martes, 8 de enero de 2013

Paseo por Aguatuerta y Estanés

El viernes 4 de enero decidí dar un paseo por Aguatuerta. Estaba solo, estrenaba botas y no me apetecía ponerme en dificultades en esas condiciones.
El día era espectacular y por la pista de Guarrinza pude subir con el coche hasta el aparcamiento del Barranco del Barcal. Sólo había un ventisquero a pocos metros de llegar que dificultaba un pelín el acceso, pero se podía pasar con cuidado.


A partir de ahí a foquear. Aunque no hay abundancia de nieve, es lo suficiente para poder progresar sin tener que portear los esquís en la mochila.

 
 
 
 
La entrada a Aguatuerta es, como siempre, espectacular. Da igual la época del año en que vayas, el valle y su entorno lo tienen todo.
 
 
 
En el valle hay bastante huella de gente que ha andado con raquetas, aunque en este día no hay nadie por ahí. Sólo cuando termino el valle, me encuentro a tres paseantes que han madrugado más que yo y ya vuelven del ibón.
 
 
 
 
 
Conforme avanzo y tengo posibilidades de ver la parte francesa me doy cuenta que ha mejorado la cantidad de nieve acumulada con las últimas nevadas.
También observo que la gente no ha subido al ibón por Las Cabretas. Se trata de una zona umbría y quizá haya algo de hielo, pero me aventuro a ver que pasa.
 
 
 

 
Cuando llego a Las Cabretas la nieve esta dura, como corresponde a una zona con esa orientación y en el mes de enero. Pero no he tenido que utilizar crampones y ni siquiera he tenido la necesidad de colocar cuchillas. Bien es verdad que alguna placa había que, aún siendo pequeña, siempre hace desconfiar. En mejores condiciones se observa Gabedallo, resultando muy tentador.
 
 
 
 
Cuando doy vista al ibón la bajada hasta su orilla casi me cuesta menos que quitar las pieles. Mientras me echo un bocado al sol observo como las orillas del ibón no están heladas de forma contundente, no inspirando ninguna confianza el hecho de aventurarse a cruzarlo.
 
 
 
Al poner las pieles para remontar otra vez y empezar a foquear, me doy cuenta de que, al llevar las botas nuevas y sueltas, algo ha fallado e intuyo que llevo una rozadura. Las aprieto y la cosa mejora. Vuelvo a quitar las pieles y me pongo a bajar Las Cabretas tan contento. Dos buenos tortazos en nieve venteada me hacen recordar que voy solo y que tengo que ir con un poco más de cuidado.
 
 
 


 
Ya en Aguatuerta, en el llano, no me hace falta poner las pieles para avanzar. Desde luego, la esquiada del día no es nada reseñable, pero el paseo y más en un día como el que he pillado es de lo más agradable.
 
 
 
 
Las sombras hacen que donde al mediodía la nieve estaba sopa, ahora se endurezca rápidamente haciendo que los esquis corran más que nunca sin haberlos encerado. Así, la llegada al coche por la pista de Gaurrinza es un abrir y cerrar de ojos.
 

 
 


 

 

 


viernes, 4 de enero de 2013

Belen montañero en Susuei

El pasado 23 de diciembre fuimos José, Raquel, Aitana, Kandela, Elia, Pedro, Elena, Bosky y yo a las Cuevas de Susuei con la intención de participar en el Belén Montañero que organiza el Club Asamún de Hecho en dichas cuevas todos los años. Un error en la información hizo que nos equivocáramos de día y no coincidimos con toda la gente que allí se reunió el día anterior. Pese a que nos enteramos del "chandrío" el sábado 22 hacia el mediodía, no renunciamos a ir al día siguiente a las cuevas los que ya habíamos quedado en hacerlo.

 

El día amaneció fresco, como corresponde a las fechas en las que nos encontramos, con una niebla matutina que se fue levantando conforme avanzaba el día.

 
 
Tras pasar las bordas de Gollins, Urbana y Volante nos reagrupamos en el paso del barranco que baja de las cuevas. Las pequeñas, después de haber pasado el barranco sin incidentes, estaban espectantes para ver si alguno de los mayores tenía algún resvalón y disfrutar de ello, hasta el punto de partirse de risa cuando menos. No fue así y todos seguimos caminando y disfrutando del día tan bueno que hacía.
 
 
 
Encontramos un tramo de barranco con espectaculares bañeras naturales que invitaban a meterse. Solo lo evitó el darnos cuenta de que estamos en el mes de diciembre, que no es poco. Comentamos la posibilidad de venir en la primavera y probar, siempre que se mantenga un mínimo caudal. Desde luego, el sitio bien merece un intento al menos.
 

 
 

 
Rápidamente, y tras pasar el cruce de caminos que nos llevaría a enlazar con una de las variantes del Camino de Santiago a través de la Borda Iguarte, llegamos a la Borda Lo Lobo. Desde este punto ya se ven las "zinglas" que forman las Cuevas de Susuei y lo que queda de recorrido es un suave tramo corto, llano, frondoso y umbrío.
 
 
 
La casacada de la cueva nos da su recibimiento, y lo que allí encontramos sorprende más a los que no habían estado nunca, ... imagino que tanto como me sorprendió a mí la primera vez que allí llegué.
 
 
 
Tras esa primera sorpresa, unos con una solución muy habitual y entretenida, las piedras y los palos, y otros....
 
 
...escuchando la voz de Raquel, que siempre llama la atención.
 
Y después de los villancicos,... a comer, que eso siempre sienta bien.
 
 
 
 
 
Tras la sobremesa y después de observar que las pequeñas se habían acomodado en los pesebres tallados en la roca como si estuvieran en su casa, decidimos tomar el camino de retorno.
 

 
 
 
 
El sol apretaba para un mes de diciembre, y nos permitió ir algún trozo en camiseta de manga corta.
 


 
 
 
 
Antes de llegar a la carretera, y remontando la pista que va desde ésta hasta el puente romano de Val d´Asieso, observamos una curiosa proa en medio del cauce del Veral. Esta formación ha sido producida por las últimas grandes riadas del otoño, y se pude ver el cambio en el cauce marcado por la fuerza del agua.
 

 

Una vez terminada la excursión, todos fuimos a Santa Lucia, donde Raquel preparó unos apetitosos macarrones, a juzgar por la cuenta que les dieron las pequeñas y algún que otro mayor.
El día salió redondo, buena meteorología, buena compañía, buena comida y un mejor lugar.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Esquiando por Ansó en Nochebuena. Mallo de Lacherito.

El día de Nochebuena decidimos dar una vuelta con Pablo para hacer gana de cenar. Subimos a Linza para evitar el porteo y decidimos esquiar el Mallo de Lacherito. La verdad es que la nieve está muy justa en cotas bajas y las opciones de salir con los esquís desde el coche se reducen bastante.

 
 
La nieve está muy húmeda desde por la mañana y la temperatura hace que las cosas no cambien por el momento.
Observamos la diagonal de la Foya Manaté, durante todo el año pasado no pudimos pasarla con los esquís, pero este año parece que se va a dejar y por ahí vamos.
 
 
 
Justo en la cota 2000 las cosas cambian, la temperatura baja, la nieve pasa a ser casi cristal y no nos queda más remedio que poner cuchillas.
 
 
 
Aun con las cuchillas pasamos algún apurillo, pero superadas las rampas en sombra, la cosa vuelve a mejorar.
 
 
 
Con el salto a la última pala parece que mejora el tiempo y hasta nos aparece el sol de forma intermitente entre el cielo medio nublado.
 

 
 
 
Subiendo la pala se une a nosotros Gerardo. Este navarro se había adelantado a sus compañeros y se juntó con nosotros comentando lo dura que estaba la nieve en las umbrías anteriores y la mejoría que se notaba ahora.
 
 
 


Perdiendo poco tiempo en la punta, nos disponemos a bajar la pala y disfrutarla. No hay nada más que ver las caras de Pablo y Gerardo en una parada en mitad de la pala para creerse ese disfrute.
 

 
 
 
Gerardo se encuentra con sus compañeros y decide que termina de esquiar la pala y vuelve a poner pieles para esquiarla otra vez con los suyos, así, mientras tanto, quizá entre el sol en la parte que al subir estaba cristal y mejora la situación. Nos despedimos del navarro y Pablo y yo continuamos bajando.
 
 
 
Cuando llegamos a la zona complicada, el tímido sol aún no ha logrado mejorar las condiciones. Intentamos esquiar pero un traspiés hace que se me suelte un esquí. Paro como puedo, me quito los esquís y termino de pasar el mal trozo (unos 15 metros) dando unas cuantas patadas al hielo blando. Me los vuelvo a poner y a esquiar. A Pablo le ha pasado algo parecido pero con diferente resultado. Justo el día anterior se había quitado las cintas que le sujetan los esquis en caso de soltarse, porque los velcros no pegaban. Las consecuencias son que el esquí se va solo ladera abajo hasta que para en un agujero plano. Pablo tiene que bajar andando para recuperar el esquí y aprovechamos para comer unas ciruelas.
 
 
 
A partir de ahí y salvando la cota 2000, volvemos a la nieve húmeda, que por el bosque pasa a ser en exceso pesada, lo que hace que a nuestros cuerpos le estorbe la ropa y nuestras piernas vayan cogiendo la forma.
 
 

 
Como es Nochebuena y llevamos buena hora, nos da tiempo a bajar a Ansó y tomarnos un vermú bien bueno en el Bar Zuriza.