miércoles, 15 de julio de 2015

Linza-Foya de los Ingenieros en BTT. Ansó.

El viernes 10 de Julio continuaba la ola de calor en Ansó, aunque un ligero cierzo hacía que por la noche refrescara lo suficiente como para dormir bien a gusto. Después de merendar, le propuse a Elia dar un paseo con la bici por Linza, a lo ella accedió, pese a los muchos compromisos y quehaceres veraniegos que tiene con sus amigos. Se trataba de dar una vuelta por el monte evitando la carretera, y eso ya tenía ganas de probarlo, lo que sin duda influyó en la decisión.




Desde el aparcamiento del refugio bajamos hasta el aparcamiento más bajo y sin asfaltar donde entra la pista que sube a la Foya de los Ingenieros y que se solapa con la vuelta larga de la pista de esquí de fondo de Linza en invierno.




Las primera rampas son las más duras de todo el recorrido y Elia tuvo una buena excusa para partirla. Localizó fresas y eso no se podía dejar porque "tienen muchas vitaminas, dan mucha energía y   además son muy sanas,... y más, estas del monte". Esa parada en medio de la pendiente le costó tener que arrastrar la bici un tramo para poder arrancar con comodidad.




El calor de la tarde hacía que apeteciera parar a la sombra para echar un buen trago de agua. Aunque habíamos parado a coger fresas una cantidad de veces considerable, había caras que lo decían todo. Y pese a que el reloj corría rápido y Elia me había jurado y perjurado que sería la última parada no quedaba más remedio que volver a parar para avituallarse. 




Hasta que no llegamos a la Foya de los Ingenieros no paramos de coger y comer fresas. Pero con las fuerzas que habíamos cogido no tendríamos ningún problema en bajar en un "pis-pas".




Una vez arriba, entre que la pendiente era mínima y que las paradas fueron nulas llegamos al final sin darnos cuenta. Elia vió las piedras que de pequeña eran "escaladoras" y decidió sentarse en ellas hasta para echar un trago antes de emprender el camino de vuelta.




Los gritos que daba Elia me decían que se lo estaba pasando bien. En una de estas gritaba que eso de ir monte a través era muchísimo mas guay que bajar por el "cantón de Puchó" (curva pronunciada y pendiente de las calles empedradas de Ansó).




Un buen trago de agua en la fuente de Linza fue la única parada en todo el tramo de vuelta, nada que ver con la subida.



Con el sol escondiéndose llegamos al aparcamiento de donde habíamos partido. Hasta el último momento Elia no dejó de sorprenderse ya que consiguió subir la rampa de acceso montada y eso que en la fuente me había avisado que ella tiraría hasta donde pudiera y luego subiría andando. "He podido, he podido", gritaba todo lo fuerte que podía para que yo me volviera y la viera llegar pedaleando. No solo la vi yo claro, todos los que estaban en el aparcamiento se enteraron de que había podido subir pedaleando. Esta claro que no hay nada mejor que probar para avanzar.






sábado, 11 de julio de 2015

Circular por la sombra de Ezpelá. Ansó

El sábado pasado nos fuimos al Paco de Ezpelá Martín, Sonia, Miguel, Elia y yo. La intención era dar un paseo antes de comer. Decidimos ir con coche hasta la tejería para evitar el aburrido y soleado tramo de pista llana que separa el pueblo de dicho punto. Además el calor era considerable lo que también justificaba la aproximación en vehículo y sobre todo pensando en la vuelta hacia el mediodía.




Salvados los primeros tramos soleados pronto nos vimos acogidos por las frescas sombras del paco. En los tramos donde había claros en el bosque las hierbas altas hacían que Martín no se encontrara cómodo. Es lógico, justo les llegan a la nariz y los ojos y solo hay que probar a agacharse un poco para darse cuenta de que sus protestas resultaban bastante lógicas. 




Pasados estos tramos y quitándonos alguna incómoda piedra de los pies todo fue sobre ruedas por los caminos de uno de los muchos bosques de los que podemos presumir por este valle. Lástima que no se encuentren señalizados, y sin mucha voluntad de hacerlo, ya que eso contribuiría a un fácil y sencillo mantenimiento.




Descartamos la opción de dar la vuelta por la parte sur del paco ya que, además de más larga, la exposición al sol era mayor y el día era realmente caluroso, así que decidimos aprovechar las sombras y disfrutar del paseo.




Cada uno disfrutaba a su manera, pero los que desbordaban imaginación eran Martín y Elia. Tan pronto un palo se convertía en una guitarra, como encontraban lapiceros de los hombres prehistóricos que lógicamente había que llevar a casa, en la mochila de papá claro.




Pese a que el calor seguía, las sombras y los caminos alucinantes daban para carreras y emboscadas. No solo eso sino que de repente Elia y Martín encontraron unos "palos mágicos" que, en ausencia de la señalización comentada del camino, nos iban indicando el recorrido por dentro del bosque, marcándonos los giros con movimientos específicos, ¡que suerte!.




Entretenido paseo, junto al pueblo e ideal para días calurosos como los pasados, donde la naturaleza permite disfrutar a todos sin excepción. Un buen trago de agua en Barcarea puso fin a la excursión.



Para los que no sepan manejar los "palos mágicos" indicadores del camino en el siguiente enlace os dejamos el track para que podáis disfrutar de este itinerario. 






domingo, 5 de julio de 2015

Francàs-Roda de Berà-Roc de Sant Caietà en BTT

El fin de semana pasado volví a Comarruga a buscar a Elena y Elia que habían disfrutado allí toda la semana de la playa. El domingo por la mañana, antes de pensar en el viaje de vuelta a Ansó, volvimos a dar otra vuelta en bici con Jesús.




Estábamos en la primera ola de calor del verano y se dejaba notar ya a las ocho de la mañana.
Esta vez decidimos aventurarnos por un camino desconocido y allá que fuimos a ver donde nos llevaba. Tras cruzar la vía por un paso subterráneo nos pusimos en paralelo a ella. Supusimos que íbamos por algún tipo de canalización de agua soterrada, por los pivotes que veíamos continuamente en el trazado.




Tras unos titubeos, nos encontramos en el acceso a Roda de Berá. Volvimos a dudar y al final intentamos llegar a un mirador adentrándonos en el Torrent de Cal Setró. Curioso resultaba ver que el barranco también era una de las calles del pueblo donde se veían señales de prohibido aparcar por riesgo de inundación. 




Contrastaban los viaductos modernos con los más antiguos. Pero las sombras de ambos se agradecían de igual manera. Eso sí, la sensación del paso del AVE a trescientos por hora por encima de nosotros, tampoco nos dejó indiferentes.




Una valla de obra nos impidió llegar al mirador. Nos dimos la vuelta para ver si podíamos acceder por otro lado y una cadena cerraba una pista. Además había un cartel de "cuidado con el perro" y escuchábamos los ladridos a lo lejos lo que nos indicaba que igual no era un farol. 




Después de todo esto y con el calor apretando, decidimos ir a lo fácil. Nos echamos barranco abajo en busca de la playa y, como dijo Jesús, lo hicimos en plan "Verano Azul" con "Tito" y "el Piraña".




Buenas vistas nos acompañaban y tras varias embarcadas terminamos disfrutando de un agradable paseo atravesando el Roc de Sant Caietà.



El método de prueba y error resulta infalible para aprender. Lo pusimos en práctica y seguro que la próxima vez completamos un recorrido "acojonante".