domingo, 10 de mayo de 2020

Circular desde Ansó. Monte Ezpelá

Ayer sábado fue el día que con Elia decidimos cumplir con lo pactado durante el confinamiento. En esta temporada en la que no se podía salir mas de lo imprescindible, desde el balcón de casa veíamos un árbol grande, de copa redondeada y que se localizaba en la parte más alta del monte Ezpelá. Uno de esos días de estricto encierro nos propusimos subir hasta él en el momento que se pudiese para celebrar el final de esta etapa.




A las ocho y media de la mañana, cuando nos levantamos, jarreaba de lo lindo y pensamos que toda nuestra previsión se nos iba a ir al garete, pero pasadas las nueve de la mañana paró de llover y en poco rato se despejó. No perdimos tiempo y salimos con la intención de realizar la excursión.




El bosque esta espectacular como todas las primaveras, con ese verde explosivo que llama la atención. La abundancia de flores y brotes frescos y tiernos acompañan a un olor especial.




Los cantos de muchos pajaricos que también están de primavera, se mezclan con los martilleos contundentes de los abundantes pájaros carpinteros que en Ezpelá habitan. 




Poco antes de salir del bosque para disfrutar de las vistas, Elia pasaba dudosa entre plantas de belladona que también salen con fuerza en esta época.




Al poco de salir a la cresta cimera localizamos nuestro árbol con facilidad. Es un roble, o como decimos en Ansó, un chaparro precioso que también estaba brotando. Su forma, tamaño y porte son inconfundibles y de su sombra disfrutamos un buen rato intentando y consiguiendo localizar nuestra casa y la de los abuelos desde allí.




En vista de que la mañana tenía pinta de permitirnos disfrutar un rato más, le propuse a Elia recorrer la cresta hasta la Loma Escalerilla y completar así una circular bajando después por el barranco de Ezpelá hasta la Tejería.




Elia aceptó rápidamente y entusiasmada al comentarle que la Carroquera de Ezpelá, que es como se conoce a toda esta cresta y que recorre todo el monte Ezpelá por su divisoria, era una cresta sencilla pero en algún momento algo aérea y que, aunque podría seguir comentándome sus peripecias y aventuras de campamentos, en algún momento tendría que prestar atención de por donde ponía los pies e incluso alguna vez hasta las manos.




Una vez superada la "carroquera" continuamos con multitud de curiosidades, desde los abundantes frutos de hayas y serbales hasta ver como es un hueso por dentro y observar las agallas de las hojas de las hayas.



Toda una maravilla de la que ahora ya si que podemos volver a disfrutar después de una larga temporada encerrados.




Como en todos los sitios, también en Ansó, ha habido mucha gente respetuosa con las restricciones, pero también hemos observado como, supongo en todos los sitios, hay personas a las que podemos repudiar por su actitud egoísta, incívica, insolidaria e irresponsable que, solo porque sí, se han saltado las restricciones. No estoy seguro de que los que las hemos respetado hayamos contribuido o no para frenar y mejorar esta situación, pero lo que sí que tengo claro, es que los que no las han respetado, en absoluto lo han hecho para conseguir que ahora todos podamos disfrutar de estas maravillas que nos da la naturaleza.




Una buena mañana que esperemos poder repetirla en los muchos lugares maravillosos que tenemos en el valle de Ansó y que aún le quedan por descubrir a Elia.














martes, 25 de febrero de 2020

Portillo de Batikotxe desde La Contienda con esquís de travesía.

El pasado domingo 23 de febrero nos fuimos con Elia a esquiar. Después de unos días de parón obligado por unas cosas o por otras, me tocaba disfrutar del estreno de un equipo nuevo y que mejor que dar una vuelta con Elia.




Partimos desde la curva helicoidal de la carretera y nos adentramos por las pistas de esquí de fondo de La Contienda sin porteos. Pero esta vez hubo que trampear y salvar los cortes de nieve en la pista por el recorrido de raquetas que discurre por la orientación norte que es la única que mantiene nieve continua por la zona.




El persistente anticiclón hace que la nieve que queda esté dura por las mañanas y como los pasos ya son obligados se hacen necesarias las cuchillas para salvar las pendientes. Esto es algo novedoso para Elia en esta temporada, pero todo vale para ir progresando.




La nieve escasea y está justa para poder avanzar con continuidad. Tuvimos que fijarnos bien en los pasos para, en la bajada, no quedarnos atrapados en alguna isla y tener que descalzar.




Con vistas al Anie, Soum Couy y Arlas llegamos al Portillo de Batikotxe. La poca nieve llama la atención y las pistas de la estación de Arette se ven como ríos blancos en medio de la caliza que predomina por la zona.




Después de echar un bocado, aprovechando el día primaveral que teníamos, nos entretuvimos aprendiendo a utilizar el piolet personalizado que este año le habían traído los Reyes Magos a Elia.




Después de comprobar alguna de las utilidades del piolet, decidimos quitar las pieles que habíamos dejado secando al sol y disfrutar de la bajada hasta La Contienda.





Aunque escasa, la nieve estaba en su punto y la bajada se hacía de lo más disfrutona, ...¡vamos!, "¡mucho mejor que en pistas!" comentaba Elia convencida.




Solo al final hubo que tirar de pericia para descender por el único y estrecho paso que ya queda hasta el llano de La Contienda. Algo que superó también sin despeinarse.




Una vez en la pista de fondo nos paramos a quitar algo de ropa ya que el calor apretaba. Los cortes de nieve en la pista ya van siendo numerosos y al final optamos por descalzar y llegar a la carretera andando para evitar el incómodo quita y pon.



Terminamos un día primaveral estupendo donde el sol, la nieve, mis esquís nuevos, el uso de las cuchillas para Elia y el del piolet también, fueron los protagonistas. Esperando que nieve con ganas, nos fuimos a comer a casa después de un bonito día de esquí de travesía.