jueves, 24 de enero de 2013

Esquiando en Ansó. De casa a la Loma de Chunillas

Llevamos varios días con nevadas y más nevadas. Esta mañana me he cruzado con Pablo en la calle. El ya ha roto la pala de tanto palear nieve y yo la voy a dejar en casa. Hemos comentado la posibilidad de calzarnos los esquís por la tarde si el tiempo lo permite. Después de comer y tras intercambiar unos pilocazos con Castán, él desde la calle y yo desde la lucana y cogiendo la nieve del tejado, le comento la idea que llevamos con Pablo. Castán se apunta. Así que rápidamente cogemos los esquis y salimos a la calle.

 
 
 
Sin dudarlo mucho, decidimos no coger el coche para ir hasta Capité. Seguro que tenemos nieve por los cantos de la carretera.
 
 
 
El tímido sol que pretendía salir se ve vencido, como de costumbre en los últimos días, por las nubes y la nieve, pero lo de la Loma Chunillas ya no tiene vuelta atrás. 
 
 

 
 
Los dos "máquinas" con los que voy garantizan la apertura de huella. La nieve es abundante y el esfuerzo repartido se lleva mejor.
 
 
 
Realmente yo no he hecho, ni con mucho, el tercio de la huella que me correspondía, pero como se decía en la "mili", la veteranía es un grado. Y además me he dedicado a sacar fotos.
 
 
 
Pese al esfuerzo, Pablo y Castán se disputan la llegada, hasta el punto de ...
 
 

 

 

 
...echar unas buenas risas.
 
 
La bajada tenemos que hacerla por la propia huella de subida, ya que las condiciones de la nieve no permiten otra cosa, pero la diversión está asegurada. Es como bajar por un cajón de unos 25 cm de ancho por 35 o 40 cm de alto. Y para animar el asunto un poco más, en el último tramo seguimos esa máxima que deben de decir los "jabalís" de: "mientras haya matas, iremos por las matas". Nos comemos unos cuantos bojes, pinos y gabarderas por la cara, pero bajamos en un pis pas a la carretera. 
 
 
 
Antes de llegar a la calle Mayor, comentamos la posibilidad de repetir mañana. Ya hay huella hecha, el esfuerzo será menor, y la diversión mientras sea como la de hoy, merece la pena. Una vez en la calle Mayor Miriam, que salía del Estanco, nos hace esta foto para despedirnos.
 


 

miércoles, 16 de enero de 2013

Raquetas de nieve en Ansó. El Vedau

Al observar que la intensidad de la nevada de ayer había disminuido hacia el mediodía, se me empezó a pasar por la cabeza el salir a dar una vuelta y disfrutar de la nieve.
Después de comer, y aunque era ya un poco tarde, decidí calzarme las raquetas y dar un paseo por el Vedau.

 
 
 
No hacía frío lo que permitió la rápida transformación de la nieve humidificándola bastante. Vamos, que en las calles había bastantes zonas de lo que aquí conocemos como "charpaleta".
 
 
 
 
Estaba bastante nublado pero hacia el sur del valle parecía que el cielo luchaba por dejarse ver. Esos "mini claros" me inspiraban bastante desconfianza de cara a una mejoría temporal. Conforme iba ganando altura por "O Trestallo" la cantidad de nieve iba aumentando a la vez que disminuía su humedad.
 
 
 
Al llegar a la  Borda Techinero la cantidad de nieve era considerablemente mayor. Desde la Borda Catalán parecía que avanzaba en cámara lenta, mientras que el reloj iba demasiado acelerado. Decidí entonces subir a la pista del Vedau por la trocha que desde este punto la enlaza de forma directa.
 
 
 
 
Al llegar a la pista, observé la mala pinta que tenía la cabecera del valle meteorológicamente hablando. En este punto, que corresponde a la cota 1150 aproximadamente, y tras varias mediciones obtuve un espesor medio de entre 80 y 85 centímetros. Todo esto, unido a que el reloj parecía que se hubiese dopado por su espectacular avance, hicieron que me decidiera a ir en busca de la Espelunga Pabirrio olvidándome de otras opciones más largas.
 
 
 

 

El hecho de coger la pendiente a favor ayudaba a romper con más facilidad la nieve y a la vez frenar un poco las dichosas agujas del reloj.
 

 

 
 
El camino estaba espectacular pero ya empezaba a tener ganas de llegar a la Borda Techinero para coger la huella que había hecho al subir, eso haría que necesitase menos esfuerzo para avanzar.
 

 
 
 
 
 
Una vez en mi propia huella realizada en la subida, la cosa mejoraba. La cantidad de nieve siempre iba disminuyendo, la pendiente siempre era a favor y el esfuerzo era menor. Pese a todo, la noche en este tiempo llega demasiado rápido y más en un día nublado.
 

 
 
 
Aunque el camino está limpio tuve que hacer uso de la linterna para evitar golpearme con alguna rama doblada`por el peso de la nieve. También se disfruta paseando por la nieve en la oscuridad y más cuando las luces del pueblo te guían.
 

 
 
 
Pese a haber invertido más de tres horas en un recorrido que en condiciones normales cuesta la mitad o menos, el disfrute ha sido total, hasta el punto de animarme a hacerme un retrato antes de llegar a las calles de Ansó.
 
 
 

martes, 8 de enero de 2013

Paseo por Aguatuerta y Estanés

El viernes 4 de enero decidí dar un paseo por Aguatuerta. Estaba solo, estrenaba botas y no me apetecía ponerme en dificultades en esas condiciones.
El día era espectacular y por la pista de Guarrinza pude subir con el coche hasta el aparcamiento del Barranco del Barcal. Sólo había un ventisquero a pocos metros de llegar que dificultaba un pelín el acceso, pero se podía pasar con cuidado.


A partir de ahí a foquear. Aunque no hay abundancia de nieve, es lo suficiente para poder progresar sin tener que portear los esquís en la mochila.

 
 
 
 
La entrada a Aguatuerta es, como siempre, espectacular. Da igual la época del año en que vayas, el valle y su entorno lo tienen todo.
 
 
 
En el valle hay bastante huella de gente que ha andado con raquetas, aunque en este día no hay nadie por ahí. Sólo cuando termino el valle, me encuentro a tres paseantes que han madrugado más que yo y ya vuelven del ibón.
 
 
 
 
 
Conforme avanzo y tengo posibilidades de ver la parte francesa me doy cuenta que ha mejorado la cantidad de nieve acumulada con las últimas nevadas.
También observo que la gente no ha subido al ibón por Las Cabretas. Se trata de una zona umbría y quizá haya algo de hielo, pero me aventuro a ver que pasa.
 
 
 

 
Cuando llego a Las Cabretas la nieve esta dura, como corresponde a una zona con esa orientación y en el mes de enero. Pero no he tenido que utilizar crampones y ni siquiera he tenido la necesidad de colocar cuchillas. Bien es verdad que alguna placa había que, aún siendo pequeña, siempre hace desconfiar. En mejores condiciones se observa Gabedallo, resultando muy tentador.
 
 
 
 
Cuando doy vista al ibón la bajada hasta su orilla casi me cuesta menos que quitar las pieles. Mientras me echo un bocado al sol observo como las orillas del ibón no están heladas de forma contundente, no inspirando ninguna confianza el hecho de aventurarse a cruzarlo.
 
 
 
Al poner las pieles para remontar otra vez y empezar a foquear, me doy cuenta de que, al llevar las botas nuevas y sueltas, algo ha fallado e intuyo que llevo una rozadura. Las aprieto y la cosa mejora. Vuelvo a quitar las pieles y me pongo a bajar Las Cabretas tan contento. Dos buenos tortazos en nieve venteada me hacen recordar que voy solo y que tengo que ir con un poco más de cuidado.
 
 
 


 
Ya en Aguatuerta, en el llano, no me hace falta poner las pieles para avanzar. Desde luego, la esquiada del día no es nada reseñable, pero el paseo y más en un día como el que he pillado es de lo más agradable.
 
 
 
 
Las sombras hacen que donde al mediodía la nieve estaba sopa, ahora se endurezca rápidamente haciendo que los esquis corran más que nunca sin haberlos encerado. Así, la llegada al coche por la pista de Gaurrinza es un abrir y cerrar de ojos.