuerdos. El tiempo allí se pasa rápido intentando hacerme a la idea de cómo viviría allí, en pleno monte, un bebé, una niña, una joven o una adulta que luego se convertiría en mi abuela.





Después de ver el abrevadero, no me aguanto y me meto dentro de la borda hundida con las mismas sensaciones de siempre que lo hago. Recuerdo las historias que me contaba mi abuela relacionando a los vecinos de las cercanas bordas de Bizén y de Botero, y me viene a la mente su risa a carcajadas cuando nos contaba la del "garrotín" en la Borda Botero. Miro por una de las ventanas y pienso en cuántas veces se asomaría por allí mi abuela en días soleados, nublados, con calor, con frío,...

Cuando me doy cuenta son las seis de la tarde. Con seguridad se me hace de noche antes de llegar a Hecho. Subo por el cerro sin apenas dar vueltas y alcorzando todo lo que puedo para llegar cuanto antes a la Collada Perpetua. Que es fiel a su nombre pese a las toneladas de escombro que se depositaron cuando arreglaron la carretera. 




Como sigo en mi empeño de evitar pisar la carretera, aún remonto hasta la borda Guallar para descender por el camino limpio del paco del Barranco Arbesa (creo que se llama Paco Abati), ahora sí a la carrera. "Prisa mata, amigo"..., pues sí, cuando llego al área recreativa de la Fuente Churdana, me doy cuenta de que me he dejado atrás el camino limpio, como veo una traza decente sigo adelante y poco a poco se va espesando y ensuciando. Tras unos cuantos pinchazos y de combinar trochas sucias,  con aguaderas de los campos y trozos aún más sucios y vestidos, vuelvo a empalmar ya sin luz con el camino en las cercanías de la Plana del Escultor. Cruzo la carretera y remonto hacia La Cuesta para llegar a Hecho por camino cómodo y ya sin correr porque la noche había llegado.



La aventura resultó agradable y entretenida, como siempre que se va al monte. Recogí el coche en el taller y volví a casa pensando en todo lo que me había pasado y había visto, ....
La conclusión fue positiva incluidos los despistes, las carreras, los pinchazos y los recuerdos.


martes, 18 de febrero de 2014

Hecho-Ansó por el GR-15

El pasado viernes 14, al ver que al menos no llovía, decidí llevar el coche al taller para hacerle las revisiones rutinarias. En Ansó no hay taller mecánico y el más cercano está en Hecho. Si tenía suerte y nadie se enteraba y se ofrecía para ir a buscarme, podía llevarlo y volver caminando por el GR, dando un paseo por el monte después de unos días sin apenas actividad. Partí sigiloso y me planté en Hecho pasadas las cuatro de la tarde.



Por cercanía a donde me encontraba decidí acceder hasta el GR-15 por Puyals. La pista forestal se toma a los pocos metros de la salida de Hecho hacia Siresa, junto a lo que hace unos cuantos años era la discoteca Arianta,...uhmmm ¡que recuerdos!...
Desde la pista forestal de Puyals las vistas del valle resultan como realmente son, espectaculares. Y eso que es invierno y los campos y el monte están con poco esplendor.



También se veía Siresa, resguardada del valle por la Punta Santidoro. Sin casi darme cuenta llegué al enlace con el GR donde pronto comenzaron las manchas de nieve.




Después de echar un trago en la Fuente de la Cruz, decidí ponerme las polainas. Como la temperatura era alta, la nieve se deshacía rápidamente formando auténticos barrancos por el camino.




Pasada la muga entre Hecho y Ansó, enseguida llegué a la Borda Botero que, junto al camino y bien orientada y resguardada, hacía que la nieve disminuyera a su alrededor.



Los animales también dejaban su huella allá donde se mantenía la nieve, mientras que en las zonas donde el agua corría, la nieve desaparecía dando paso al agua y llevándose todo rastro con su su fuerza.




Así como el camino va salvando barrancos, según la orientación, encontramos nieve en las umbrías, agua en los cambios a las solanas y nada de nieve en estas últimas.



La llegada a la Espelunga Pabirrio siempre es espectacular, pero en un día tan húmedo como éste todavía más, ya que la cascada que preside su entrada estaba tremenda.



Pese a llevar los pies mojados de tanto charquinar por nieve, agua, charpaleta y barro llego a Ansó con las últimas luces, sin caer una gota pese al cielo amenazante y con el objetivo cumplido, ¡ya era hora!.


lunes, 10 de febrero de 2014

Aprendiendo a caminar con raquetas de nieve en Ansó

Martín de Bartola le había prestado sus raquetas a Elia para ver si le gustaba eso de caminar por encima de la nieve sin apenas hundirse. Después de la semana blanca de la escuela aprendiendo a esquiar en Candanchú, aprovechamos la ventana seca de ayer domingo por la mañana para probar las raquetas. Tío Pedro se unió al paseo y los tres nos pusimos rumbo al Circuito de Raquetas de Las Eras.




Como ya es habitual, encontramos a más gente que estaba disfrutando del circuito, y tuvimos que aparcar en el ensanche de abajo pese que habíamos elegido el recorrido "Barranco de Las Eras" para iniciarnos en esta nueva experiencia.




Dimos los primeros pasos, no sin titubeos, pero pronto Elia descubría como los "pinchos" de las raquetas permitían salvar desniveles sin resbalar. Después de pasar por la "Casa Blanca"...!!!, entramos en calor y a Elia empezó a sobrarle algo de ropa.




Además de llamarle la atención los rastros que dejaba ella con sus nuevos pies en la nieve, no paraba de observar con atención los numerosos rastros habituales por la zona de corzos, jabalís, ciervos. Entendió muy bien, con los rastros de los corzos, el porqué no se hundía tanto en la nieve como ellos al apoyarse con una superficie mucho mayor. "¡Pobretes!", decía, "se hunden tanto por tener las patas tan pequeñas", después de habérselo explicado y para dejar claro que se había enterado.




Seguíamos encontrando huellas, de gato montés, de ardillas, de sarrios,... También se daba cuenta de que los mismos animales dejaban sus huellas de distinta forma según fueran andando, corriendo, saltando,... y quiso comprobar si las huellas de sus raquetas dejaban diferentes formas si andaba, saltaba,...


... o corría.

A pesar que el recorrido "Barranco de Las Eras" no llega hasta el puente del barranco, Elia quiso subir para cruzar por encima del puente. Se acordaba de cuando subimos en verano buscando la sombra. También se acordaba de la merienda debajo de un abeto, de las fresas que comió por el camino donde ahora hay 40 cms de nieve y hasta del escarabajo verde brillante que encontramos "justo aquí". Podéis verlo pinchando aquí.




La vuelta se convirtió en seguir probando, "guárdame los bastones que me estorban para correr", "dámelos para pasar mejor por aquí", "te echo una carrera",...




Alguna vez daba explicaciones del porqué de sus caídas, otras no. Pero seguía disfrutando y probando.



Tras un rápido cambio de ropa por su mojadura en una caída en medio de una barranquera, en la parte más baja del recorrido, donde se mojó los guantes y la camiseta, llegamos al coche. Elia le dijo a su tío que si le podría traer unas raquetas, eso si, dejó claro que sólo para poder ir juntos con su amigo Martín.